La obligación de comprar entradas para los Juegos rebota en la cara de la organización y dispara la reventa
Los aficionados debían adquirir localidades para tres eventos aunque luego podían ponerlas a la venta. Cerca de 300.000 están en el mercado.

Preocupa la reventa en los Juegos Olímpicos. Como prácticamente ocurre en cualquier competición de deporte de élite y ya se vio en la Eurocopa, llegando incluso a pedir miles y miles de euros por una localidad. ¿Y cuál es la novedad? En esta ocasión, resulta a la inversa. El problema no es esta transacción ilegal, ni el descontrol, ni posibles estafas. Aunque también. La organización teme que las gradas estén vacías, por la falta de interés en disfrutar en directo de las diferentes disciplinas.
A horas de la inauguración, se estima que más de un cuarto de millón de entradas (250.000) circulan en el mercado. Las últimas estimaciones sitúan ya 271.637 anuncios en relación a este tema, mientras que hace un mes el cálculo era de tan solo 180.000, según los datos publicados por Financial Times. Sí, hablamos de anuncios oficiales, a través de la plataforma oficial de reventa que está habilitada para aquellos que la compraran en su día y por cualquier motivo no pudieran acudir después. Por supuesto, a esto hay que añadirle todas las que se ofrezcan de forma clandestina en las puertas de los estadios o a través de otros portales de internet.
Otra duda asalta entonces: ¿por qué compraron entradas si no iban a acudir a los estadios?, ¿solo para revender? El sistema de compra era algo extraño y ahora pasa factura. Los aficionados estaban obligados a comprar su asiento para tres eventos diferentes para asegurarse de que todos los deportes tuvieran una representación clara en las gradas y evitar el colapso de las páginas web en cuestión. Eso sí, la organización permitía a los compradores vender aquellas entradas que no desearan.
Efectivamente, se pusieron a la venta de forma masiva y ha ido a más conforme se acerca la ceremonia inaugural. Mientras, la organización respetaba los plazos y seguía poniendo entradas a la venta, agravando el problema. Cabe recalcar que la plataforma oficial de reventa exige a los vendedores fijar el precio original, aunque en este no se incluye el 5% de gastos de gestión que tuvieron que asumir, ni tampoco el 10% que ahora tienen que afrontar los nuevos compradores.
El problema está sobre la mesa y nadie se encarga de ocultarlo. El director ejecutivo del comité organizador de los JJOO de París, Tony Estanguet, reconoció que había cientos de miles de entradas por vender, más las de la reventa. No hay más que ver las gradas en los partidos de fútbol masculino y femenino o de balonmano para comprobar que hay público, pero está lejos de presentar un alto porcentaje de afluencia. Eso sí, desde la organización se considera un gran éxito los cerca de nueve millones de entradas que han conseguido vender, aunque esto no asegure, ni mucho menos, el lleno en los estadios.
Lo que está por venir
Aunque los hoteles rozan precios prohibidos, o sea una auténtica quimera lograr alojarse en cualquier habitación de la ciudad, aún es posible comprar entradas para los Juegos Olímpicos, más allá de la reventa. La organización las pondrá a la venta conforme avancen las competiciones, también para favorecer que haya animación y que los equipos que avancen cuenten con apoyo en las gradas.
POV: You're an athlete at the #Olympics Opening Ceremony. 👀#Paris2024 is revolutionising Olympic Summer Games history with the first-ever ceremony outside a stadium. Welcome to the Seine.#MoreThanSport #OlympicGames @Paris2024 pic.twitter.com/AJjDKXin0Z
— The Olympic Games (@Olympics) July 25, 2024
Sin ir más lejos, la prueba estrella, los 100 metros lisos, aún cuenta con entradas disponibles, que van desde los 295 euros a los 980. No hay de qué alarmarse: las grandes disciplinas y las finales estarán con las gradas a reventar. De hecho, Financial Times estima que de las cerca de 270.000 entradas puestas a disposición del público en los canales de reventa, más o menos una cuarta parte son para el fútbol.
Estanguet aborda este asunto con total tranquilidad, porque, en realidad, ocurrió también en otros Juegos Olímpicos y continuará sucediendo en el futuro. "No me preocupa en absoluto. Millones de personas han visto los desfiles de la antorcha olímpica en las últimas semanas. Estamos muy seguros de que va a ser una fiesta maravillosa y popular". Eso sí, los números invitan a la suspicacia.
Salvando el caso de Tokio, influido de lleno por el coronavirus, en Río de Janeiro (2016) se vivió el mismo problema. En aquel entonces, las consecuencias no fueron positivas: solo el 23% de los compradores eran extranjeros, algo lejos del 30% de sus expectativas. También hubo polémica con que los compradores no pudieran ganar dinero en el sistema de reventa. Aun así, las grandes pruebas se vivieron con pasión y Brasil resultó una cuna del espíritu olímpico que nos acompañará durante las próximas semanas en París.