El trabajo en la 'zona negra' que rescató a Carolina Marín del pozo: "Los días en que todo sale no valen para nada"
La onubense ha sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias de los Deportes por ser un "ejemplo de superación, fuente de inspiración y transmisora de valores".

Cuando una jugadora de bádminton sufre una rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha, los expertos siempre han afirmado que no volverá a su nivel. Si esa jugadora se enfrenta a la rotura del ligamento cruzado anterior y los dos meniscos de su rodilla izquierda solo dos años después, como es el caso de Carolina Marín (Huelva, 1993), el camino de la retirada es un hecho. Los datos no mentían: no ha habido ningún jugador que haya superado dos rodillas 'rotas'.
El reto de la onubense era todavía mayor, porque no era solo seguir jugando, sino continuar luchando por ser la mejor ante toda una armada asiática seleccionada entre millones y millones de practicantes. Un desafío imposible que 'Caro' ha terminado demostrando que las heroínas lo pueden hacer posible, consagrándose como un ejemplo de superación e inspiración para cualquier deportista y le ha hecho merecedora del Premio Princesa de Asturias de los Deportes.
Hace unas semanas, con su título en el All England, el 'Wimbledon' del bádminton y el torneo más prestigioso del mundo en su deporte, la andaluza colocó la última piedra para dejar atrás un viacrucis en el que nadie veía una resurrección. Ni siquiera ella, cuando durante el año 2022 contemplaba cómo su cuerpo había cambiado y desconocía si era para siempre. "Cuando volví, tenía dolor, me notaba insegura, con incertidumbre... En la confianza de un deportista eso es duro. Es complicado expresarlo con palabras", confesaba Marín recordando los primeros meses tras su vuelta. "Tuve que llegar a aceptar un dolor que no quería tener, levantarme por las mañanas y ver qué tipo de dolor tenía ese día. Teníamos que cambiar constantemente los entrenamientos y el dolor me generaba frustración".
La campeona olímpica en Río 2016 había chocado de frente contra el muro más duro en su mejor momento. Con el título olímpico, mundial y europeo enlazó dos lesiones graves casi seguidas a partir de 2019 que le alejaron de los grandes éxitos. Es más, le condenaban a renunciar a sus sueños y a sufrir un dolor constante que le recordaba el sacrificio en balde de todos los que no lograron volver tras pasar por su calvario. El pensamiento era claro: si nadie lo ha logrado, ¿por qué ella iba a lograrlo? Ahí apareció la fe inquebrantable de los que cambian las reglas porque son, sencillamente, diferentes.
Los 'escuderos' de la heroína Carolina
En una situación como esta, hasta los héroes necesitan escuderos. El equipo que ha rodeado a Carolina, dirigido por su entrenador de toda la vida Fernando Rivas, se fusionó más que nunca en los momentos complicados y apostó por un plan. "El mensaje que le transmitíamos a Carolina era que si ella no podía, estábamos nosotros para hacer todo lo posible para que pudiera", desvela su psicóloga María Martínez.
Lo primero que había que lograr era recuperar un físico mermado, pero con un hambre voraz por volver a sentirse la mejor. Tras una ardua búsqueda de soluciones, un cambio de plantillas en sus zapatillas, la retirada de líquido en la rodilla, infiltraciones y un largo proceso de escucha a la rodilla que terminó con el dolor hace justo un año, en el parón entre temporadas, una año y medio después de la lesión. Sin dolor, era el momento de recuperar el nivel y la confianza.
En el lejano Oriente, con las jugadoras chinas, coreanas, japonesas y demás asiáticas, estaba el complicado umbral de seguir estando en la élite mundial que se disputa los grandes triunfos. En aquellos primeros meses, Marín tropezó una y otra vez con la potencia de las TOP10 asiáticas de Yamaguchi, An o Sung. Entre las opiniones de los expertos, un sempiterno 'está claro que no va a poder volver, es imposible'.
Contra todo y contra todas
La exigencia de tener a las mejores asiáticas delante presentaba un horizonte difícil, imprevisible y de trampas continuas al otro lado de la red que le iban a exigir sacar un plus de carácter y solvencia en situaciones complicadas, mucho más difícil de afrontar con dos lesiones de rodilla. Rivas cree que eso se puede entrenar y lo llama la 'zona negra' de la preparación: "Siempre le he transmitido que los días que todo sale no valen para nada porque en un partido hay que pelearse con uno mismo para que salgan las cosas". ¿Y qué es la zona negra? "Cuando el entrenamiento y el partido se pone difícil, ahí es cuando empiezas a mejorar. Esa es la zona negra. El día que llegas mal al entreno, que te ha pasado algo o hay que hacer un esfuerzo extra es un regalo".
No fue hasta la preparación del Mundial disputado el pasado verano cuando, por primera vez, Fernando Rivas no tuvo que adaptar ni cambiar ningún plan de entrenamiento por la rodilla que se hinchaba o que Caro no podía doblar.
"Carolina ha demostrado que se puede salir, que podía llegar y que puede dar un paso más"
Psicóloga de Carolina MarínPero era evidente que también había que recuperar la confianza mental. Carolina ha pasado largas etapas de calvario relacionado con el deporte y las lesiones, pero también fuera de la pista con la pérdida de varios seres queridos. Para ello, se llevó a cabo una entrega total en el aspecto psicológico: "He aprendido a externalizar mis emociones y no quedarme con cosas dentro. Hablo mucho con [mi psicóloga] María, hasta cuando no tenemos sesión, le envío mensajes a través de Whatsapp".
"Carolina ha demostrado que se puede salir, que podía llegar y que puede dar un paso más", analiza la psicóloga. La campeona española ya avisaba a principios de la temporada: "He pasado por cosas muy duras, me he superado y he ido saltando obstáculos que me han puesto por el camino. Hay mucha gente que no ha creído en mí. Queda Carolina para rato, desafortunadamente para mis rivales".
En solo un año y medio sin dolor, Marín ha conseguido recortar las distancias ante las mejores del mundo e incluso superarlas. Las asiáticas sin lesiones de gravedad y algunas con hasta 10 años menos ven como vuelve el terremoto que ya dominaba el bádminton en el ecuador de la década anterior. Saben que Carolina ha regresado y su hambre les va a hacer sufrir, porque sigue habiendo margen de mejora. La onubense ha vuelto a ganar grandes títulos, es la número 3 del mundo y el siguiente reto lo tiene entre ceja y ceja: la lucha por el oro olímpico en París 2024.