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Cuando un órdago de Solozábal permitió que el fútbol desfilara en Barcelona '92 y enamoró a Guardiola: "Me despertó del letargo"

El que fuera capitán de la Selección olímpica plantó cara a Vicente Miera y los jugadores se pagaron un cháter y fueron a Montjuïc.

La Selección española, sobre el césped de Montjuïc con el oro después de la final de fútbol. /GETTY
La Selección española, sobre el césped de Montjuïc con el oro después de la final de fútbol. GETTY
Lu Martin

Lu Martin

Las mujeres de la Selección española de fútbol no pudieron navegar este viernes por el Sena en la inauguración de los Juegos Olímpicos de París. Instaladas en Nantes, las jugadoras que capitanea Alexia Putellas ganaron el jueves a Japón (2-1) y vuelven a competir el domingo, contra Nigeria. Los responsables de la delegación decidieron que las futbolistas que representan al fútbol español no participaron en tan emblemático momento de los JJOO. Una lástima para ellas, sin duda, y una decisión que recuerda lo acontecido con el equipo masculino en los JJOO de Barcelona'92.

A las órdenes de Vicente Miera, que contó con la simbólica ayuda de Ladislao Kubala, el equipo español ganó la medalla de oro en la final contra Polonia en el Camp Nou, y estuvo en Montjuïc el 25 de julio de 1992 la noche en la que más de 9.000 atletas representando a 169 comités nacionales desfilaron por el tartán del estadio, dispuestos a competir en 28 deportes y 257 especialidades, entre ellas, el fútbol. 442 de aquellos deportistas eran españoles, incluidos los 22 futbolistas seleccionados para la disputa de un torneo que finalizó el 8 de agosto. Aquellos chavales ganaron el oro, pero casi un mes antes vivieron su gran momento olímpico y vieron como Antonio Rebollo encendía el pebetero de un flechazo sintiéndose, de verdad, parte del de la XXV olimpiada moderna. No fue fácil ganarse su presencia en esa ceremonia.

"Nunca se lo agradeceré lo suficiente", suele decir Pep Guardiola, hablando del que era capitán de aquel equipo, Roberto Solozábal. Pep guarda enmarcada la foto de aquella noche, elegantemente vestido con una americana azul, el uniforme oficial de la delegación española, junto a su amigo –ahora es su hermano- Manel Estiarte, en aquel anillo olímpico. Al frente de aquel grupo de deportistas, el entonces Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, hoy Rey de España.

El capítulo 15 del libro El meu fútbol, la meva gent que escribió Pep Guardiola en colaboración con Miguel Rico y se publicó por Sant Jordi del 2001 en la Colección Sport se titula "La vuelta Olímpica" y en el primer párrafo el hoy entrenador del Manchester City, de pretemporada en los Estados Unidos, es contundente. "Si no hubiera sido por el equipo Olímpico Español jamás hubiera pisado el tartán de Montjuïc". Y en esas, tercia Albert Ferrer, probablemente el mejor jugador la noche de la final, del España-Polonia en el Camp Nou, por mucho que la gloria, claro, se la llevara un tal Kiko, que logró el gol decisivo cuando el partido se esfumaba. "Recuerdo que nos dijeron que no íbamos, pero claro unos Juegos pasan una vez en la vida y creció la voluntad de hacer un esfuerzo y estar". Y más entre los catalanes, que no eran pocos, y veían Barcelona on fire en la tele y ellos venían de León y estaban en Valencia mientras amigos hospedados en la Vila Olímpica, parientes y amigos les explicaban de qué iba la fiesta.

Aquella selección que consiguió el oro en los Juegos

En aquel equipo había gente que hizo carrera, ya eran alguien o lo fueron. Albert Ferrer, Roberto Solozábal, Rafael Berges, Abelardo Fernández, Mikel Lasa, Juanma López, Miguel Hernández, Paqui, José Emilio Amavisca, Josep Guardiola, Luis Enrique, Francisco Soler, Gabriel Vidal, David Villabona, Cañizares, Toni Jiménez, Abelardo, Javier Manjarín, Antonio Pinilla, Kiko Narváez y Alfonso. Por cierto, los asturianos aportaron mucho al equipo y al grupo, empezando por la canción que sonó como fetiche en el autocar y el vestuario: "Hay un gallego en la luna", de Zapato Veloz. Con ella llegaron y volvieron de la noche de la vuelta olímpica. Pero para llegar hasta Montjuic, aquello tuvo miga.

El equipo se concentró casi un mes antes en un pueblo de Palencia, en Cervera de Pisuerga. Confiesa Pep en su relato que durante aquellos días se comportó como "un perfecto imbécil". Lo dice porque no interactuó con los compañeros -apenas era su tercera convocatoria con la Roja- y que en vez de valorar la suerte que tenía por estar donde estaba, de haberse sentido un privilegiado se preguntaba cadadiez minutos qué demonios pintaba él en pueblo perdido de la mano de Dios, entre otras cosas porque no veía la pelota ni por casualidad; lo único que hacían era correr y correr. "Para colmo disputamos un partido con una selección de jugadores de la zona y los tíos nos ganaron", recuerda el catalán en el mencionado libro, donde escribe que dio motivos suficientes para que aquel grupo, sus compañeros, le consideraran "un chulito, un sobrado, un engreído". Por supuesto que se arrepintió pronto y que ahora lo piensa y casi siente vergüenza de aquellos días en Palencia.

