La carne escasa y el tabú de los preservativos en la Villa: "Si los hay, no los he visto"
Las primeras horas de convivencia dejan detalles curiosos en una Villa Olímpica en la que Rafa Nadal es el epicentro del mundo.

En la Villa Olímpica hay dos clases de deportistas, los que ya tienen foto con Rafa Nadal y los que la tendrán. "Es increíble su paciencia y amabilidad, yo ya me la hice", comenta Mario García de la Torre, secretario general del Comité Olímpico Mexicano. La leyenda balear es, sin duda, el epicentro de una ciudad artificial creada para alimentar los sueños de 10.000 personas.
En esa ciudad no falta un impresionante gimnasio, lavanderías, guardería y hasta un servicio para personalizar colchones, en caso de que el deportista no esté conforme con la dureza del mismo. La categoría del restaurante siempre es un punto de debate en cada Villa Olímpica. En esta edición de los Juegos, la mayoría converge en que la calidad del producto es buena. "Se come bastante bien", comparten con Relevo un par de jugadores de rugby del equipo de Fiyi que acaban de darse un homenaje gastronómico. El problema no está en la calidad, sino en la cantidad. "No están sabiendo calcular los stocks, la carne escasea", indican desde el equipo español de gimnasia. "Hay que esperar mucho hasta que reponen, pero me imagino que mejorará con los días", confirman desde los Hispanos.
Una vez solventada la duda del restaurante, hay que abordar el tema de los preservativos. "En mi habitación no había y si los había, me los han quitado", dice un boxeador del equipo nacional que no quiso pronunciarse del tema del restaurante ("a mí de comida no me hables, que estoy con el pesaje"). Tampoco han tenido rastro de los preservativos en gimnasia. "Eso es todo mentira, sería en Río de Janeiro, aquí no hay nada". Otro jugador de balonmano da luz: "Creo que hay algún punto donde se pueden conseguir". Un último zanja el debate: "Aquí no hemos venido a eso".

Las distancias en la Villa son grandes, sobre todo para los equipos de fútbol, que tienen que atravesarla para ir al centro neurálgico donde están los principales servicios. Para ello hay bicis por toda la Villa a libre disposición. Pau Cubarsí, Eric García, Baena pedalean con soltura para conocer las zonas en las que residen los diferentes países. España al lado de Italia, los nórdicos agrupados, Francia en comunión con Andorra, Australia por todos lados, Ucrania, copada de banderas y dibujos de niños... Cada lugar tiene su encanto.
De la música y el ambiente se encarga Kenia, cuyo esperanzador combinado de rugby, segundo deporte patrio tras el atletismo, pasea unos altavoces por toda la Villa y baila al ritmo africano. Los japoneses, más comedidos, alucinan. El equipo de refugiados aprovecha el tiempo para tomar helados y conversar en uno de los numerosos puntos de comida, cafés y refrescos que tienen a su disposición los deportistas.

A falta de que lleguen las estrellas del atletismo y con el Dream Team de baloncesto en Lille, a una hora y media de París, los nadadores americanos acaparan parte de la atención, al menos el pequeño trozo de tarta que dejan Nadal y Alcaraz. Entre ellos, Caeleb Dressel muestra su simpatía con Relevo. "¿Hugo González? Claro que lo conozco", dice tras soltar una risotada cómplice. Uno de sus compañeros de selección vaticina. "Va a ganar una medalla en estos Juegos".
Dos leyendas del balonmano, con su físico imperial, sobresalen en la zona escandinava. "Yo voy a la ceremonia de inauguración porque soy el abanderado, es un orgullo. Mis compañeros no acudirán porque estamos ya en medio de la competición", explica a Relevo el portero danés Niklas Landin, que dejará su selección tras los Juegos. A su lado, la leyenda Mikkel Hansen, que se retira tras la cita de París, se pasea con un gorro de paja y la mejor de sus sonrisas mientras hace una videollamada con su familia.
Las horas pasan en la Villa, con un 'beach club' (para que los deportistas se relajen con hamacas y cafés de toda condición) que hace las delicias del equipo de hockey alemán y de toda la delegación de Argentina. La satisfacción en general es alta y los deportistas destacan el buen descanso en las habitaciones y la conformidad con las condiciones. Los chicos del fútbol de España lo corroboran. El talentoso valencianista Cristhian Mosquera se despide con la frase más escuchada en la Villa: "A ver si veo luego a Rafa".