GIMNASIA

La medalla que cambió la historia de la gimnasia rítmica en España: "No me pudieron inscribir al torneo por ser chico"

Ander Olcoz, del Club Lagunak, recibe a Relevo en Pamplona para recordar junto a sus compañeras la 'injusticia' que sufrió por no ser mujer.

Los integrantes del Club Lagunak, en el pabellón donde entrenan, en Pamplona./Salvador Fenoll / Relevo
Los integrantes del Club Lagunak, en el pabellón donde entrenan, en Pamplona. Salvador Fenoll / Relevo
Daniel Arribas

Daniel Arribas

En diciembre de 2019, poco antes de que un virus sacudiera el planeta, un pequeño grupo de gimnastas cambió parte de la historia moderna de la rítmica española. En el pabellón Siglo XXI de Zaragoza, a menos de dos horas de casa, Vega Cigudosa, Andrea Herrero, Ane Ibáñez, Estibaliz Garriz y Anne Ariz consiguieron el primer oro en un campeonato de España para el Club Lagunak pamplonés. Un día soñado, idílico, incluso perfecto, si no hubiera ocurrido ante la atenta mirada de Ander Olcoz, miembro del equipo que, por su condición de varón, tuvo que vivir el día más especial de su vida desde la grada.

La historia del Club Lagunak y la medalla que cambió la realidad de la gimnasia rítmica española.S.F. / RELEVO

"No me pudieron inscribir al torneo por el simple hecho de ser chico", lamenta el joven de Tafalla en las instalaciones del club, donde atiende a Relevo junto al resto de sus compañeras. "Yo entrenaba con ellas, estaba en el hotel con ellas y era uno más, pero al llegar al pabellón no podía competir, me tocaba pagar mi entrada e irme a la grada con mis padres".

"Yo recuerdo ese momento de separarnos en la entrada y todavía me duele", reconoce Uxue Almiñana, entrenadora del grupo desde sus comienzos, hace ya cinco inviernos. "Lo llevábamos asumido, pero no deja de ser muy duro. Al final, nuestro día a día, aunque supiéramos que él no iba a poder competir, era igual. Él entraba al tapiz, hacía el mismo calentamiento, las mismas repeticiones y los mismos ejercicios que sus compañeras".

Cuentan los presentes que Olcoz, que había llegado al equipo un año antes, en 2018, se ejercitaba con una exigencia igual o mayor que la de sus compañeras. "Para mí ya era una recompensa poder disfrutar de un entrenamiento rodeado de gente y no en solitario, yo llegué al club con la ilusión de hacer conjuntos", recuerda sobre el tapiz. "Solo el hecho de poder estar con ellas en un torneo amistoso era una pasada".

Vega Cigudosa, la más veterana de sus compañeras en el Club Lagunak, ensalza la madurez de Olcoz para mostrar, incluso ante la adversidad, una alegría sin precedentes. "En aquella final del campeonato de España, sabíamos que él estaba tremendamente feliz por nosotras", asegura, convencida. "Es que se le veía en la cara: sus lágrimas eran de emoción, ¡lloraba porque se emocionaba por nosotras!".

"Luego, cuando mis compañeras consiguieron la medalla, preguntamos si podía bajar a recogerla con ellas, pero no nos dejaron", señala el joven pamplonés. "Tuve que ver también la entrega de medallas desde las gradas".

"Nosotros estábamos eufóricos [incluye a Olcoz] porque habíamos logrado algo con lo que sueña todo deportista", indica Cigudosa, "pero al mismo tiempo teníamos la espinita de decir, qué pena que una persona que ha hecho el mismo trabajo desde agosto hasta diciembre no lo haya podido demostrar. Necesitábamos abrazarlo, mostrarle nuestro apoyo para que él sintiera que aquello también era suyo".

Los gimnastas del Club Lagunak, en Pamplona. Salvador Fenoll / Relevo
Los gimnastas del Club Lagunak, en Pamplona. Salvador Fenoll / Relevo

"Hasta ese momento yo no era consciente de lo que estaba pasando", explica Olcoz, aún emocionado al rememorar la final de Zaragoza. "Me di cuenta con el tiempo y entendí que se podía conseguir lo más bonito, porque al final estábamos cumpliendo un sueño, y al mismo tiempo vivir uno de los momentos más duros de tu vida. Llegado el momento, no me dejaron ser parte de ello".

Un cambio histórico en la gimnasia rítmica española

En marzo de 2021, casi dos años después de haber tocado el cielo en Zaragoza, Olcoz y sus compañeras recibieron la noticia más esperada de sus vidas. "Nos llamaron para confirmarnos que desde ese momento, los chicos también podrían competir en conjuntos mixtos", recuerda el gimnasta de Tafalla con una sonrisa. "Nada más terminar la llamada fui a contárselo a mis padres, fue un momento muy bonito".

Eso sí, el navarro sabía que desde ese momento la exigencia iría en aumento. "Cuando cambió la normativa y supe que podría competir en los Campeonatos de España, sentí la presión. Me dije, vale, ahora tengo que dar la talla", apunta. "Luego se unieron muchos más equipos con chicos y al final lo cuento con muchísimo orgullo. No por mi lucha, sino por la de todos. La de cada gimnasta que lleva años luchando por ese objetivo".

La variación de la norma, sin embargo, no se ha extendido aún fuera de España. "Cada vez hay más conjuntos mixtos, y es una gozada, pero faltan competiciones internacionales para ellos [los hombres]", sentencia Almiñana, entrenadora del Club Lagunak. "Es que están preparadísimos, hay chicos en España que te podría decir que serían campeones mundiales, pero no tienen, no hay competición para ellos. Es el único deporte olímpico en el que no hay igualdad de género. En los Juegos Olímpicos, solo hay chicas".