Apretó el botón ocho veces y de repente es el fotógrafo más famoso del mundo: "Es una locura, veo mi foto por todas partes"
Jerome Brouille, profesional de AFP, inmortalizó el vuelo de Gabriel Medina. El propio surfista le ha felicitado.

"I believe I can fly". Una canción icono de toda una generación y de la capacidad inmortal de surcar los cielos con la que todos hemos soñado. Gabriel Medina, legendario surfista, es de los pocos afortunados en lograrlo a través del visor de una cámara. La competición no existiría si al otro lado no hubiera alguien para contarlo: ya sea la voz (quién no recuerda la narración de Julia Luna y Javier Soriano con el oro de Mireia Belmonte) o la imagen. Desde estos Juegos Olímpicos, el surf se ha convertido en ilustre gracias a una fotografía que nos hizo creer que era posible suspendernos en el aire. Cientos de niños alrededor del mundo tratarán de imitar al brasileño en las playas, es el legado que también deja el deporte. Y esta historia, claro, tiene dos protagonistas: el mencionado Medina y uno mucho menos conocido. Él es Jerome Brouille, fotógrafo de AFP.
Pocos elegidos tienen la capacidad de fotografiar la instantánea que pasará a la posteridad. En el proceso, hay detalles impredecibles. Si Gabriel Medina no hubiera volado con una puntuación de 9.9 ni hubiera querido mostrar al mundo su hazaña con el brazo en alto, jamás la imagen habría tenido tal valor. No por ello hay que restar ni un ápice de mérito a Jerome Brouille. En una conversación con Relevo, el autor de la imagen de estos Juegos Olímpicos reconoce que su trabajo de autor es, en realidad, un secreto a voces. ¿Sabía solo él que Gabriel Medina haría eso, que daría ese salto, que quedaría suspendido en el aire, la posición idónea para que pareciera que volaba?
"Conozco el surf, especialmente a Gabriel Medina y su particularidad para arrancar las olas en Tahití. Eso me ayuda a estar preparado. Pero no es un secreto, todos los fotógrafos lo saben. Así que no fui solo yo quien intentó hacer esa foto", reconoce. Por supuesto, la experiencia le colocó en la pole para conseguir la icónica imagen: "Empecé con la fotografía hace unos diez años, un poco más. Soy fotógrafo de deportes, pero el que más me gusta es el surf. Cuando llegué a Tahití sabía que quería fotografiar las olas porque es un lugar absolutamente increíble. Esta ola ha sido mayor que la mayoría de las que he visto en mi vida".

Como en todo, estar especializado es el primer paso para el éxito: "Es necesario conocer el deporte en profundidad para ser capaz de sacar la mejor foto. como en Fórmula 1, la NASCAR, el fútbol americano, el fútbol… Con Wembanyama me empecé a fijar en el baloncesto. Saber de un deporte te ayuda a encontrar algún lugar mejor, la mejor posición y los mejores ajustes".
Unas condiciones casi imposibles
Desde la grada o desde pie de campo, los fotógrafos de los Juegos Olímpicos disfrutan de una posición privilegiada para sacar la mejor cara de las leyendas que defienden el espíritu olímpico. En surf, es diferente: ¿dónde están los profesionales? ¿Acaso desde la orilla es posible enseñar con plena calidad las hazañas de los surfistas? No, claro que no. En este caso, un barco les lleva hasta una posición idónea, pero claro, nunca es idónea en una disciplina como esta.

La profundidad de la ola, cómo el deportista sale lanzado tras esta… Un barco en estático dificulta que las mejores fotos lleguen al público. "Estamos en un mismo barco con todas las agencias, así que esto es lo que hay. Solo puedo moverme por el barco, pero el conductor es muy experimentado y se las arregló para estar en el mejor sitio. Sabe lo que el fotógrafo quiere e hizo el camino para estar en el sitio ideal para sacar las fotos estando en una posición segura", cuenta a este medio Jerome Brouille.
Un profesional sabe mejor que nadie cuando todo ha ido sobre ruedas. Una mínima comprobación es suficiente para saber si el click se traducirá en fotos que abrirán periódicos e inundarán las redes sociales: "Saqué siete u ocho fotos, miré el visor y vi que era una foto buena. Seleccioné la toma y la envié al editor". Jerome lo cuenta como si fuera una más, como si no resultara una imagen que irá de generación en generación y se recordará como una de las instantáneas de esta edición, junto al mágico encendido del pebetero o el abrazo entre Rafa Nadal y Zinedine Zidane.
Como los deportistas, son años y años de preparación buscando estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. Los fotógrafos, al menos, tienen más oportunidad, aunque dependen de mil y una circunstancias. "Sí, estaba preparado. Este tipo de vuelo es habitual para los surfistas, pero especialmente para Gabriel Medina. Es un competidor al que le gusta el show, especialmente en Tahití. Todos lo sabíamos y estábamos listos para cazarlo. Sinceramente, no sé si la foto llegó en el momento perfecto o se pudo mejorar. Creo que la viralidad habla por sí sola. Al principio cuando la vi, estaba en el barco, había muchas olas, el tiempo no era tan bueno… No me imaginaba que llegaría a ser tan viral", valora el profesional de AFP.
La perfección, el arte y la suerte
Hablar de suerte en el deporte de élite resulta una temeridad. Siempre hay un mejunje de trabajo sumado a la oportunidad y es así. Que todas las circunstancias se dieran de forma simultánea no es más que un escenario soñado para los que se ganaron estar ahí. Y aun rozando la gloria, hay espacio siempre para la crítica. Jerome Brouille evita ser él juez de su propio trabajo y dejar en el público la valoración final: "Creo que la gente dice que es perfecta. Así que eso está bien para mí. No sé si puedo mejorarla, la foto es como es. No lo sé. Cuando me entrevistan siempre hablo de preparación y experiencia, pero nunca me olvido de decir que hay cierta parte de suerte en la fotografía".
En el surf, todavía más: "Todas las tomas son únicas. Si pudiera controlar todos los parámetros, la foto sería como cualquier otra foto. El surf es como la fotografía porque siempre estás esperando esa ola. Si no hay olas cuando las necesitas, pierdes la eliminatoria. Cuando hago una foto, estoy entrenando".

