JUEGOS OLÍMPICOS

Cuando Sevilla (no) soñó con ser olímpica: "Ni por un momento pensé que pudiésemos conseguir los Juegos, no soy tan tonto"

La ciudad hispalense se presentó para albergar los JJOO de 2004, con más ilusión que expectativas.

El Estadio Olímpico de Sevilla en los Mundiales de Atletismo de 1999 /ARCHIVO
El Estadio Olímpico de Sevilla en los Mundiales de Atletismo de 1999 ARCHIVO
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

Hay cientos de artículos, libros y documentales sobre el año 1992. Los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Expo de Sevilla, la llegada de España, por fin, a un lugar relevante en occidente. No es el año del cambio, eso llegó antes, pero sí en el que ese cambio pareció por fin real. Se habla del 92, que es la fiesta y el champagne, pero los grandes eventos dejan también grandes resacas.

Alejandro Rojas-Marcos, alcalde de Sevilla en aquellos días, temía que eso le ocurriese a su ciudad. "Después de un acontecimiento como una Exposición Universal, que se vive con una enorme intensidad, la ciudad se queda como vacía, como deprimida", explica el regidor, muchos años después de ese 92.

Se puede sin más asumir ese nuevo estado apático, abrazar el legado que haya dejado el acontecimiento en la ciudad y a otra cosa, pero Rojas-Marcos no es de esos sino de los que piensan que la mejor manera de mantener la ilusión, de no dejar a la ciudad decaer, era redoblar la apuesta.

El alcalde había acudido junto con Manuel Chaves, presidente de la Junta de Andalucía, a la Cumbre Hispanoamericana en Madrid. Allí se encontró con jefes de Estado y de Gobierno y ellos le ayudaron a entender una doctrina que marcaría los pasos siguientes. "Con los contactos que pude tener durante la Expo y en la Cumbre quedé con la sensación de que ellos pensaban que para una ciudad es importante realizar grandes eventos, ponerse en el mapa", explica.

Con todo eso dando vueltas por su cabeza, Rojas-Marcos entendió que aspirar a los Juegos era la mejor manera de no perder el impulso que se había logrado tomar en la Expo 92'.

En 1993, solo un año después de que Barcelona hubiese clausurado los Juegos, Sevilla anuncia que buscará los de 2004. Cualquiera que entienda del tema sabe que España no va a repetir en menos de 15 años como sede. También lo entiende así el alcalde.

"Este dato que te doy es absolutamente fundamental: ni por un momento yo pensé que podíamos conseguir los Juegos Olímpicos, porque tan tonto no soy. Salir al día siguiente de los Juegos de Barcelona con una nueva candidatura para España... sabía que no había ni una opción. Pero yo viví lo que pasó en Barcelona y lo que sucedió con las ciudades que competían contra ella. El mero hecho de la aspiración te daba una visibilidad mundial, la ciudad se pone en marcha, solventa problemas que va arrastrando..."

Esto se explica más de 30 años después, porque poco sentido hubiese tenido apuntarse así, dando por perdida cualquier opción. Y aunque el equipo supiese de las dificultades, el esfuerzo fue real. Sevilla hizo todo lo posible por ponerse a punto y ser una candidata verosímil, porque el mero hecho de intentarlo se entendía como una manera de solucionar problemas.

La candidatura de Sevilla, en la sede del COI. Rojas-Marcos es el segundo por la izquierda.  ARCHIVO
La candidatura de Sevilla, en la sede del COI. Rojas-Marcos es el segundo por la izquierda. ARCHIVO

La gestación de la idea

"Un día me vino a ver Enrique Moreno de la Cova, que era el comisario del pabellón del Comité Olímpico Internacional en la Expo e hijo de un antiguo alcalde de Sevilla. Charlando con él, de repente, le dije 'Enrique, y si intentamos que Sevilla sea candidata' Y cuando se va llamé a Samaranch, un poco a mi estilo, lanzado, que me ha pasado siempre, se lo dije. En vez de tirarme por la ventana me dijo que a Sevilla le iba a venir muy bien". Porque al COI también le interesa que los Juegos, el centro de todo, sea algo codiciado y buscado por muchas ciudades.

Ahí siguieron los trámites habituales, llamar al Comité Olímpico Español, a la Junta, a la Casa Real, al Gobierno... En algún momento Madrid se plantea seguir los pasos de Sevilla, lo cual es un problema, pues cada país solo puede presentar una ciudad. "Estaba Álvarez del Manzano de alcalde, se entera de lo de Sevilla y se lanzan. Yo lo tomé como una afrenta, llamé al alcalde, que era una bellísima persona y además sevillano, y le dije que no se le ocurriese presentarse, que le llenaba Madrid de sevillanos. No siguieron adelante", dice con humor Rojas-Marcos.