Mientras, el grupo tuvo un agrio enfrentamiento con la RFEF por las negociaciones de las primas. La primera fase de la competición de fútbol se jugaba entre Zaragoza y Valencia y fue en El Saler donde se concentró España. Cuenta Pep que al menos para él las cosas cambiaron absolutamente al llegar allí. Entrenando en Paterna empezó a disfrutar de pasarle la pelota a Kiko y de sus bromas, de las del Pitu Abelardo, de charlar con Luis Enrique, y admite que su comportamiento dejó de ser una tortura para su compañero de habitación, el Chapi Ferrer, su compañero en el Barcelona, que le conocía del Barça y que después de tantas cosas compartidas solo puede decir que "es un fenómeno". Reconoce el técnico más laureado del fútbol español que Solozábal "una mañana le despertó del letargo y le hizo tomar conciencia de que estaba en unos Juegos Olímpicos".

“Me arrepentiría de no haber estado en Barcelona aquella noche”

En Valencia se dieron cuenta casi todos que vivían a espaldas de los Juegos Olímpicos alojados a cientos de kilómetros de la Villa Olímpica, así que al menos, lo mínimo era vivir la ceremonia de apertura en Barcelona. Instaron al capitán a negociar con Miera y eso hizo el madrileño. Solozábal se fue a pedirle a Miera que les dejara ir a Barcelona. Hoy explica que a él personalmente le daba bastante igual ir que Vicente Miera. "Ahora me arrepentiría de no haber estado en Barcelona aquella noche", dice mientras asume que en el fondo, deportivamente, tenía sentido no ir. "Jugamos el 24 contra Colombia el primer partido, el 25 era la inauguración y el 27 jugábamos. A Miera no costó convencerle, porque él sabía que era mejor tenernos contentos, pero la Federación se puso de culo". Y pagó él, claro.

Roberto Solozábal, madrileño, jugó 287 partidos en el Atlético de Madrid, entre 1989 y 1997, al que capitaneó el año del doblete, en la temporada 95-96. Disputó 12 partidos con la selección absoluta y fue capitán de la Olímpica en Barcelona 92, disputando seis encuentros. Además también jugó en el Real Betis dos temporadas. Guardiola recuerda que Solozábal le dio muchas lecciones en aquellos Juegos. Por ejemplo, dice que en unas semifinales echó del vestuario a todo el que se asomó a saludar. Lo vacío. "Había ministros", recuerda Pep. Matiza Solozabal: "Había un ministro, Narcís Serra. Y fue contra Colombia. Lo que había era mucha gente en el vestuario que no pintaba nada, aquello era un carnaval y educadamente les pedí que nos dejaran estirar, que era un protocolo que seguíamos después de los partidos". Recordemos que venían de una tensa negociación por las primas.

Cuando la RFEF, que entonces presidía Angel María Villar, cedió, se generó un problema: ¿Cómo viajaban de Valencia a Barcelona? "La federación nos propuso ir en autocar y los jugadores decidimos pagarnos un chárter. Nuestra idea era llegar, subir a Montjuic, dar el paseo, salir de allí, avión y para casa". Todo se complicó un poco. "Estuvimos cinco horas en el Sant Jordi, porque, claro, salíamos los últimos y no nos dejaron salir cuando acabamos de dar la vuelta y saludar. Nos tuvimos que quedar tres horas más. Total, que fue una paliza que no veas. Menos mal que ganamos todos los partidos y ahora dices que aquello nos unió y tal y cual, pero si llega a salir mal nos crujen", se ríe .

"Yo lo que recuerdo es que cuando estábamos dando la vuelta vi a los del dream-team, que era mi gran objetivo y me salí a saludarles" dice Ferrer. "Yo la imagen que tengo es la de estar sentados y cansados en el Estadi, encerrados por motivos de seguridad, tres horas después de que todo acabara". Llevaban seis horas y tenían que volver a Valencia. "No me arrepiento de aquella experiencia". Ni Ferrer tampoco.

Han pasado algunos años, bastantes. El Chapi ejerce de comentarista de televisión, Guardiola tiene la fea costumbre de ganar muchos títulos como entrenador de un equipo que juega muy bien a fútbol, desde la zona azul de Manchester. Y Roberto Solozábal, el hombre que les llevó a Montjuic aquella noche del 25 de julio, el día que empezó Barcelona'92, a dar una vuelta olímpica, anda en bici porque dice "me dedico a vivir tranquilamente y eso, lo de la bici, forma parte de vivir tranquilamente".

"Gracias a Solozábal siempre pervivirá aquel dia de la inauguración en el que pude dar la vuelta olímpica" escribió Guardiola. Y eso no se olvida. Y eso, bajar por el Sena el dia de la inauguración de los JJOO de Paris'24, ya nunca lo harán las mujeres españolas del fútbol de Paris'2024. Será que no tienen un Solozábal.