JJOO | TENIS

Nadal, Graf, Serena, Venus... la otra lista de notables a la que se quiere apuntar Alcaraz

El tenista español aspira a lograr dos grandes y un oro olímpico individual en una sola temporada. Es uno de los clubes más selectos del deporte.

Carlos Alcaraz celebra su victoria contra Tommy Paul. /EP
Carlos Alcaraz celebra su victoria contra Tommy Paul. EP
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

Tanto Carlos Alcaraz como Novak Djokovic dijeron a principio del año que entre sus objetivos en esta temporada estaba ganar el oro en los Juegos Olímpicos. Sorprendió un poco, porque la relación del tenis con el gran evento deportivo no siempre es la más fácil. Solo volvió al programa en 1988, cuando el COI se quitó los remilgos del profesionalismo de la mano de Samaranch y desde entonces ha vivido en un contraste evidente con el resto de deportes. Los tenistas no necesitan los Juegos para copar portadas y ganar millones, son una ilusión pero no un mandato.

Además de esa ligera interferencia, esa anomalía, existe otro problema en la relación que tiene solución difícil: el calendario. El tenis es un deporte que estalla con la primavera, carga el calendario con Roland Garros y Wimbledon, que para más inri lo ponen más difícil cambiando de la superficie más lenta, la tierra batida, a la más rápida, la hierba. Terminan todos desfondados, claro, con un mes para recobrarse y pensar en el último puerto de la etapa, el US Open, que llega siempre a finales de septiembre. No marca el final de la temporada, pero sí de todo lo que marca el corazón.

Meter unos Juegos Olímpicos es poner una capa más de dificultad. La organización elige pista, en este caso la tierra de Roland Garros, y eso obliga a los jugadores a tener tres picos de juego cuando en las temporadas normales solo hay dos. Si ya es una anomalía ganar dos grandes en una carrera, todavía más en un solo año, conseguir juntar dos y la medalla olímpica está casi fuera de lo imaginable.

Y eso es, precisamente, lo que sueña con conseguir Alcaraz. Si logra ganar dos partidos más, lo habrá logrado. Un sueño, un golpe encima de la mesa, una demostración más de que forma parte de un colectivo muy pequeño, el de tenistas que son capaces de desafiar incluso las bases de la lógica.

Es una categoría a la que, por supuesto, pertenece Rafael Nadal. Fue en el año 2008, él tenía 22 años y mordió consecutivamente la copa de los mosqueteros, que señala al campeón en Roland Garros, su primer Wimbledon y, finalmente, el oro en Pekín. En ese lapso de tiempo ganó los tres torneos, pero quedarse en eso sería no explicar toda la historia. También le cambió la vida por completo.

El jugador que entró en aquella primavera no fue el mismo que salió. En esos meses demostró que no solo era un jugador de tierra batida, sino mucho más que eso. Podía ganar a Federer en hierba, podía imponerse sobre el cemento contra los mejores en una fiesta grande. Podía, en definitiva, aspirar a ser uno de los mejores de todos los tiempos. Ahora es fácil pensar que todos lo veían, pero la mayor parte de las cosas solo se creen cuando se convierten en reales, y eso solo llegó en aquel 2008.

No es el único en la lista de gente que, en los Juegos, demostró que sus límites estaban por encima de lo que se esperaba. Ahí está el caso de Steffi Graf, una de las mejores tenistas de siempre que en 1988 ejerció una tiranía como nunca más se ha visto empuñando una raqueta. Graf ganó en Melbourne, en París, en Londres, en Seúl y en Nueva York. Es el golden slam, uno de esos retos que solo suenan posibles jugando a la videoconsola.

Existe un caso de otro tenista que lo intentó y se desfondó por el camino: Novak Djokovic. Fue en el año 2021, en los anticlimáticos juegos de Tokio. El serbio dominaba el circuito con puño de hierro, se llevó el título en Australia, en Roland Garros y en Wimbledon. Parecía inevitable, llevaba un 6-1 en su semifinal contra Zverev, pero se fue del partido y terminó perdiendo el bronce con Pablo Carreño, completamente desubicado. Esa derrota es uno de los motivos, no el único pero desde luego sí importante, por los que ahora parece un poco obsesionado con ganar en París y quitarse esa pequeña mota de polvo de su historial.

En la lista de ganadores de dos grandes y un oro olímpico individual en la misma temporada se encuentra también Serena Williams. Cómo no. La tenista estadounidense, un prodigio de este deporte, logró en 2012 encadenar Wimbledon, el oro en Londres —en las mismas pistas, eso sí— y finalmente el US Open. Llamativo, sin duda, aunque quizá, siendo ella, lo fue más que en Roland Garros esa temporada perdió en la primera ronda. Porque en estos párrafos se cuentan hazañas, no hay que perder perspectiva, lo que está intentando Alcaraz es de una complejidad extrema.

Su hermana, Venus, lo había logrado también antes, en el año 2000. En su caso el colofón a una temporada histórica llegó en los Juegos de Sidney, es decir se llevó casi todo lo que se podía ganar en las antípodas y le añadió una victoria más en Wimbledon, el torneo que ganó en cinco ocasiones.

Si quieren pueden volver a leer estos nombres: Nadal, Serena y Venus Williams, Steffi Graf. Cualquier listado que se pueda hacer del tenis tiene que darles a todos ellos un hueco especial, un recuerdo de importancia. Es en ese listado en el que ahora quiere entrar también Carlos Alcaraz. Tiene 21 años, le queda toda la vida por delante, pero con muy poco tiempo de servicio ya piensa encaramarse en las listas más selectas de su deporte.