Es posible que en Sevilla nadie pensase que los Juegos iban a llegar, primero por la cercanía de los de Barcelona, también porque es una ciudad algo más pequeña de lo que se estila en el olimpismo, pero eso no significó ni por un segundo que no se lo tomasen en serio. Más bien al contrario, cuando uno se pone a algo se hace hasta las últimas consecuencias. "Es difícil que le den eso a una ciudad que no llega al millón de habitantes, es un problema, pero la comarca es grande y no iban a faltar instalaciones", rememora.

"Fue de una rentabilidad que no puedes imaginar, toda la ciudad haciendo deporte, en los lugares en los que no había dinero para hacer un campo de fútbol lo hacíamos de albero. Fue una explosión, recogimos ciento y pico mil firmas de apoyo, fue algo precioso", recuerda el alcalde sobre un proyecto que se arremolinó ante el slogan 'Sevilla, ciudad del deporte'.

"Carlos Ferrer-Salat me dijo que la manera de hacerse con una legitimación era apoyar cualquier actividad deportiva. Si vienen los del Judo para un congreso, tú lo montas. Los de natación, los del atletismo... lo hicimos y fue un éxito, Samaranch vino una vez y dijo que Sevilla tenía el mejor calendario deportivo de Europa, eso se consiguió año a año", remarca.

Fue más que un sueño. Se prepararon dosieres, entrevistas, se movió gente, se contrataron profesionales de indiscutible valía. Uno de ellos fue Herminio Menéndez, que unía a sus tres medallas olímpicas, una absoluta rareza para un español y más en aquellos días, un historial muy relevante como dirigente deportivo.

Y se hicieron grandes eventos. "Esa fue la rentabilidad de la candidatura, el slogan se convirtió en realidad. Yo iba a tomar una tapa a un bar y los dueños me decían que llenaban por la cantidad de acontecimientos deportivos que había en la ciudad. También los hoteles", recuerda el alcalde.

Piragüistas por el Guadalquivir cruzan un puente colgante.  ARCHIVO
Piragüistas por el Guadalquivir cruzan un puente colgante. ARCHIVO

Un río diáfano

Por poner dos ejemplos, quizá los más significativos, se podría empezar con los Mundiales de piragüismo del año 2002. El deporte, en el que España compite como los mejores, encontró en Sevilla un lugar en el que brillar. Hoy en día el Guadalquivir sigue siendo la joya de la corona para los palistas. Y hubiese sido imposible si, años antes, cuando se planificaba la Expo, Menéndez no hubiese hecho una llamada unos cuantos años antes.

"Los puentes que hoy ves en Sevilla no iban así originalmente. Eran puentes con arcos. Yo convencí a Jacinto Pellón, que era consejero delegado de la Expo, de que esa era la única manera de tener en España un canal olímpico, si los puentes tenían arco no se podía. Esos puentes atirantados que hoy son una maravilla. No hay ninguna ciudad del mundo que tenga un canal olímpico urbano tan bonito como el de Sevilla", recuerda Menéndez.

"Yo estaba en el CSD y por eso me pude mover, yo veía que era una pena llenar de puentes antiguos la ciudad, porque si ya están allí pues están, pero si hay que hacerlos nuevos... son un símbolo de la ciudad estos puentes", cuenta.

A veces se nos olvida la magia del deporte, la capacidad que tiene de romper, de mover, de transformar. Sevilla terminó teniendo los puentes como emblema de la ingeniería moderna porque Menéndez pensó que por debajo se necesitaba una lámina de agua por las que pasasen los piragüistas.

Los puentes nuevos, más sofisticados, eran también más caros, pero por el camino se consiguió un acuerdo con Ensidesa, la empresa pública de siderurgia, para que proporcionara el acero de la obra. Y eso, en plena reconversión de la industria española en los años 80, tampoco sobraba.

La clausura de los Mundiales de 1999. ARCHIVO
La clausura de los Mundiales de 1999. ARCHIVO

El estadio

Sevilla tiene un estadio olímpico y muchos lo consideran un elefante blanco. Así se denominan a las grandes obras públicas que no tienen uso o el que tienen es insuficiente en relación con las expectativas. Mucho dinero invertido, poco rédito. Hoy en día tiene partidos de la Selección española, fue sede de la Eurocopa en 2021, algún concierto, pero la mayor parte de los días La Cartuja está cerrada y sin actividad.

¿Fue culpa de los Juegos, se fue de las manos el proyecto hasta construir un estadio que de poco iba a servir? Según los protagonistas, no.

"Se ha dicho que yo hice el Estadio Olímpico, que fue un despilfarro de dinero, para la candidatura. Es absolutamente falso, yo no estoy tan loco de hacer algo así sin tener la nominación como ciudad olímpica, un estadio vale muchísimo dinero. Es verdad que yo le puse el nombre y me llamó Samaranch diciendo que no podíamos llamarlo así, le convencí y se registró como Estadio Olímpico, pero no tenía nada que ver con la candidatura", explica Rojas-Marcos.

