Una ola de 7 metros aparece en Cueto 'de la nada', se revuelve y obliga a cancelar La Vaca Gigante
La prueba cántabra de olas grandes terminó con la victoria del español Manu Lezcano en la competición nacional y deja las otras dos finales sin disputar por seguridad.

38 horas. Ese es el tiempo que pasó desde que la organización de La Vaca Gigante dio la alerta verde hasta que los riders, venidos de todas partes del mundo, se metieron al agua. Entre ellos, pese al poco margen que ofrece el evento a sus participantes, algunos de los mejores surfistas del planeta: atletas de máximo nivel como la española Laura Coviella, primera española en surfear las legendarias olas de Nazaré, o el francés Clement Roseyro, que solo cinco días antes había ganado en el Big Wave Challenge en la localidad portuguesa.
Bajo un cielo oscuro -el que avisa no es traidor-, con los acantilados cántabros repletos de gente (12.000 personas en hora punto, según la organización), seguidores del surf, curiosos y algún paisano que paseaba como cada mañana, se disputó este lunes la XI edición de La Vaca Gigante, una competición que acoge en Santander el Campeonato de España de Olas Grandes. Dos mangas de 40 minutos para pasar a la final de cada categoría (nacional e internacional), riders remando cada ola que consideren buena (en este evento no pueden ser ayudados por las motos de agua para coger la ola), sin distinción de sexo e intentos ilimitados para conseguir surfear la más grande, la que capta la atención del público y le corta la respiración. El objetivo de todos, los 3.000€ de premio para el que consiguiera salir vencedor en la final que disputarían los tres mejores de cada categoría.
La Vaca Gigante prometía ser espectacular pese al estrés que supone organizarlo: días interminables esperando las mejores condiciones, surfistas de renombre esperando la luz verde para viajar. "El estrés es durante todo el año. Hay momentos de mucha tensión y de querer arrojar la toalla", reconocía Pedro García, director de la Escuela de Surf Obsession y la persona encargada de hacer que todo salga bien.
Más de cinco horas de competición que se fueron desarrollando ante la atenta mirada del público y, sobre todo, de los jueces. El evento celebrado en Cantabria no solo es un atractivo para los surfistas por disputarse en un entorno único, sino que también lo es por formar parte del Circuito Internacional de Olas Grandes, lo que es motivo de orgullo para una prueba que, pese a sus limitaciones económicas, ve cómo cada esfuerzo que hace por mejorar es recompensado siendo elegida como prueba oficial tanto nacional como internacionalmente.
Los tres mejores riders nacionales se medirían a los tres mejores internacionales en una última manga que daría a conocer al campeón. O eso era lo previsto. Manu Lezcano se había proclamado Campeón de España en una accidentada final nacional que acabó con una moto en las rocas y su piloto y el cámara al que llevaba, así como Xabi López, surfista español, teniendo que ser socorridos hasta la orilla donde ya esperaba una ambulancia para ayudarlos.
Los seis mejores lucharon contra todos sus compañeros pero, sobre todo, contra el agua, que empeoró según iba pasando el día. El cielo avisó al inicio de la mañana y, bajo la lluvia que prometía, la organización tomó la difícil decisión a mitad de la tarde de cancelar lo que quedaba de concurso. "No nos podemos permitir arriesgarnos. Tenemos que anteponer la seguridad de los participantes", anunció Fidel Cueto, director de Seguridad de La Vaca Gigante. El certamen se saldó pues sin campeón internacional ni vencedor absoluto de la prueba general.
Con una lluvia y un cielo que no dejaban ver por dónde se estaba poniendo el sol, quién sabe cuántas olas después y repletos de barro, los espectadores de la XI edición de La Vaca Gigante se marcharon con ganas de más, mirando de reojo hacia el mar y pensando en cuándo volverá a aparecer la ola más esperada del año.