Sorribes-Bucsa, el bronce que comenzó con una pregunta a un rival de Juanito Mühlegg: "¿Tu hija está apuntada?"
El tándem español se colgó el bronce en los Juegos Olímpicos de París tras derrotar a Muchova / Noskova por 6-2 y 6-2.

Sara Sorribes estaba sentada en la sala de jugadores del Mutua Madrid Open, justo debajo de la Manolo Santana, cuando recibió una llamada de Marie Bouzkova. La tenista checa le dijo que no iba a poder jugar con ella el dobles porque no se había recuperado de una lesión. Sin su pareja habitual, con la que juega casi todos los torneos, Sorribes se hizo una pregunta: "¿Y ahora con quién juego?".
Faltaba menos de una hora para que se cerraran las inscripciones al cuadro de dobles del Mutua y Sorribes, que suele jugar siempre que puede individuales y dobles, le daba vueltas a la cabeza. Se levantó de la sala de jugadores, cruzó el pequeño lago que atraviesa la Caja Mágica y se metió en el gimnasio de jugadores. Ahí, entre bicicletas y máquinas de pesas, se encontró de repente con Ion Bucsa.
Ion Bucsa fue un biatleta moldavo que compitió en los Juegos Olímpicos de Invierno de Nagano 1998 y en los de Salt Lake City 2002 (donde se midió en esquí de fondo a Johann Mühlegg). Tras retirarse, tuvo a una hija en 1998 y cuando la pequeña Cristina tenía tres años se mudaron de Chisináu a Cantabria. Cristina empezó a entrenar al tenis bajo las órdenes de su padre y muchos años después aterrizó en la elite.
Ahí estaba Ion Bucsa en el gimnasio del Mutua, esperando a que apareciera su hija del vestuario cuando se le acercó Sara Sorribes. "¿Tu hija está apuntada con alguien al dobles?", le preguntó la jugadora. "No", fue la respuesta. "¿Y querría jugar conmigo?", continuó Sorribes. "Sí, sí, sí".
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Con el tiempo encima, Sorribes salió pitando del gimnasio camino de las oficinas del torneo para inscribirse junto a Cristina Bucsa en el cuadro de dobles. "Allí nos dijeron que teníamos 15 minutos para apuntarnos antes de que se cerrara el cuadro. Vino Marie, firmó su retirada, y nos inscribimos Cristina y yo", reveló por aquellos días Sorribes.
Las dos españolas nunca antes habían jugado juntas un dobles. Pero todo salió a la perfección. Tras superar una primera ronda complicada -Bucsa había jugado ese día un partido individual de tres horas-, se empezaron a entender y una semana y media después estaban levantando el título juntas en Madrid.
"Siempre he sabido que Cristina era una gran jugadora, es increíblemente talentosa y tiene un feeling con la pelota espectacular", decía Sorribes en aquellos días. "Sara siempre ha sido una jugadora que trabaja mucho en la pista y de fondo es una roca. Y en la volea se mete muy bien. Nuestro estilo de juego se adecúa launa a la otra", añadía por su parte Bucsa.
Por aquel entonces todavía no sabían si iban a jugar juntas en los Juegos Olímpicos. Sorribes, de hecho, no quería ni pronunciar esas dos palabras. Se ponía nerviosa. "Los Juegos es algo que deseo tanto, que es un tema tabú. No lo hablo con nadie, ni para individual ni para el dobles. Se me pone la piel de gallina y eso sí que me quita energía", comentaba.
Tres meses después, Sorribes y Bucsa se han colgado el bronce en los Juegos Olímpicos. Este domingo derrotaron con facilidad en una hora y 20 minutos a la pareja Muchova / Noskova por un claro 6-2 y 6-2. Y todo comenzó por accidente en el gimnasio del Mutua.