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Theresa Zabell se revuelve contra los prejuicios de la vela: "Mi barco era mucho más barato que la bici de Induráin"

Tras 28 años, la regatista sigue teniendo el récord femenino de oros olímpicos en el deporte español y repasa su trayectoria en Relevo.

Theresa Zabell sigue siendo la única deportista española con dos oros olímpicos./RELEVO
Theresa Zabell sigue siendo la única deportista española con dos oros olímpicos. RELEVO
José M. Amorós

José M. Amorós

El nombre de Theresa Zabell (Ipswich, Reino Unido, 1965) es una institución en el deporte español. La única deportista mujer española en colgarse dos oros olímpicos — en la clase 470 de Barcelona'92 y Atlanta'96 — es también un mujer de peso, de carácter y que desprende poder. Así se le nota en cuanto se siente hablar con Relevo para repasar su trayectoria, en la que ya desde niña decidió no callarse y liderar una revolución para lograr los objetivos, a pesar de estar en un deporte donde las mujeres se conformaban en silencio con un segundo plano. Ahora, tras su paso por varias instituciones nacionales e internacionales y con una larga experiencia en la gestión, también lanza un grito en defensa de los estereotipos que persiguen a la vela y que, hablando de las clases olímpicas, tienen poco que ver con la realidad.

Theresa Zabell, sobre la imagen elitista de la vela.RELEVO/SALVADOR FENOLL

Cuando se habla de la vela, se habla de un 'deporte de millonarios'.

Esa imagen de deporte elitista existe en España. Si te vas fuera, ya no es así. La náutica es un deporte muy amplio. Tú puedes ir mañana al Decathlon y comprarte una tabla de windsurfing. No sé cuánto cuestan ahora, pero estamos hablando bastante por debajo de los 1.000 euros. Y luego también puedes comprarte un barco de lujo que tiene Bill Gates y que cuesta no sé cuántos millones. Ahí en medio de estas dos, hay de todo. Por ejemplo, la vela olímpica son barcos que no son caros para lo que estamos hablando, aunque evidentemente no es un barco para comprar a todo el mundo.

¿De cuánto podemos estar hablando en los precios de las clases olímpicas?

Mira, yo recuerdo que en la preparación de Atlanta tenía un patrocinador y lo compartía con Miguel Indurain y Carlos Sainz. En una cena que estábamos los tres, empezamos a hablar del coste del material: El coche de Carlos Sainz, que era de rallies, era lo más caro. Y una persona me dice: 'Bueno, pero tu barco será lo segundo porque la bicicleta no es cara'. Pues sacamos los precios y la bicicleta de Miguel era mucho más cara que mi barco. Claro, esto la gente no se lo imagina. Una bicicleta de competición sigue siendo más cara que un 470 de competición, que estará por los 12.000 euros. Es mucho dinero pero, cuando hablas de material de alto nivel, una MotoGP y este tipo de cosas no tiene ni punto de comparación. Además, los que hemos hecho vela olímpica cuidamos mucho el material, somos nuestros propios técnicos, montamos y desmontamos el barco. Esto es algo que no se ve en muchos deportes. Siempre invito a todo el mundo a que venga a conocerlo. Si no conoces un deporte y cómo son sus deportistas, te faltan muchas piezas del puzzle.

A falta de lo que pase con Carolina Marín y Maialen Chourraut o una actuación jamás vista de otra representante, sigues siendo la única española con dos oros olímpicos.

Había personas que me decían que ganar dos oros tampoco era tan difícil. Sin embargo, han pasado veintiocho años y nadie lo ha igualado, con lo cual, no debe de ser tan fácil. Superó hasta mis mejores sueños que me propuse con 11 años, que fue ir a los Juegos Olímpicos. O los de mis sueños más atrevidos, que era subirme al podio. Pero ese camino fue bastante difícil. Cuando doy charlas y cuento que soñé con ir a unos Juegos, pero terminas diciendo que el resultado final fue que gané la medalla de oro en las dos ocasiones que participé parece un camino de rosas. Sin embargo, fue bastante complicado.

¿Por qué?

