La pelota femenina se despereza muy poco a poco: "Como mucho te puedes llevar 600 euros al mes"
Aunque algunas expertas creen que hay cero posibilidades de que algún día las mujeres puedan vivir de este deporte, cada vez más torneos apuestan por el género femenino en sus planificaciones.

"Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible", reza el título de una antigua canción del grupo gallego Siniestro Total. Tal vez esta frase tan contundente sirva para resumir de la forma más vehemente posible las aspiraciones de cualquier mujer que quiera convertirse en pelotari profesional. "Son cero", afirma de forma tajante Maider Mendizabal, que no es una cualquiera en el mundo de la pelota. Fue campeona del mundo en cuatro ocasiones, tres en la modalidad de trinquete y otra en pelota vasca, a lo que hay que sumar cinco medallas de plata y cuatro de bronce. La pelota nunca le dio de comer, y solo la enorme afición que despertó en ella este deporte cuando era niña y jugaba con otro chico en el frontón de Anoeta (Guipúzcoa), hizo que nunca quisiera renunciar a sus sueños. Hasta que se dio de bruces con la realidad.
Pese al notorio pesimismo de Mendizabal,la pelota mano femenina se ha ido desperezando. Eso sí, aún queda mucho camino por recorrer para romper el techo de cristal y acercarse a todo lo que genera esta misma modalidad en categoría masculina. Para paliar esa ausencia de mujeres pelotaris, en 2014 nació la Emakume Master Cup, cuya cara visible es Iker Amarika, que se encargó de organizar una competición exclusivamente femenina. La primera edición se disputó un año más tarde en Zamudio (Vizcaya) con una docena de chicas que estaban inscritas en la escuela de pelota de la localidad vecina de Larrabetzu. Su actividad ha ido creciendo en estos últimos años. Por ejemplo, en estas fiestas de San Fermín será la quinta vez que programen un torneo que se celebró ayer en el frontón Labrit de Pamplona, también conocido como La Bombonera por el gran ambiente que hay durante los partidos, y que fue retransmitido por ETB1 (el canal íntegramente en euskera de la televisión vasca).
Amarika explica que el circuito de festivales de pelota que organiza "es abierto y de libre inscripción" donde pueden participar las pelotaris que quieran, "estén federadas o no". A lo largo del año programan varios eventos. En primavera el campeonato de mano parejas y el torneo de la Comunidad Foral de Navarra. Ya en la época estival promueven las finales del torneo de verano y el de Logroño con ocasión de las fiestas de San Mateo. Otra competición aparte es la conocida como Hiru Hiriburak, que se juega en las tres capitales vascas y que está patrocinada por el Gobierno vasco, además del torneo del 4 y medio que se disputa a finales de año. En todas estas competiciones participan alrededor de 80 mujeres en distintas categorías: élite, promesas –que juegan con una pelota mixta mitad toque duro mitad goxua (blanda)-, y las jugadoras más noveles que solo utilizan la pelota blanda.
Es evidente que cada vez hay más mujeres que juegan a pelota porque, según el alma mater de Emakume Master Cup, "se ha conseguido que competiciones de prestigio que llevaban muchos años organizando partidos de hombres han ido incorporando ahora a las mujeres". Cuestión distinta es la baja afluencia de público a los frontones. "Es que resulta importantísimo ir captando consumidores que se interesen más por la mano, la cesta o la pelota", subraya. Y claro, así es imposible que las mujeres puedan aspirar a ser profesionales. "Hoy en día no existe ninguna", insiste Amarika. Sin consumidores del producto, ya sea de forma presencial u online, no hay dinero, y sin dinero resulta inviable especular con un sueldo digno.
La pregunta es obvia: ¿tan difícil es equiparar los salarios de hombres y mujeres? La respuesta es un tanto desoladora. "La pelota a mano femenina no tiene derechos de imagen, no tiene ingresos por apuestas, ni por taquilla, ni por apuestas online y solamente reciben dinero por patrocinio o ayudas institucionales", subraya Amarika. Los hombres, en cambio sí perciben parte del dinero que generan todos esos ingresos. Eso sin contar los emolumentos que se recaudan por la publicidad estática en la pared izquierda de los frontones gracias a las retransmisión de 150 partidos al año, por los 14 disputados por mujeres. Más ejemplos. En la feria de San Fermín, la pareja ganadora puede recibir de premio 400 euros "cuando los hombres van a ganar bastante más del triple". Más preguntas ¿Quién pone el premio? Otra vez la respuesta es bastante elocuente. La entrada es gratuita, la televisión vasca no paga los derechos de imagen porque se emite a las doce de la mañana, una hora que no tiene ni la misma audiencia ni repercusión que los partidos vespertinos de los hombres. Así que…
Hace aproximadamente dos años, el Parlamento de Vitoria instó al Gobierno Vasco y a EITB a impulsar la visibilidad, integración e igualdad de la pelota vasca femenina, después de que las pelotaris denunciaran la imposibilidad de vivir de la pelota a mano y de que se quejaran por la ausencia de bajas por maternidad o enfermedad, lo que resulta incompatible con ganarse la vida en los frontones. Desde Lakua ven el vaso medio lleno. Al menos, así lo aprecia su director en funciones de Actividad Física y Deportes, Gorka Iturriaga. En su opinión, ya se están dando los primeros pasos. Y es que desde aquel encargo la situación ha ido evolucionando en positivo en los últimos tres o cuatro años, "aunque es verdad que todavía falta que la gente se acostumbre a ver pelota femenina porque el espectador tiene adquiridos unos modelos que siempre han sido masculinos".
