Kiko Martín, el gurú en la sombra de la ilusionante canoa española: "Con todos consigue resultados"
El entrenador balear, que ya sabe lo que es ganar una medalla olímpica, acude a los Juegos de París con tres opciones en el horizonte.

Muchos piensan que la imagen que cambió la vida de Kiko Martín fue la medalla de bronce de su discípulo Sete Benavides en los Juegos de Londres 2012 en C1 200. O mejor dicho, la no imagen. Porque aquel día agridulce en la pista de Eton Dorney, Sete entró con su canoa cuarto en meta, pero el positivo por dopaje del lituano Shuklin le puso en su sitio siete años más tarde. La presea todavía tardaría más en llegar a su cuello, una década después de la competición, en un evento en el Comité Olímpico Español en 2022. El olimpismo y sus plazos.
Pero a Kiko Martín, hombre de honor y códigos, de caminos por encima de metas, no le gustan en demasía los focos, sino trabajar en la sombra. Por ello, entre sus recuerdos ocupa un lugar de excepción el Mundial de 2011, celebrado en la ciudad húngara de Szeged. "Es el momento que más me marcó. Nadie creía en nosotros y a base de luchar con cosas muy precarias llegamos al Campeonato del Mundo, delante de 50.000 personas, y clasificamos al barco para los Juegos", relata. "Ese instante nos recompensó todos los momentos no tan buenos, fue muy impactante para nosotros".
El protagonista de aquella cita, que había sido bronce europeo en Belgrado un par de meses antes del Mundial 2011, echa la vista atrás. "Era impensable que me pudiese clasificar para unos Juegos, cuando en 2010 tenía más intención de dejar el piragüismo que de intentar ir a una cita olímpica", se sincera Alfonso Sete Benavides. En aquel verano de dudas y nubes, su paisano y entrenador en el Reial Club Nàutic Port de Pollença le convenció para seguir. Sete aún recuerda la charla de Kiko: "Vamos a intentarlo, pero habrá que entrenar muy duro. Habrá que coger el toro por los cuernos y sacrificar todo durante 10 meses".
Como casi siempre, con la perspectiva del tiempo, Kiko Martín tenía razón. En abril de 2024 Sete Benavides anunció su retirada emocionado con una hoja de servicios sobresaliente: un bronce en los Juegos, cuatro medallas en Mundiales y cinco en Europeos. A la presea olímpica de Londres 2012 le siguió un cuarto puesto en los Juegos de Río de Janeiro en su distancia fetiche, los 200 m [en los que logró nueve de sus 10 medallas en grandes campeonatos, la otra fue un bronce en C2 500 en 2019]. Sete tuvo el enorme mérito de mantener viva la llama de la ilusión de la canoa española, aquella que encendió el mito David Cal, con sus cinco medallas olímpicas, la última en Londres 2012, el lugar del comienzo de esta historia.
La dupla de Pollença fue durante muchos años una sociedad limitada. "Siempre me he dedicado a Sete. Era algo que teníamos cerrado. El equipo éramos él y yo", reconoce Kiko Martín. Pero cuando el extraordinario deportista balear comenzó a vislumbrar el final de su carrera, la Federación se puso en contacto con el reputado entrenador para aportar sus conocimientos a los jóvenes valores de la canoa española. Así llegó el C1 200 de Antía Jácome, el C2 500 de la propia Jácome con María Corbera y dos barcos talentosos en el C2 500 masculino que, tras un dramático desenlace, llevó a Joan Antoni Moreno (otro fenómeno de la factoría de Pollença) y Diego Domínguez a París.
Antía Jácome, la aspirante a dos medallas olímpicas, tuvo un gran gesto con Kiko Martín (en una entrevista con José M. Amorós en Relevo) sabedora de que a Benavides le robaron aquella foto del podio en Londres. "Ojalá pueda hacer que se sienta orgulloso y que pueda vivir realmente una medalla olímpica, que un deportista suyo se pueda subir a un podio olímpico", comentaba tras verbalizar la rabia de lo que pasó aquel 11 de agosto de 2012. "Él no pudo vivir ese momento con Sete".
La gallega disfruta en el día a día de las enseñanzas de Kiko y también de las de Sete, que desde hace un par de meses se ha incorporado como segundo entrenador del grupo. "Siempre me quise retirar estando arriba en mi carrera deportiva. Y, al mes y medio de hacerlo, Kiko me ofreció poder entrenar con él. Estoy muy agradecido porque al final aprendo de los mejores, de él y de los chicos del equipo nacional, es una suerte", afirma el pollencí, que "tenía claro que quería probar" la experiencia por ser el deporte que se lo dio todo.

Jácome destaca que son los canoístas internacionales los que salen ganando. "Tenerlos a los dos es una suerte. Kiko sabe mucho y Sete lo ha vivido. Siempre decíamos: 'ojalá Sete pueda ayudar a Kiko y transmitirnos también sus vivencias para hacernos mejores'". Y el deseo de un grupo, en el que el buen humor es protagonista, se hizo realidad. "Kiko siempre dice que Sete y yo somos muy parecidos, por eso nos picamos tanto", bromea Antía. Benavides también aprovecha la coyuntura: "Kiko conmigo era duro, con la edad ya veo que se ha ablandado más, me imagino que será la experiencia".
Sete reconoce las virtudes de un entrenador cuyo nombre no siempre sale en los titulares, pero que está detrás de muchos de los éxitos de todos sus discípulos. "Kiko tiene ese tacto con la canoa, sabe lidiar, sabe gestionar... Al final, un entrenador es mucho más que poner entrenamientos, hay que saber llevar bien al deportista. Eso Kiko lo tiene. Con todos los deportistas que ha tenido ha conseguido resultados. Eso es así".
Las sobresalientes María Corbera (que alterna sus presencias en Mallorca con sus sesiones en Aranjuez con Jesús Cobos) y Antía Jácome; el esperanzador barco de Joan Antoni Moreno y Diego Domínguez; el gran C2 500, que se quedó con la miel olímpica en los labios, de los sevillanos Pablo Martínez y Cayetano García... Todos pasan temporadas en Pollençaa las órdenes de una dupla que nació hace dos décadas y que prolonga su idilio en la parcela técnica. "Ya no discutimos ni una cuarta parte porque ya no me exige como deportista. Ahora es diferente, nos pedimos consejos. Yo estoy aprendiendo y me fijo bastante en cómo lo hace", indica Benavides.
La pareja de entrenadores se separará unos días durante los Juegos por la falta de acreditaciones que limita a muchos cuerpos técnicos en la cita olímpica. Kiko acudirá en persona a las instalaciones de Vaires-sur-Marne para alumbrar nuevos sueños cerca de Disneyland en París. Sete Benavides, que ha estado en Bulgaria en el Mundial sub 23, ayudará a distancia desde su isla. Es el primer verano en el que va a poder disfrutar de algunas vacaciones, tras muchos años de sacrificios. La leyenda del Lago Esperanza se merece un descanso. Ahora le toca a otros seguir sus pasos y cumplir con la máxima de Kiko Martín: sacrificio, superación y constancia.
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