Porque mis primeros Juegos Olímpicos tenían que haber sido en Los Ángeles'84, cuando tenía 19 años, y ya estaba entre las 10 primeras del mundo de las competiciones internacionales a las que había ido. Entonces, ¿por qué no fui? Por una razón muy sencilla: las mujeres no estábamos invitadas. Cuando cuentas esto, muchas personas se quedan incrédulas y no creen lo que le estás contando. Creo que hay que valorar lo que teníamos y lo que tenemos en el deporte femenino, dónde estábamos y lo que hemos conseguido. Para mí es muy importante pensar que ahora una chica de 19 años no se tiene que quedar viendo los Juegos Olímpicos por la tele.

Los inicios de Theresa Zabell: «Dormí en una tienda de campaña en el descampado».RELEVO/SALVADOR FENOLL

Sin el objetivo de ir a los Juegos, ¿qué hacías?

Muy diferente a lo que es ahora. De hecho, si alguien hiciese lo que yo hice en esos años a día de hoy, yo creo que saldrían en la portada de un periódico porque sería un poco escandaloso. Por ponerte un ejemplo, con 15 años gané mi primer campeonato de España, los tres chicos que quedaron detrás de mí se fueron al campeonato del mundo y yo me fui a mi casa. Y con total normalidad, porque eran los tiempos que corrían en 1980. Recuerdo que unos meses más tarde, leyendo una gacetilla de la náutica, vi un reportaje sobre ese Mundial y lo leo con mucho interés porque mis compañeros habían ido. Cuando llego al final del reportaje, había un parrafito pequeño de dos líneas que decía "...y el campeonato femenino lo ganó la sueca Marit Söderström". ¿Cómo que campeonato femenino? Si hay campeonato femenino, ¿yo por qué no he ido? Me dijeron que no había dinero. Y era cierto, en la Federación Española de Vela no había una línea presupuestaria para el deporte femenino.

¿Y qué hiciste para cambiarlo?

Me propuse ir al Campeonato del Mundo al año siguiente, que se iba a celebrar en Holanda, y me pasé todo el año haciendo hucha. Daba clases de inglés a niños, lavaba coches, hacía de canguro y cualquier cosa era un buen motivo para cobrar un dinero y meterlo en la hucha. Desde mi club me ayudaron a llevar el barco hasta allí y yo me fui con una tienda de campaña con la que dormí en el descampado del club. Así logré ser la primera mujer española en participar en un Mundial de vela. Con el dinero que había ahorrado durante todo el año, me permitía comer y me iba a una food truck que había por el paseo, donde solía comer patatas fritas porque era lo más barato. Era lo que me daba mi presupuesto. Tenía 16 años.

Entiendo que los chicos también fueron, pero en otras condiciones.

Sí, creo que estaban todos en un apartamento junto a un entrenador. Yo no tenía ni apartamento, ni entrenador, ni apoyo en el agua. Y sola fui a todos los eventos hasta que cumplí los 18 años, que me saqué el carnet e iba arrastrando a otras compañeras. Fueron cuatro campeonatos del mundo pagándomelo yo. Hasta que en 1985, entra una clase olímpica femenina en vela y se crea una línea presupuestaria para nosotras. La federación me decía que dejara ya mi clase y me centrará en el 470, que era la clase olímpica, pero yo tenía la espina clavada de hacer un buen resultado en el Mundial y nunca lo había hecho. Había estado entre las diez primeras, pero nunca había hecho podio porque siempre rompía algo de material, que era muy malo por no poder permitirme un material decente. Ese último año, un amigo me prestó su barco, fui al Campeonato del Mundo femenino con un entrenador de la federación y gané. Entonces, ya me pasé al 470 y me dediqué a la vela olímpica.

Pero en Seúl'88 tampoco fuiste.

Deberían haber sido mis segundos Juegos. Ya sí estaba la posibilidad para las mujeres de poder participar en mi deporte y me quedé en tierra. Cuando salió la lista de convocados, mi nombre no estaba y eso fue un golpe durísimo, el más duro de mi carrera deportiva.

¿Cuál fue la explicación?

