Una nacionalización de 10.000 euros llevada al caos: la odisea de una estrella iraní atrapada en España
Mohammad Mottaghinia no puede competir con el equipo nacional porque no tienen papeles para poder salir del país.

Bienvenidos a una de esas historias que nadie cuenta, que a ninguno parece interesar. Uno de esos episodios de sombras en el deporte que pasan desapercibidos y que olvidan que los deportistas son también personas. Un caso que pone frente al espejo un caos institucional que va desde pagos de dinero para facilitar las cosas hasta unos retrasos burocráticos sin explicación. El protagonista es Mohammad Mottaghinia, un luchador que es español para la federación internacional de lucha, pero no es español para la propia España.
En 2018, la federación española de lucha se interesa por la gran promesa iraní y abre conversaciones para conseguir que llegue a competir por España. En categoría junior, Moha acababa de ganar el oro en el campeonato asiático y el bronce en el Mundial, convirtiéndose en uno de los grandes nombres de futuro de la disciplina. Con solo 20 años, tenía potencial para poder ir a categorías absolutas, pero el exigente nivel absoluto de Irán, donde la lucha es el deporte más practicado en el país, le cerraba las puertas. Una circunstancia que el resto de países intentan aprovechar cada año para lanzar 'cantos de sirena' a los deportistas iraníes para prometerles una vida mejor. Una propuesta lícita y hasta moral. Claro, si se cumplen las promesas.
Viajó a España solo, dejando a toda su familia en Irán. "Mi madre no supo nada hasta la última noche", comenta Moha, que ocultó su decisión para no impedir que se rompiera su 'fichaje' por España: "Si la federación iraní se llega a enterar, no me hubiese dejado venir. Era un talento que no querían perder y lo hubieran impedido. Solo sabían algo mi entrenador y mi padre". Recuerda el momento de anunciarles la decisión que, sin duda, fue duro: "Se quedaron en shock. Una semana después, seguían en shock. Era su único hijo varón y me iba de su lado. Mi madre me preguntaba el por qué. Mi padre me ayudó a hacer entender que mi sueño era ganar medallas olímpicas y la mejor decisión era irme en ese momento de Irán".
La Federación Internacional de Lucha (UWW) promueve impedir estos cambios de nacionalidad en sus deportistas, limitando los cambios al beneplácito de la federación de origen y a un solo cambio de bandera. Esas son las condiciones sobre el papel y a la luz de todos, pero el trámite tiene sus largas sombras. "Todo se puede hacer con dinero", afirma en declaraciones a Relevo. La federación española tuvo que abonar 10.000 francos suizos (que equivale a unos 10.000€) para conseguir el cambio de nacionalidad, de los que 5.000 fueron a parar a la federación internacional y 5.000 a la iraní para conseguir su OK. Con este pago, España se hacía con el transfer ganándole la puja a Rumanía y Brasil, que también estaban en la pelea. Moha pasaba, desde ese momento, a ser un luchador español para la UWW.
Mottaghinia llegaba a España con una invitación de la federación nacional. Lo hacía aún sin nacionalidad, algo que solo se puede conseguir de manera exprés a través de una aprobación del Consejo de Ministros por interés público. Un trámite rápido que se hace llamar 'Carta de naturaleza' y que facilita otorgar la nacionalidad a personas de manera excepcionalmente rápida por interés público. En materia deportiva, una de las más utilizadas, es coordinada por el Consejo Superior de Deportes.
Para permitir que Moha entrase en España, la federación de lucha le busca y facilita un trabajo como entrenador en el Club de Luchas Power en Torredelcampo (Jaén) para conseguir una tarjeta de residencia en el país. Todo parece ir de manera inmejorable y Mottaghinia tiene toda la voluntad de integrarse en su nuevo entorno. "Tenía contrato con el club, me pagaban como entrenador", detalla Moha, que aprende castellano, hace amigos en su nueva ciudad y ya es uno más en la localidad. A priori, en uno o dos años, se conseguiría su nacionalización definitiva, pero van pasando los meses y la noticia no llegaba.

«El Ayuntamiento me pidió un favor»
Su buen hacer se gana una propuesta del Ayuntamiento de Torredelcampo para compatibilizar sus entrenamientos con el club con sesiones de las escuelas municipales: "El Ayuntamiento me pidió el favor de que también les ayudara y trabajara con ellos". Club y Consistorio se encargan de la gestión del cambio, repartiendo las horas del contrato de jornada completa firmado a su llegada. Moha está encantado porque comienza a tener relación profesional con una institución pública, algo que cree que le servirá como seguro ante futuros problemas de papeleo de residencia. Pues bien, sucedió todo lo contrario: la división del contrato que había sido la base de su permiso, hace que se anule y Moha queda sin papeles en España: "La oficina de extranjería me llamó para decirme que yo estaba haciendo alguna cosa mal. Que había roto el contrato con el club. Yo les dije que yo no sabía nada. Así de fácil me quitaron la tarjeta y me perdí el Mundial".
