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Aymar Navarro: "No estamos locos, somos conscientes de que nos jugamos la vida"

El esquiador catalán, que acaba de anunciar su retirada del Freeride World Tour, atiende a Relevo para hablar de uno de los deportes más extremos del planeta.

Aymar Navarro completa un descenso libre. /FREERIDE WORLD TOUR
Aymar Navarro completa un descenso libre. FREERIDE WORLD TOUR
Daniel Arribas

Daniel Arribas

En el punto más alto del Baciver, una gigantesca bañera de nieve, hielo y rocas escarpadas en el Pirineo catalán, Aymar Navarro comenzó hace una semana el último descenso de su carrera deportiva. Allí, en Baqueira Beret, primera de las cinco pruebas anuales del Freeride World Tour (FWT) —y única en España—, el esquiador catalán, nacido en el Valle de Arán hace 33 años, anunció su retirada de la mayor competición de esquí extremo del planeta tras concluir la bajada, cerrando el círculo perfecto, en casa, con su gente, como siempre había soñado.

Tuvo suerte, eso sí, porque todo pudo haber terminado mucho antes. En marzo del año pasado, en Verbier, la estación de esquí más grande de Suiza, paraíso de los freeriders, Navarro salió con vida de una caída que, todavía hoy, le pone los pelos de punta.

Ahora, casi un año después del accidente, tras meses de rehabilitación y puesta a punto, y con la retirada ya decidida —la entrevista se hizo unos días antes de que Navarro anunciara su adiós al Freeride World Tour cuando concluya la temporada—, el esquiador leridano, bombero de profesión, atiende a Relevo para confesar los miedos, angustias y temores de uno de los deportes más peligrosos del planeta.

Lo primero de todo, ¿cómo estás? Ha pasado casi un año desde la caída.

Diría que ya estoy recuperado a un 90%. Aún tengo restos de dolor, pero no me imposibilitan el esquí ni me retienen a la hora de elegir una línea u otra, así que no es ninguna excusa [ríe]. Físicamente estoy perfecto. Eso sí, me ha costado un poco más arrancar a nivel mental, porque al final la cabeza la tienes un poco con la mala sensación de tu última experiencia. Darle la vuelta a todo eso cuesta. Ha sido un verano difícil.

¿Qué ha pasado por tu cabeza?

Te lo replanteas todo. Haces balance y piensas hasta qué punto vale la pena esto [se detiene unos segundos]. Al final llegué a la conclusión de que no quería terminar mi carrera deportiva con esa sensación tan mala. Creo que el Freeride World Tour y el freeride me han dado mucho, así que no nos merecíamos un final así. Quedarme con esa última experiencia hubiera sido un error muy grave.

Aymar Navarro explica cómo recuerda su brutal caída en Verbier. SALVADOR FENOLL / FWT

Al enseñar tu caída, muchas personas preguntan si ese esquiador sobrevivió. ¿Cómo de cerca estuviste de algo mucho peor?

Al final es un accidente como el que puedes tener en un coche, no hay que darle más importancia que la que tiene. Un accidente que fue grave y ya está. Nosotros somos los primeros interesados en que no nos pasen estas cosas. Buscamos siempre el mínimo riesgo posible, dentro de que sabemos que esto es un deporte de riesgo, claro. Si no asumes eso, mejor que ni te dediques a ello.

No estáis locos, claro.

Nunca me cansaré de repetirlo. Sé que es la imagen que damos de puertas para fuera, que somos unos locos que nos tiramos por el primer sitio que vemos, pero la realidad es muy diferente. Llevamos desde los 12 años haciendo este deporte. Yo estuve en esquí alpino hasta los 18, y desde los 20 hasta los 33 he estado en el freeride. Son muchas horas de entrenamiento, de experiencias. Detrás de cada descenso hay horas y horas de estudio para saber si se puede o no se puede bajar por esa línea. No es una cosa de hoy para mañana ni tirarse por la roca más grande que veas en cada momento. Eso sí que sería de locos.

"Estamos dos o tres días estudiando una bajada que luego dura 30 segundos"

Aymar Navarro Esquiador

¿Cómo es ese estudio del terreno?

Son horas de analizar muchísimos detalles. Yo, cuando estudio una línea [los esquiadores tienen prohibido pisar el terreno antes de la prueba, solo cuentan con la ayuda de sus cámaras fotográficas], miro hasta la textura de la nieve con los prismáticos o la previsión de horas de insolación el día de la prueba. Según lo que vea, sé el tipo de nieve que voy a encontrarme. También grabo a la persona que se tira como abridor para luego, en el hotel, analizar los centímetros que mide ese cuerpito en mi pantalla y extrapolarlo a la roca para calcular las distancias. Todo ese trabajo que hay detrás no se suele contar, pero son muchos detalles. Estamos dos o tres días mirando una sola línea, una bajada que luego dura 30 segundos. Piensa que el objetivo es que el día que estés en la salida, puedas llegar a hacer la bajada con los ojos cerrados. Si yo entro a una bajada derrapando y mirando a ver si hay piedras, me va a penalizar un montón. A mí lo que me interesa es entrar y, ¡fum!, volar directo. Y eso solo te lo va a dar si tienes toda la información que necesitas.

Aun así, el riesgo nunca llega a cero.