Nunca nadie me lo dijo. No sé si fue un tema político por ser alguien que levantaba la voz, que tomaba la delantera para mejorar cosas o que reivindicaba. Eso, quizás, no sentaba bien en algún despacho. Con el paso del tiempo, lo he preguntado muchas veces porque ya no iba a cambiar nada y lo tenía totalmente superado. Pero lo que no te mata te hace más fuerte y eso fue lo que hizo posible que pudiese ir a Barcelona.

Llega el siguiente ciclo, en Barcelona y... ¡medalla de oro!

Fueron unos Juegos muy duros para nosotras. Muy bonitos, pero a la vez muy duros. Patricia Guerra y yo llegamos a Barcelona siendo campeonas de España, campeonas de Europa, campeonas del mundo y número 1 del ranking mundial. Recuerdo ver un titular, poco antes de empezar los Juegos, que nos titulaba como "La medalla más segura del deporte español". Imagínate en un deporte y con unas deportistas que ni siquiera estaban acostumbradas a estar en la prensa, porque nunca nos hacían ni caso, y de repente... ¡Pum! ¡Qué presión!

Theresa Zabell, sobre el oro de Barcelona'92.RELEVO/SALVADOR FENOLL

Y encima, lo ocurrido en la primera regata.

El primer día salimos bastante mal por no arriesgar y al llegar a la primera boya muestran una pizarra [de sanciones] porque alguien se había adelantado en la salida. En esa pizarra ponía España. Nosotras sabíamos que no éramos nosotras porque habíamos salido bastante mal. Lo tuvimos que mirar varias veces para darnos cuenta de que ponía España y decir que no era posible. Nos tuvimos que retirar de la prueba... y luego no era España, fue Estonia. Teníamos un vídeo de Televisión Española en el que se veía perfectamente que quien había salido antes era Estonia, pero no lo reconocieron como prueba y nos fuimos a la cama esa noche con un último. Conocíamos la estadística y ganar una medalla de cualquier color tras ser últimos el primer día era algo que nadie había conseguido. Pero bueno, las estadísticas están para intentar romperlas.

La presión sería doble...

No veíamos la prensa, porque sabíamos que lo único que iba a hacer era ponernos más nerviosas. Y cuando tú estás en una situación en la que la olla de presión ya tiene mucha presión, lo último que tienes que hacer es meterle más. Entonces te vas un poco protegiendo. La prensa no la veíamos, no queríamos saber nada de lo que se hubiese publicado y centrarnos al 100% en lo nuestro, que ya era bastante.

Pues lo llevasteis bastante bien, visto el resultado.

Si la vela hubiese sido un deporte más corto, habríamos sido las primeras mujeres españolas en ganar un oro olímpico en toda la historia. Se vivió con una euforia colectiva muy importante. Solo en vela, ganamos cinco medallas. Es algo que muchas veces creo que no hemos valorado lo que supuso eso. Piensa que de diez medallas posibles, España se llevó cinco con cuatro de oro y una de plata. ¿Te imaginas que en atletismo, que creo que son 60 pruebas, España gana 30 medallas? Sería algo increíble.

Y cuatro años después, el segundo oro.

Yo quería volver a Atlanta. Tenía 27 años, pero había ido a unos Juegos y quería repetir la experiencia. Patricia y yo seguimos navegando un poco pero ella estaba un poco a caballo entre Estados Unidos y España. Su novio, ahora marido, es americano y ella decidió irse para allá. Entonces, yo empiezo a navegar con Begoña Vía-Dufresne, que también fue una excelente tripulante, excelente compañera. Pero al principio, claro, no deja de ser una persona que no tiene los resultados que teníamos Patricia y yo y que hay que meterla en el equipo y formarla y ponernos al día, cosa que la verdad es que hicimos muy rápido. Y tuvimos un ciclo olímpico. Un ciclo olímpico, yo creo, que inmejorable.

¿Te daría pena dejar de ser la única con dos oros y que te lo iguales en estos Juegos?

Todo lo contrario, me encantaría. Y no que me lo igualasen, que lo mejoraran.