Desde ese momento, si no fuera por su condición de deportista de élite y tener cierta protección por tener el amparo de la federación, el luchador podría ser expulsado del país por no tener en orden su tarjeta de residencia. La situación, en relación con el deporte, es aún más complicada. A pesar de poder representar desde hace años al equipo español, Mottaghinia no puede competir fuera del país porque no podría volver a entrar en España sin su visado: "Puedo disputar el Mundial, porque para la UWW soy español. Pero para competir en el Mundial, necesito salir del país". Actualmente, está atrapado en España. La paradoja más extrema posible: Moha es oficialmente español en las instituciones de la lucha desde 2018, pero no lo es para el país que le 'compró' hace cuatro años: "Si no fuera deportista, soy un ilegal".
La desesperación ha ido ganando terreno en el carácter positivo del joven. El tiempo pasa y los papeles no llegan. Sin poder competir a nivel internacional, los entrenamientos se hacen más cuesta arriba y cada vez es más complicado encontrar la motivación. Pese a todos los inconvenientes y más de cuatro años de problemas burocráticos, la ilusión sigue llevándolo a entrenar cada día y a seguir pidiendo una solución: "Me gusta ayudar a la gente, pero necesito que la gente también me ayude a mí".
"Mi cuerpo no está cansado, es la mente lo que lo cansa"
LuchadorLa FELucha lleva años trabajando con el Consejo Superior de Deportes para conseguir que la ansiada Carta de naturaleza se haga efectiva. Las promesas de que su pasaporte llegará "en poco tiempo" ya se acumulan en la cabeza del luchador. Primero fue la pandemia, luego más y más promesas que no encuentran el final. Como muestra de protección, la federación le ha incluido en el equipo nacional que vive en la Residencia Blume, en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid: "Le quiero dar las gracias al presidente de la federación, es como mi segundo padre".
Comparte techo con algunos de los mejores deportistas españoles y, a diferencia de ellos, no puede competir por España. "Mi cuerpo no está cansado, la mente es lo que lo cansa. Soy un chico joven que lleva tres años y medio sin poder ver a su familia. En un sitio, donde solo hago deporte, deporte y deporte. Estoy peleando con el papeleo, estoy peleando con la distancia de mi familia, haciendo deporte todos los días por la mañana y por la tarde. Estoy peleando con todo. Llevo cinco años luchando", detalla visiblemente emocionado.
A día de hoy, Moha sigue sin pasaporte y sin tarjeta de residencia en el país. En abril, se disputa el Campeonato de Europa en Zagreb (Croacia) y en septiembre, la gran opción de clasificación para los Juegos Olímpicos de París 2024 en el Campeonato del Mundo que otorgará cinco plazas por peso. "A ver si llega el pasaporte por fin y lo antes posible. Clasificar en el Mundial es lo más asequible, porque solo habrá un representante por país. Si pierdo esa cita, tendré muy complicado clasificar en el Preolímpico", afirma.
¿Candidato a medalla olímpica?
Sin competir contra los mejores en los últimos cinco años, Moha solo ha podido medir su calidad en el Grand Prix de España de 2022, que tuvo la presencia de algunos luchadores internacionales. "Creo que sigo teniendo nivel. Le gané 10-0 a un moldavo (Vasile Diacon) que fue bronce en el Mundial Sub-23 y también a un rumano (Zurab Krapev) que fue quinto en el Europeo", cuenta Moha que deja claro que no pierde el objetivo: "Sigo entrenando cada día y no voy a perder mi nivel. Voy a mantenerlo como sea".
Combatir una o dos veces al año contra algunos rivales de exigencia, no es la mejor opción para mejorar e ir con total confianza a jugarte una plaza olímpica si finalmente lo puede hacer: "Para ir a un Mundial, necesitas competir mucho. Un torneo, otro torneo y concentraciones. Llevo cuatro años sin competir contra la gente más fuerte". Algunas voces le dicen que abandone España, pero también renunciaría a su sueño. La norma de solo un cambio de nacionalidad, le impediría volver a competir en un gran campeonato: "Ya no puedo cambiar mi nacionalidad. Tengo que competir por España sí o sí. A ver cuando me mandan el pasaporte. Espero que sea rápido, que pueda competir y ayudar a este país. Soy iraní, pero me siento también español".
Mirando a Irán desde la distancia
Moha Montaghinia está solo en España y su familia se quedó viviendo en su país de origen. Ahora, desde la distancia, ve la convulsa situación iraní teniendo a sus seres queridos dentro de sus fronteras. "Mejor de eso no hablo. ¿Para qué vamos a hablar si no va a cambiar nada que hablemos? No vamos a poder hablar claro, ¿me entiendes?", dice Moha, que solo desea que todo se acabe: "Está siendo duro. Veo que mi familia y mis amigos están pasándolo mal. Estoy lejos, pero me duele. Al final, es mi país. Cada mañana me levanto y veo que siguen pasando cosas. Espero que todo pase pronto".
En su cuerpo, llaman la atención sus tatuajes. En un brazo, las figuras de dos luchadores en pleno combate. En el otro, una frase que representa a Moha: "Toda mi vida: dios, lucha, familia". Sin poder cumplir su sueño de luchar y ganar y sin poder ver a su familia, ya solo le queda la fe para continuar luchando.