"En la mente estaba que aglutinase a los dos equipos, no se hizo pensando solo en los Juegos, era una infraestructura enorme que había que rentabilizar y sabemos que hay ciudades como Roma o Milán que tienen un estadio para sus dos equipos", rememora Menéndez.

Lo explica con más detenimiento el alcalde: "El estadio se construyó porque en conversaciones con el Sevilla y con el Betis tuve la idea de que liberaran sus campos y se fuesen a jugar al mismo lugar. Si viajas por Italia ves que hay lugares donde no se malgastan espacios increíbles en el centro de la ciudad. En el caso de Sevilla se podía haber ayudado económicamente a los clubes con una recalificación y ahí se podía haber hecho vivienda, parques... de todo".

El Pizjuán y el Villamarín eran por aquel entonces dos estadios avejentados, sin las reformas que vivieron después, y los dos equipos tenían importantes estrecheces económicas. Hoy en día suena raro, pero el alcalde recuerda que todo el mundo estaba a favor, tanto en el espectro político como en todas las administraciones.

Se firmó un acuerdo para constituir una sociedad que está participada en el accionariado tanto por el Betis como por el Sevilla y en ese momento se conceden los Mundiales de Atletismo de 1999. "Se previó que debajo de esas pistas se pudieran avanzar las gradas para que la gente estuviera cerca de los jugadores, como en un campo tradicional, ese era el objetivo", recuerda Rojas-Marcos.

¿Qué falló? Un poco de todo, el alcalde recuerda que cambió el Gobierno de la nación, empezó la guerra del fútbol entre televisiones, la conversación se enconó y proponer un acuerdo entre dos equipos que tienen una intensísima rivalidad nunca es fácil. Menos todavía con los dirigentes de la época.

"A Lopera todos le conocéis, sabéis como es, te podía decir una cosa, mañana otra, en privado una cosa y en público lo contrario, pero hubo momentos de acercamiento. También lo que pasa es que la opinión en el día a día de la afición influye mucho en los dirigentes", comenta Menéndez. El alcalde recuerda conversaciones de madrugada, en la alcaldía, tratando de evitar que se enterase la gente y estallase la bomba.

"En el cambio de Gobierno a Álvarez Cascos se le ocurre que para qué quiere Sevilla un estadio para los dos clubes, que es muy complicado, y llegan a un acuerdo con Lopera. Nos dicen que se lo demos a Lopera y yo me niego. Yo no soy un constructor de estadios, eso se ha hecho con dinero público y Lopera nunca ha pagado nada de lo que dice que va a pagar, no me lo creía. Por encima de mi cadáver", explica Alejandro Rojas-Marcos que en ese momento había perdido la alcaldía pero seguía, como teniente de alcalde, manteniendo las competencias sobre el deporte.

Terminó hablando con Lopera para decirle que se olvidase, que o todos o ninguno. Una conversación difícil, con amenazas veladas, a la que resistió. Rojas-Marcos cree que había mar de fondo, era un momento en el que el fútbol se ha convertido en arma arrojadiza en la política nacional.

El estadio quedó ahí, para unos excelentes Mundiales de atletismo en los que Niurka Montalvo y Abel Antón se proclamaron campeones.

La presentación de la candidatura para los Juegos de 2008 en la sede del COI. ARCHIVO
La presentación de la candidatura para los Juegos de 2008 en la sede del COI. ARCHIVO

Y llegó Madrid

Sevilla no logró pasar el corte entre las finalistas de 2004, unos juegos que terminaron en Atenas. Pero la idea no murió ahí, porque al primer 'no' siguió un nuevo "¿Y sí...?". Ahí, sin embargo, apareció un problema distinto: Madrid y su propia candidatura olímpica.

La capital también pudo ser la solución, pero ya lo hizo todo más difícil. Lo cuenta Herminio Menéndez, consejero delegado de la candidatura: "Intenté algo que, como una posibilidad que ahora, con el paso de los tiempos, se ve que está ya más de moda, que haya varias sedes fuera de una misma ciudad. Se me ocurrió una candidatura conjunta con Madrid, en la cual había acontecimientos en Andalucía, porque Madrid necesitaba agua para la vela y para deportes acuáticos, la hípica estaba muy arraigada en Sevilla... había una opción de un acuerdo y me parecía lógico".

No salió, aunque había cambiado el color de la alcaldía, Rojas-Marcos seguía por ahí y, según la versión de Menéndez, fue él quien se negó a ir con Madrid. Por eso el piragüista se marchó: "A mí me pareció un suicidio competir contra ellos".

Llegó una votación en el COE y la capital se impuso por 157 votos a 103. La experiencia de Sevilla se veía apartada por una ciudad más grande, más poderosa. Y, como nunca llegó a conseguir su objetivo, hoy quizá sigue siendo el principal problema si la capital hispalense quiere intentarlo de nuevo. "Mientras no haya unos Juegos en Madrid, Sevilla tiene pocas opciones", considera Menéndez, cuyo historial olímpico, en todas las posiciones posibles, hace que su opinión no cuente solo como una más.