JJOO | NATACIÓN

Un oro tapa los tardeos en Mallorca que no dieron resultados en las noches de París

La victoria del waterpolo contrasta con los malos resultados de la natación y la excusa de la RFEN de que es un proyecto a ocho años.

Sean Kelly, director técnico de la natación española, y responsable desde octubre de 2020. /GETTY
Sean Kelly, director técnico de la natación española, y responsable desde octubre de 2020. GETTY
Alberto Martínez

Alberto Martínez

París.- La Real Federación Española de Natación (RFEN) agrupa cinco deportes que han competido en los Juegos Olímpicos de París con distinta suerte. En lo más alto, el waterpolo. Las chicas han conseguido ese oro que tanto anhleaban desde que probaron las mieles olímpicas con una plata en Londres 2012 y los chicos, aunque han acabado sextos y en depresión por la oportunidad perdida ante Croacia, han sido campeones del mundo y de Europa en este ciclo. No se pone en duda la estructura, el talento, el trabajo de los clubes y el buenhacer de los seleccionadores.

Un peldaño más abajo se sitúa la natación artística y los saltos. La primera ha regresado al podio con un bronce en la rutina de equipos después de 12 años. Se han instalado de nuevo en la elite con otra estructura que funciona independientemente de las medallas: la concentración permanente en el CAR de Sant Cugat es clave. De los saltos, aunque sin medalla, España ha competido con el equipo más numeroso y ha clasificado dos finalistas. Un éxito, incluso no se han quedado tan lejos de las medallas. La llegada de Domenico Rinaldi ha sido un acierto sin precedentes, excepcional, especialmente si echamos la vista a la piscina de 50 metros -no encasillaremos unas aguas abiertas decepcionantes en París, marcadas por el Sena-; el ciclo olímpico fue notable.

Los tardeos en Mallorca son una metáfora de los responsables en este ciclo olímpico, quienes no han conseguido tocar la tecla adecuada para que la natación salga de sus profundidades, no solo en resultados, sino en prioridades de los nadadores. Desde la RFEN se escudan, como ya dijeron a su llegada, en un proyecto hasta Los Ángeles 2028, y habrá que dejarles el beneficio de la duda, pero es muy difícil que haya más certezas que apuntan justamente a todo lo contrario.

La natación llevó a París 18 nadadores con Hugo González como estrella. El mallorquín, cuyo programa de entrenamiento se ejecuta en Estados Unidos, en California, consiguió dos finales. Dos sextos puestos que saben a poco por las expectativas generadas a raíz de su madurez y de marcas tan prometedoras como el récord de España de los 200 espalda conseguido en Mallorca en junio, que le hubiera dado, de repetirlo, la plata en La Défense. Más allá de Hugo González, se lograron siete puestos de semifinales, se batieron dos récords de España y el 75% de los nadadores mejoraron su marca de inscripción. Un balance insuficiente.

"La reestructuración realizada en los últimos tres años, con los tres Centros Nacionales a la cabeza, ha conseguido contribuir a clasificar uno de los equipos más grandes de la historia, con 18 deportistas (20 deportistas, si añadimos a las dos nadadoras de Aguas Abiertas). El equipo se ha duplicado frente a Tokio. Es un gran punto de partida, ahora necesitamos subir su nivel", comentó la dirección técnica desde los canales de la RFEN. Los 18 deportistas tienen trampa porque en esta ocasión la dirección técnica sí apostó por los relevos, algo que se ha recuperado después de un tiempo sin fomentarlos, una vez se finalizó el ciclo de Río 2016.

Los nadadores repartidos por medio mundo, sin un modelo claro

Pero la natación es un tema de participantes, sino de participación, un matiz importante. Y de procedencia. De los Centros Nacionales de los que habla la RFEN el reparto es el siguiente: Arbidel González, Alba Herrero y Laura Cabanas (Madrid), Paula Juste, César Castro y Emma Carrasco (Barcelona) y Carlos Garach (CN Málaga). El resto de nadadores se entrenan en clubes, como Sergio de Celis y Ferran Julia (Sabadell) o África Zamorano, Ainhoa Campabadal y Jessica Vall (CN Sant Andreu). Y María Daza en el Centro de Tecnificación de la FMN. Y, el grueso, en Estados Unidos: Hugo González, Carmen Weiler, Carles Coll, Luis Domínguez, Mario Molla. El 45% de los nadadores no entrenan expresamente bajo las órdenes de la nueva dirección técnica, mientras que las dos finales de Hugo, las semifinales de Jessica Vall, África Zamorano o Weiler proceden también de otros lugares de entrenamiento. Un detalle, no menor, aunque tampoco determinante si reinara el buen ambiente. Y, además, las únicas ayudas solo van a parar a los Centros Nacionales y todos sus programas.

En este ciclo ha habido problemas de todo tipo. Al margen de las expresiones públicas y continuas de Hugo González, a quien se le intentó convencer para que dejara Estados Unidos por Madrid, otros como Jessica Vall, tras los peores Mundiales de la historia en 2022, han alzado la voz en contra de una manera de hacer que tampoco está dando sus frutos y que resulta más fría para los nadadores.

Sean Kelly, de 60 años, quien formó a la siempre dominadora en Europa natación británica, ha reforzado la estructura solo con la llegada de paisanos como Rob Greenwood o Ben Titley. Y, entre los muchos cambios, uno ha sido impulsar más el lugar habitual de concentración por Mallorca, donde los entrenamientos habituales y seguidos a rajatabla van seguidos de los tardeos en la isla. Algo fenomenal, solo faltaría, pero que de momento tampoco ha servido para sacar a flote a la natación española.