Todo pasa por ofrecer al público algunos cambios para que los partidos resulten "más atractivos y competitivos". Esos cambios ya se empiezan a apreciar. Según Iturriaga, las modificaciones han atraído a los frontones a un público más familiar "y no de tanta presencia masculina". Incluso cometa que "ahora acuden chavales y chavales muy jóvenes que se saben el nombre de las pelotaris y que luego les piden que les tiren las muñequeras cuando acaban los partidos".
La apuesta del Gobierno vasco pasa porque las pelotaris tengan una competición "de por lo menos diez u once meses", ya que hasta le fecha solo juegan, como mucho, durante un tercio del año. De momento, el proyecto para promover una competición femenina abarca a las especialidades de mano individual, por parejas y 4 y medio. Se han creado torneos en las tres capitales vascas, llamado Hiru Hiriburuak, con la idea de alargar la temporada y de incrementar el cuadro de pelotaris de mayor nivel, y ya de paso, "para que poco a poco se vayan incorporando las que vienen detrás". Lo cierto es que, a día de hoy, el cuadro es bastante reducido, "y existe mucha diferencia entre las tres o cuatro que son realmente buenas y el resto". De ahí que Iturriaga se marque un plazo de tres a cinco años para que surja una cierta capacidad competitiva entre las pelotaris a medida de que se vayan incorporando al cuadro las chicas que ahora mismo están entre los 14 y los 16 años.
A lo mejor fue un espejismo, pero el dato ahí está. El pasado 23 de octubre se dieron cita en el frontón Bizkaia de Bilbao 2.800 espectadores para ver como la pareja formada por Amaia Aldai y Arrate Bergara derrotaban en la edición del Torneo Hiru Hiriburak al batir 22-19 a Leire Garai e Irati Zabala. "Es verdad que había entradas por invitación, pero meter allí a tanta gente no es nada sencillo", apostilla Iturriaga. Para fomentar la pelota femenina desde el Gobierno vasco se promueven subvenciones nominativas. Además, también aportan otra partida de dinero tanto la Federación Vasca para que siga desarrollando todas las disciplina que tiene la pelota vasca como el Consejo Mundial de la Pelota, que es un organismo para proyectar la pelota vasca en el ámbito internacional.
En ese marco se encuadra el Torneo Internacional Basque Country impulsado por el ejecutivo vasco que justo ahora hace un año se celebró en Boise (Idaho), la ciudad estadounidense que acoge a la mayor colonia vasca del país, entre las cuatro jugadoras más destacadas del momento: las vizcaínas Olatz Arrizabalaga y Amaia Aldai, la guipuzcoana Nora Mendizabal y la riojana Andrea Capellán. Días más tarde, y en plan exhibición, las cuatro jugadoras se midieron en el frontón californiano de San Francisco. Si a ello se une la capacidad de difusión que tiene la EITB para promocionar este deporte, el resultado es una especie de efecto imán en organismos como ayuntamientos o diputaciones que, atraídos por la pujanza de la pelota a mano femenina, tratan de aportar incentivos económicos para que sus municipios acojan este tipo de eventos
Una pelotari experimentada como Maider Mendizabal es de lo más escéptica. "A ver, ¿sabes de alguna chica que viva o haya vivido de la pelota que no sean las raquetistas?, se pregunta. Cuando empezó en el mundo de la pelota a principios de la década de los noventa, tal y como ella misma recuerda, "cobraba cero euros por jugar". Sus únicos ingresos fueron por sus trece comparecencias en los mundiales de pelota. Si ganaba, se llevaba 2.000 euros a casa. Era el tope. La pelota, al no estar contemplada como deporte olímpico, se rige por unos baremos que tiene contemplados el Consejo Superior de Deportes (CSD) donde se prevén una recompensa económica inferior a la que rige en cualquier otra disciplina olímpica.
"Creo que nunca llegaré a ver a mujeres que puedan vivir de la pelota", se lamenta Mendizabal. Ni siquiera ahora que las instituciones locales y la televisión pública vasca tratan de revertir una situación enquistada durante demasiado tiempo. No se olvida de sus tiempos de pelotari cuando reclamaban su presencia en un pueblo para jugar un partido con el único aliciente de una invitación a cenar. "Entonces, yo les preguntaba, ¿también los tíos que vienen a jugar lo hacen gratis cuando mi curriculum deportivo es mejor que el de ellos?". En otras ocasiones le llamaban para jugar cinco partidos por 200 euros en total y las cuentan no cuadraban. Vive en Anoeta, cerca de Tolosa, y tenía que pagar gasolina y peaje "así que, al final, parecía que lo hacías gratis". El dinero que se gana ahora por un partido, según ella, ronda los 150 euros y no siempre juegan todas las semanas. "Como mucho, a lo mejor te haces con 600 euros al mes, pero eso no te da ni para irte de casa de tus padres".