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Novak Djokovic mira a Rafael Nadal y ya sabe lo que le espera: "Jugar aquí con él es una final"

Ambos tenistas se verán las caras en la siguiente ronda del torneo olímpico.

Novak Djokovic y Rafa Nadal durante las previas del último Roland Garros. /Getty
Novak Djokovic y Rafa Nadal durante las previas del último Roland Garros. Getty
Sebastián Fest

Sebastián Fest

París.- Novak Djokovic mira a Rafael Nadal y ya sabe lo que le espera: "Jugar aquí con él es jugar una final". Quedó atrás la idea, seriamente barajada, de que el mallorquín renunciara al individual para concentrarse en el dobles junto a Carlos Alcaraz, quedó atrás el sábado el australiano Matthew Ebden, despachado 6-0 y 6-1 por Djokovic, y este domingo el húngaro Marton Fucsovics, derrotado por Nadal 6-1, 4-6 y 6-4 y en un partido que mostró aspectos interesantes del presente del 14 veces campeón de Roland Garros.

¿Uno muy importante? Nadal no perdió la capacidad de lucha, porque sigue inflamado de pasión tenística y deportiva.

¿Otro incluso más importante? Con el tenis que exhibió este domingo se le hará muy cuesta arriba derrotar a Djokovic.

¿Y lo más importante de todo? Lo que queda ahora por delante son ellos dos: Djokovic, 37 años, número dos del mundo, y Nadal, 38 años, 161 de un ranking mentiroso, aunque fiel a los hechos.

Cuando Djokovic pise, presumiblemente este martes, nuevamente la tierra naranja de la pista central Philippe Chatrier tendrá en la memoria, antes que el 30-29 con que aventaja a Nadal en la antesala del episodio 60 de la última temporada, lo que sucedió en ese mismo escenario el 31 de mayo de 2022, uno de los peores recuerdos en la carrera del serbio.

«Yo a este tío no le puedo ganar»

Fue en los cuartos de final de aquel Roland Garros, Nadal había ganado en enero el Abierto de Australia, pero llegaba con serias dudas físicas a ese partido con Djokovic.

Lo que se vio fue una lección táctica magistral de Nadal, que puso en cada tiro todo su corazón y cabeza para enloquecer tenísticamente al serbio. Con la muy importante colaboración del público, que tenía tantos deseos de ver ganar a Nadal y de que cayera Djokovic, que jalearon alegremente sus dobles faltas.

Es importante recordar el contexto: era el Djokovic que venía de protagonizar un escándalo sin precedentes, expulsado de Australia en enero tras mostrar un certificado de la COVID-19 positivo que no convenció a las autoridades. Nadal ganó ese Abierto de Australia que Djokovic no pudo jugar, el vigésimo primero de sus 22 títulos de Grand Slam.

Cuando Djokovic dice, como lo hizo este sábado, que un partido en Roland Garros ante Nadal es una final sabe bien lo que dice. De las 59 veces que jugaron desde 2006, 28 fueron finales, entre ellas nueve de Grand Slam, con ventaja de 5-4 para el español.

Un desarrollo inimaginable desde que, en las etapas iniciales de una rivalidad mucho más extensa que el 24-16 de Nadal sobre Roger Federer, el joven de Mallorca le dijera a su tío y entrenador Toni: "Yo a este tío no le puedo ganar".

Aquel primer choque entre ambos de 2006 fue precisamente en Roland Garros, por los cuartos de final. Dieciocho años después, y dos años después de su último duelo, también allí, el estadio enclavado en los Bosques de Boulogne vuelve a plantearles una encrucijada.

La derrota, para cualquiera de los dos, será un trago muy amargo. Nadal podría comenzar a tomar esa decisión a la que se niega, echarle el candado a su vida de tenista profesional. Y Djokovic tendría que apostar por Los Ángeles 2028, a los 41 años, para buscar ese oro olímpico que nunca tuvo y que el mallorquín se colgó dos veces del cuello. Demasiado desafío, su oportunidad es ahora.