Bajo un discurso de modestia, el fotógrafo sigue centrado en disfrutar de la competición, mientras su mítica captura se expone a ojos del mundo a través del altavoz más feroz: las redes sociales. Pero nada como el reconocimiento de sus propios compañeros de AFP: "He recibido mensajes suyos, realmente lo aprecio porque son muy buenas personas y esto es un trabajo en equipo. Trabajamos juntos porque ellos trabajan para ponernos a mí y a Ben (otro fotógrafo) en la mejor situación para hacer las mejores fotos".
Como a nadie le amarga un dulce, el tsunami mediático de su imagen también lo ha surfeado de la mejor forma: "Soy consciente, veo mi foto por todas partes. Es una locura, creo que aún ignoro un poco el impacto de la foto en algunos lugares. Hablé con una periodista alemana y estaba realmente entusiasmada". Como ella, miles, aunque la competición no pare y siempre haya historias por contar a través de la imagen.
El sacrificio de los fotógrafos
Una profesión en peligro de extinción. Los fotógrafos son un elemento prescindible en los medios de comunicación por la presencia de las agencias y por la utilización del vídeo como mejor forma de plasmar el espectáculo deportivo. No todos tienen la oportunidad de plantarse en unos Juegos para cumplir el sueño de acompañar con su cámara las hazañas olímpicas. Y por el camino son muchos años de colaboración para diferentes medios, trabajo poco constante, salarios en ocasiones bajos o dependientes de llamadas que no siempre tienen por qué llegar.

Jerome no representa ese caso, ya que ha tenido grandes oportunidades laborales que le han posibilitado capturar a Gabriel Medina surcar los cielos. Este cuenta a Relevo que lleva trabajando tres años para AFP y que la agencia ya le comunicó que montarían un dispositivo para organizar los Juegos Olímpicos desde Tahití. Un aviso que llegó hace dos años y que, como una plaza olímpica, representa muchísimo más que ejercer su profesión. También supo pronto cómo funcionaría todo y, como tal, pudo preparar su labor: "Me informaron de mi posición y de todo. Del barco en el canal, cerca de la ola, cómo empezamos viendo la ola por la derecha y luego cómo pasa por delante de nosotros y va a la izquierda hacia el arrecife".
Y otro clásico: la utilización de las fotos sin mencionar quién es su autor. En esta ocasión, su protagonista le resta importancia: "En realidad no tengo tiempo para mirarlo, estoy haciendo tantas entrevistas, tengo tanto trabajo… Siento que la gente me etiqueta en fotos, que está en todas partes. Es fantástico".
El mensaje que une al deporte con la gente
"Probablemente sea la más icónico, pero no estoy seguro de que sea la mejor". Miles de instantáneas tomadas por su cámara como resumen de una vida dedicada al deporte. Una imagen no solo habla por lo que muestra, sino por toda la historia que tiene detrás. "Es difícil de explicar, pero porque me encanta esta toma, es especial. Prefiero las fotos de surf de todos modos. Pero esta es probablemente una de mis tres mejores fotos seguro. ¡Pero tengo algunas fotos que me encantaría enseñaros también!", pronuncia.

La veremos en un futuro. No solo cuando echemos la vista atrás para recordar estos Juegos, sino quizás también en algún concurso: "Trataré de entrar por supuesto". Jerome Brouillet seguirá firme sobre el barco y busca tomarse un respiro entre tanto ajetreo. Por ahora, el clima le ha dado una tregua en Tahití, aunque incide en el agotamiento que le están suponiendo estos días entre la competición, la exposición mediática tras su imagen icónica y, por supuesto, el esfuerzo físico que deben realizar los fotógrafos en estas condiciones.
Todo esfuerzo merece la pena. Tras cada fotografía se esconde una historia y la conexión más real entre el deporte y la gente. Gabriel Medina, autor de un 9.9 y de una ola para la posteridad, es quien acabó felicitando a Jerome: "Me acaba de enviar un mensaje. Me ha dicho que la foto era impresionante, realmente buena. Me ha dado la enhorabuena. Le he respondido que muchas gracias y que muy buena ola también". Los dos protagonistas de esta historia volverán a reunirse cuando haya medalla. Solo uno la recibirá, pero no lo podría hacer sin el otro. Una imagen para la historia como reflejo del merecido oro de todas aquellos que están al otro lado de la cámara. Héroes en silencio.