La 'medalla' de Carlos Arévalo que no sale en Wikipedia: "En 2024 ya he ganado un oro olímpico"
El soldado del K4, compañero de Saúl Craviotto, Marcus Cooper y Rodrigo Germade, atiende a Relevo en la antesala de los Juegos de París.

La banda sonora que le ha cambiado la vida suena de fondo durante la entrevista. Carlos Arévalo (Betanzos, A Coruña, 1993) atiende a Relevo mientras pasea por Asturias a su hija Carlota, de cuatro meses. Aunque aún no lo sepa, en un par de semanas ella también tendrá un lugar de privilegio en el laureado K4 500 que su padre forma con Saúl Craviotto, Marcus Cooper y Rodrigo Germade, el barco que enorgullece a España.
En 2022 Arévalo se convirtió en el primer piragüista español de la historia en conseguir dos oros en un Mundial. Fue en Halifax (Canadá) en las pruebas de K1 200 y en el citado K4 500 (que en los Juegos de Tokio había sido plata). El coruñés fue reconocido por su Federación nacional como el mejor palista del año, lo que es sinónimo de ser el mejor del mundo. Amén de ser nombrado mejor deportista masculino en la Gala del Comité Olímpico Español de aquel 2022 inolvidable.
Dos años después, el soldado del Ejército de Tierra, convertido en mariscal cuando representa a la Roja en el agua, lanza un aviso a navegantes. "En los Juegos es donde nuestro entrenador, Miguel García, mejor afina el tiro. Yo me encuentro mejor que nunca, que es como hay que llegar a esta prueba tan importante", explica un hombre básico para las aspiraciones del K4 500 en el evento prioritario para las cuatro leyendas que componen la embarcación: "Es el objetivo principal, lo que venimos preparando desde hace varios ciclos y de lo que estamos más convencidos".
Los rivales de España se agarrarán al séptimo puesto del K4 patrio en el Mundial de Duisburgo del 2023, "por probabilidad alguna vez tenía que pasar", en una cita que no les obsesionaba en absoluto en aquel momento del ciclo olímpico. "No nos preocupa. Veníamos de ser campeones de Europa un mes antes. Este año nos estamos encontrando muy bien, en sensaciones y en tiempos. Vamos a por todas, si no hay un tema de mala suerte con las condiciones de la pista, todo va a ir bien".
El mimo al K4 no significa que Arévalo tire el K2 500 ni mucho menos. Junto al también gallego Rodrigo Germade forma una pareja por la que suspiraría cualquier país del mundo. "Somos un tándem muy bueno, que mejora día a día. Germade se acopla en cualquier embarcación de una manera increíble. Es un compañero infalible, siempre da lo mejor de sí mismo", comenta sobre el de Cangas, pura potencia y determinación.
El sueño de Arévalo es mejorar la plata de Tokio, aunque poco más le puede pedir al 2024, el año del nacimiento de su hija. "Este año ya tengo un oro olímpico, ahora voy a luchar por otro", afirma mientras Carlota le "sonríe desde el carrito", como reconoce el palista. "Todos los que sean padres lo saben, es una experiencia única, la cosa más bonita del mundo. El mejor oro olímpico que no cambiaría por nada".
El piragüismo está abonado, por méritos propios, a la figura de abanderado español en los Juegos. Primero fue Saúl Craviotto en Tokio, ahora Marcus Cooper en París... ¿En Los Ángeles 2028 es el turno de Arévalo? El de Betanzos responde entre risas, pero con la generosidad que le caracteriza: "Yo lo tengo difícil porque, haga lo que haga, siempre tendré a mi compañero Rodrigo Germade que va a estar mejor que yo, porque lleva más años peleando [en Río 2016 fue quinto en K4 1000]".
La Federación presidida por el expalista Javier Hernanz (miembro de aquel K4 1000 de 2016) está llamada a tirar del carro del medallero español (con múltiples opciones en canoa, kayak y eslalon) y dar el sorpasso definitivo a la vela, un deporte que le gana en el medallero por 21 a 20. "Siempre estamos con ese pique famoso, pero nosotros queremos lo mejor para ellos también, porque son compañeros de selección. De hecho, en Tokio nos vinieron a ver a la regata K4", dice. "Es verdad que en este ciclo llevamos a un equipo muy potente, todos con opciones de medalla".
Los piragüistas no se alojarán en la Villa Olímpica, ubicada en Saint-Denis, sino a 40 kilómetros, cerca de las instalaciones de Vaires-sur-Marne, a 20 minutos en coche de Disneyland. "Eso sí, cuando acabemos de competir iremos a la Villa y la disfrutaremos, no solo parar dormir", avisa el coruñés, que se quedará con el resto de sus compañeros hasta la ceremonia de clausura del domingo 11 de agosto. Será otro día marcado en rojo en su calendario.
A la vuelta de los Juegos, los palistas olímpicos no tendrán que pasar por el Mundial de Uzbekistán. A Arévalo le espera una cita más importante si cabe el 14 de agosto: "Me toca dar el pregón en mi pueblo, me lo pidieron ya antes de los Juegos. Me hace una ilusión tremenda, es otro empujón. Betanzos es una parte de mi corazón, toda la gente que me apoya día a día. Poder agradecérselo a la cara e inaugurar las fiestas es increíble". La pregunta es obligada: ¿la guinda podría ser dedicar una medalla olímpica a toda Coruña, tras hacer el saque de honor en Riazor? "Sería un orgullo inmenso", contesta. Que alguien recoja el guante en las oficinas de la herculina Plaza de Pontevedra. Arévalo es patrimonio de Galicia, orgullo de España.