Siempre hay imprevistos, claro. Yo en mi caída, por ejemplo, veo las imágenes, y podría verlas durante diez días, que hubiera elegido otra vez la misma línea. Nunca hubiera visto esa piedra como un peligro real. No debería haberlo sido, vaya. Por eso es un accidente, algo que tú crees que no debería haber pasado.

Aymar Navarro cuenta cómo es el estudio de cada bajada. SALVADOR FENOLL / FWT

¿Cómo de consciente fuiste de tu caída en Verbier?

Muy poco. Yo recordaba que había tenido el accidente, pero tampoco lo veía muy claro. Tenía flashes en mi cabeza. Sabía que estaba en Verbier, pero no sabía lo que me había pasado. Cuando me desperté en la ladera, el último recuerdo que tenía era que estaba hablando con una persona en la salida. Pensaba que nos había caído una avalancha y que estábamos todos desparramados por ahí, porque veía helicópteros y pisteros por todos lados. Dije, bueno, pues estoy vivo, despierto y solo me duele un poco el hombro.

Pero esa sensación no dura mucho.

No, eso es. Duró unos 20 o 30 segundos. Luego ya vas recuperando la conciencia y analizas todo lo que ha pasado. Cuando vi las imágenes, las que más me impactaron fueron las de la GoPro, en el momento que yo me intento despertar, después de estar cayendo inconsciente y quedar boca abajo. Intento hablar con el míster y se escucha cómo he perdido el habla por completo. Ya no sé hablar, soy incapaz, como un niño pequeño balbuceando. Cuando vi eso, me puse a llorar, porque me di cuenta de que esto no es ninguna tontería. Fueron momentos muy duros, de decirme a mí mismo, vale, necesito un punto y aparte aquí, dentro de unos meses veré por dónde empiezo a reconstruir toda esta casa que se acaba de derruir.

"Cuando me desperté, no sabía hablar. Vi las imágenes de mi GoPro y me puse a llorar"

Aymar Navarro Esquiador

¿Se puede entrenar el miedo?

Yo creo que eso te lo dan las horas en la montaña. Igual hay un entrenamiento o algún psicólogo que te puede ayudar o te puede dar técnicas para saber llevar esa tensión, para canalizar esos miedos, pero yo no los conozco. Soy una persona bastante autodidacta, que no digo que sea lo mejor, ojo. ¡Igual es un error!

¿A qué recurres en esos momentos de tensión?

A la música, es mi herramienta favorita para estas cosas. Me pongo música, cierro los ojos e imagino que estoy yo solo, sin nadie alrededor. Me saco toda esa presión de encima, que es enorme, porque estás en la salida y tienes al juez que te va cantando la cuenta atrás, al helicóptero, al dron grabando... La salida es el peor momento con mucha diferencia.

¿Y cómo te preparas para ese momento?

Tratas de concentrarte al máximo. Un vídeo de una bajada tuya puede ayudarte, por ejemplo. Es algo que yo he hecho para ponerme en situación. Si te concentras mucho y cierras los ojos puedes estar ahí, en ese momento, notar que eres tú el que está a punto de salir. Te entra un remolino por dentro y todo. Luego, en la salida real, hablo conmigo mismo. Me digo: "Tranquilo, no hay presión, Aymar, tú solo esquía". Lo repito una y otra vez. Es algo que me ayuda a liberarme de la presión.

Aymar Navarro asegura que los JJOO de invierno podrían ser un arma de doble filo para España. SALVADOR FENOLL

Eileen Gu, oro olímpico y figura del esquí acrobático, reconoció que estaba enamorada del miedo.

Es que al final la adrenalina es como una droga. La tienes que saber controlar, como cualquier droga, pero el cuerpo siempre te pide más, más y más. Hay que saber medir, porque la línea entre el miedo y el pánico es muy fina. Puedes ir de un lado al otro sin saberlo. Tener miedo está bien, siempre y cuando lo controles, porque te va a frenar a no pasarte de la raya; el pánico te va a bloquear y te va a hacer fallar. Cuando saltas del miedo al pánico, lo mejor que puedes hacer es parar.

"La salida es el peor momento con diferencia. La presión mental es bestial"

Aymar Navarro Esquiador

Te has mostrado siempre muy reacio a traer unos Juegos Olímpicos de invierno a los Pirineos.

A ver, la oportunidad puede ser muy interesante para un lugar como el Valle de Arán o para un país como España, pero yo el miedo que tengo es que se utilice para cosas que no tocan. No tiene ningún sentido hacer una mega construcción de una pista de bobsleigh [también conocido como skeleton] cuando no hay ni un atleta en nuestro país más allá de Ander Mirambell... ¡Eso es un mantenimiento gigantesco! Yo sería partidario si todo esto tuviera un porqué, un trasfondo.

¿Por ejemplo?

Pues si tu construyes una villa olímpica, que todo eso después se convierta en apartamentos para los trabajadores que vienen a Baqueira. O apartamentos para la gente del Valle que no tiene tanto poder adquisitivo. O para la gente joven que se quiera emancipar con su primer piso y se les ponga un alquiler significativo. Es decir, si todo tiene un trasfondo detrás, sí lo vería lógico. Pero si quieren hacer unos Juegos Olímpicos para ver quién la tiene más grande y que luego todas esas instalaciones se mueran del asco, no tiene ningún sentido. No se pueden tirar millones y millones a la basura para 15 días o un mes de actividad.