El "all-in" de Nadal con el muslo vendado tiene un precedente que le sonríe y su protagonista en Djokovic
El español está dispuesto a echar el resto en París y, si quiere dos medallas, tendrá que jugar once partidos en nueve días. Este martes se enfrenta a Djokovic (sobre las 14:00).

Hace exactamente dos meses, el 27 de mayo, Rafael Nadal estaba también en París, también en las instalaciones de Roland Garros. Aquel día sufrió la primera derrota de su carrera en la primera ronda del Grand Slam francés: llegó muy apurado de tiempo, tuvo mala suerte en el cuadro y Alexander Zverev le enseñó los límites a un tenista que venía de masticar la retirada y que unos días después cumpliría 38 años.
[Nadal - Djokovic, en directo: resultado del tenis de los Juegos Olímpicos 2024]
Aquel lunes lluvioso en París, Nadal abandonó las instalaciones del Bois de Boulogne con un único pensamiento: seguir dando pasos en la dirección adecuada para llegar a los Juegos Olímpicos de París 2024 con posibilidades reales de pelear por las medallas de singles y de dobles.
Nadal ya sabía por aquel entonces que iba a tener un papel protagonista en la ceremonia de inauguración de los Juegos. Sabía que París le quería homenajear por sus 14 títulos de Roland Garros, dándole la antorcha en uno de los momentos estelares del espectáculo. Nadal no quería perderse por nada del mundo los Juegos de París. Quería esa foto y quería ampliar su cosecha de metales (ya tiene un oro en individuales en Pekín 2008 y otro en dobles en Río 2016).
Por eso, tomó una decisión que siempre es difícil para cualquier jugador, y más cuando tienes el gen competitivo de Nadal: renunció a competir en Wimbledon para evitar daños físicos por el doble cambio de superficie que suponía ese tierra-césped-tierra. Puso todos los huevos en la cesta de los Juegos Olímpicos.
Se marchó de París, descansó unos días con su familia en Mallorca y enseguida volvió a los entrenamientos. Estuvo varias semanas ejercitándose en su academia, después viajó una semana a un resort de lujo en Grecia, donde se entrenó otra semana, y a mediados de julio se subió de nuevo al avión para volar hasta Bastad. Allí, en Suecia, disputó su primer torneo desde Roland Garros y llegó a la final. Aunque perdió en el partido por el título, las sensaciones fueron muy positivas: su cuerpo había aguantado bien, ganó una batalla de cuatro horas y sumó muchos minutos en pista. No era ni mucho menos la preparación ideal para unos Juegos, pero estaba en una posición más que positiva teniendo en cuenta de dónde veía. En marzo le dijo literalmente a su entorno un "No puedo más, me retiro".

Una microrrotura a su llegada a París
A su llegada a París hace una semana todo eran sonrisas. Pero en el entrenamiento del miércoles, Nadal notó un pequeño pinchazo en el muslo derecho y enseguida saltaron las alarmas. Esperó unas horas y jueves por la mañana acudió a una clínica para hacerse unas pruebas y después canceló su entrenamiento. "Tuve que parar un día porque tuve un problemilla en el aductor largo. Salió una imagen que había algo muy pequeñito", admitió Nadal en la tarde del domingo, tras debutar con éxito en el cuadro de singles con un triunfo por 6-1, 4-6 y 6-4 sobre el húngaro Marton Fucsovics.
Ese "problemilla" fue una microrrotura muscular, de apenas unos pocos milímetros, que no le impidió saltar a la pista el sábado junto a Carlos Alcaraz para el dobles. Es cierto que la exigencia del dobles es mucho menor que en partidos individuales, pero el muslo de Nadal aguantó bien y eso le dio confianza para probarse este domingo en el singles. "He trabajado muchísima fisioterapia estos días y más o menos va aguantando. Cuando hay una imagen así de un músculo no tengo la certeza de cómo va a reaccionar, pero la imagen es muy pequeña y parece un músculo que no tiene un impacto muy directo en los movimientos. Por eso soy relativamente optimista con ello".

Optimismo va a necesitar mucho Nadal, porque el tamaño del reto que tiene por delante es absolutamente descomunal: si quiere colgarse dos medallas más, tendrá que jugar 11 partidos en nueve días. Todo eso con 38 años, el muslo vendado y con mucho menos rodaje en las piernas del que hubiera firmado.
El precedente de Djokovic
No es ni mucho menos la primera vez que Nadal fuerza el físico. Ya conquistó un Roland Garros con el pie dormido y ha ganado decenas de partidos con lesiones más o menos graves. Y también hay un precedente que le sonríe y su protagonista es precisamente Novak Djokovic, el hombre al que se enfrentará este lunes en la pista central de Roland Garros.
El serbio ganó el Open de Australia 2023 con una rotura muscular en los isquiotibiales de la pierna izquierda que sufrió unos días antes de que arrancara el Grand Slam. El director del torneo fue el que reveló la magnitud de la lesión. Según Craig Tiley, Nole tenía una rotura de tres centímetros. La gente no se lo creía y los médicos dudaron de que pudiera ser cierto.
"No, con una rotura así no es posible competir a este nivel", dijo en aquel entonces a Relevo Rubén Mateu, que fue fisioterapeuta de Serena Williams en la última etapa gloriosa de la tenista estadounidense. "Mi opinión médica, y con la experiencia que tengo, es que no es posible".
Djokovic fue pasando de rondas y acabó levantando su décimo título en Australia habiendo perdido un solo set. En la final jugó incluso sin vendaje compresor, lo que despertó todavía más suspicacias. El serbio, molesto, prometió que mostraría pruebas. "Publicaré algunas fotos en las redes sociales sobre todo lo que pasamos. No quiero parecer patético, porque he ganado. Pero hace dos años pasó algo parecido y la gente aún hoy duda de aquella lesión, dice todo tipo de cosas, se burla... Siento la necesidad de mostrar y probar ciertas cosas. No tanto por esa gente, sino por mí, algunos comentarios me molestan un poco". Un año y medio después, Djokovic todavía no ha arrojado más luz sobre aquel episodio.