JUEGOS OLÍMPICOS

Por qué van jugadores Sub-23 al torneo de fútbol masculino en los Juegos Olímpicos

Las reglas de elegibilidad para participar en los Juegos son únicas en caso del fútbol masculino.

Un partido de España Sub-21./Getty
Un partido de España Sub-21. Getty
Javier Mercadal

Javier Mercadal

La inclusión del torneo de fútbol en el marco de los Juegos Olímpicos suele ser objeto de debate recurrente. Son varias las voces que hacen una enmienda a la totalidad, planteando que el deporte rey no necesita un nuevo escaparate para su exposición. Algo que sí requieren la gran mayoría de disciplinas deportivas que, cada cuatro años, reclaman el foco público que sus esfuerzos merecen. Sin embargo, la unión del balompié con los Juegos Olímpicos es casi tan antigua como la historia olímpica moderna. De hecho, en 1896 se cree que ya hubo un evento futbolístico, aunque este no ha sido reconocido de forma oficial. En 1900 se disputaron partidos de demostración, mientras que el primer torneo oficial data de 1908.

El encaje del fútbol en los Juegos Olímpicos ha sido históricamente complicado. Sobre todo a raíz de su escalada de popularidad. A lo largo de la historia se han producido diferentes propuestas hasta llegar al punto actual. En el torneo olímpico masculino de fútbol participan las selecciones Sub-23 de cada país, con la posibilidad de incluir a tres futbolistas de mayor edad. Una solución curiosa, que no se replica en ningún deporte más de todos los que se dan cita en el programa olímpico. Ni siquiera en el torneo femenino de fútbol. Pero, ¿por qué es así?

Por qué van selecciones Sub-23 a los Juegos Olímpicos

Las razones hay que buscarlas tanto en la evolución del fútbol como de los propios Juegos, ya sea como espectáculo o incluso como negocio. Resumiendo mucho, el motivo por el que a los Juegos Olímpicos acuden las selecciones sub-23 en lugar de las absolutas reside en la FIFA y el Mundial de fútbol. Más concretamente, en la preferencia del máximo organismo del balompié global en potenciar su campeonato sobre los propios Juegos. Una maniobra que comenzó en 1930, fecha de la primera Copa del Mundo de la historia, y que a tenor de los resultados le salió bien a la entidad actualmente presidida por Gianni Infantino. Esto no ocurre con el fútbol femenino, donde no hay restricción de edad.

Para comprenderlo mejor, hay que tener en cuenta que los Juegos Olímpicos modernos son una creación previa a la FIFA. Producto de un mundo muy diferente al actual. El primer torneo olímpico lo organizó la Federación Inglesa de Fútbol en 1908, una fecha en la que todavía no estaba adscrita a la FIFA. No obstante, el organismo federativo estuvo involucrado desde el principio. Primero permitiendo al resto de federaciones participar en el evento. Posteriormente, a partir de 1924, organizándolo directamente. Es por ello por lo que tanto las ediciones de 1924 como de 1928 están reconocidas como los primeros Mundiales de fútbol y su ganador, Uruguay en ambas ocasiones, luce las estrellas de campeón en su escudo.

Sin embargo, ante el éxito que tenían estos torneos de fútbol, en 1930, la FIFA decidió lanzar su propio campeonato: el Mundial de fútbol. Como además los Juegos se iban a celebrar en 1932 en Los Ángeles, un país sin tradición balompédica ninguna, decidieron suspender el torneo de fútbol para aquella edición. Regresó en Berlín 1936, aunque para entonces solo se permitieron jugadores amateurs. La decisión iba alineada con el espíritu general de los JJOO, que entonces hacía gala de ser una competición por y para aficionados al deporte. Sin embargo, la evolución del fútbol iba por otro lado, con cada vez más futbolistas profesionales que iban elevando el nivel del juego. Aquello distanció profundamente el interés entre el Mundial, al que efectivamente acudían los mejores jugadores del mundo, de los Juegos Olímpicos.

El cambio de paradigma en Barcelona 92

En muchos aspectos, Barcelona 92 están considerados los primeros Juegos modernos. Es la cita a raíz de la cual se modelarían aquellas que vendrían después. El germen perfecto de un evento que, en la actualidad, mueve millones de euros cada cuatro años. Aquella fue también la primera edición en la que los Juegos Olímpicos dejaron por completo de ser amateur. Un proceso comenzado años antes, por ejemplo Seúl 88 reunió a las grandes estrellas del tenis del momento. Sin embargo, es con la participación del Dream Team de baloncesto el momento en el que los Juegos abrazan por completo el profesionalismo.

A menos escala, el fútbol recorre un camino similar. Barcelona 92 son los primeros Juegos en los que se utiliza la fórmula actual: selecciones Sub-23 más la adhesión opcional de tres futbolistas mayores de edad. Se trata de la evolución más reciente, que desde Los Ángeles 1984 permitía a aquellos combinados procedentes de confederaciones menos desarrolladas sus selecciones absolutas, mientras que a Europa y Sudamérica les dejaba convocar a jugadores profesionales que no hubiesen disputado un Mundial.

Con la nueva fórmula, los Juegos Olímpicos se garantizaban su cuota de participación de estrellas también en fútbol. Si bien en su mayoría no eran jugadores completamente contrastados, sí que se convirtieron en un caladero de futbolistas emergentes, muchos de ellos llamados a dominar el balompié global en los años venideros. Aquello supuso un relanzamiento del torneo masculino de fútbol, que se ha mantenido hasta la fecha. Al mismo tiempo, la FIFA evitaba que la inclusión del torneo olímpico interfiriese en la programación habitual de los equipos de élite, cada vez más saturada en el calendario.