Aislados en una montaña durante 9 días y cambios de país en 24 horas, cómo se organiza el Freeride World Tour
Detrás de cada evento del mundial de freeride de esquí y snowboard hay una locura logística y cientos de anécdotas
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Solo hace falta ver alguno de los 'highlights' del Freeride World Tour para darse cuenta de que lo que hacen los riders en las montañas más imponentes del mundo es una hazaña al alcance de muy pocos, pero la logística detrás de cada uno de estos eventos no se queda atrás.
En menos de 70 días, el equipo detrás del mundial de descenso libre en esquí y snowboard tiene que organizar 6 eventos desde Georgia hasta Canadá, pasando por Suiza, Austria, Francia y, por supuesto, España con el Baqueira - Beret Pro. Cada evento tiene sus peculiaridades, por ejemplo tener que transportar absolutamente todo y a todos en helicóptero porque la montaña es inaccesible por cualquier otra vía, pero hay algo que es imprescindible: montar un estudio de televisión.
Si a más de uno ya le cuesta unirse a una reunión en Zoom con la webcam de su portátil imagina lo que supone tener que montar en tiempo récord un control de realización a más de 2000 metros de altitud, distribuir operadores de cámara y drones por pendientes que alcanzan los 55º, que cada rider tenga una GoPro funcionando durante su descenso y conseguir que la infraestructura necesaria para enviar la señal en tiempo real a través de Youtube no falle a temperaturas bajo cero en medio de la misma montaña inaccesible a la que has tenido que llegar en helicóptero.
Todas estas dificultades dan lugar a mitos y leyendas que se transmiten generación a generación dentro del equipo del FWT, aunque no hay generación que no haya protagonizado alguna de esas historias. La más reciente de todas, cómo una leyenda de la competición encontró una alternativa al Baciver en el Val d'Aran en menos de 7 días.
Para bailar “La Bamba” se necesita... un helicóptero
Pese al perfecto estado de las pistas de Baqueira - Beret, para la realización de un evento Pro del Freeride World Tour se necesita que el Baciver, dónde la prueba tuvo lugar en 2022 y 2023, tenga un estado de nieve casi perfecto desde la cima hasta la línea de llegada. De lo contrario, se podría comprometer la seguridad de los competidores y la calidad del espectáculo.
Una semana antes del comienzo de la ventana de competición fijada por el FWT, las condiciones de la nieve no permitían ser optimistas. No nevó tanto como se esperaba y los fuertes vientos del valle habían creado demasiadas placas de hielo en el Baciver. En ese momento se formó un equipo especializado para encontrar una alternativa en el valle y evitar una segunda cancelación consecutiva en Baqueira que podría haber sido devastadora para los organizadores.
Aymar Navarro, el freerider más reconocido de nuestro país, junto a Marc Ginesta, guía de montaña del Val d'Aran, y Lolo Besse, jefe de jueces del FWT, se pusieron en marcha para encontrar un sustituto a la altura del Baciver hasta que encontraron La Bamba, un "mini-Alaska" a 2541 metros de altitud con pendientes que alcanzan los 53º de inclinación.
El cambio no solo fue muestra de la versatilidad y la velocidad del equipo organizador del FWT, sino que también confirmó que el Val d'Aran es mucho más que la estación de Baqueira - Beret.
El mito de los mitos: Encerrados en Alaska
Posiblemente, la leyenda que más se escucha por los pasillos de los hoteles donde riders y organizadores se alojan durante los eventos sea la pesadilla de Haines 2015.
El Freeride World tour siempre había soñado con tener una prueba en Alaska, pero cuando todo parecía progresar adecuadamente, una borrasca repentina sorprendió al equipo de televisión de la competición, quienes habían montado ya todo el control de realización y se tuvieron que quedar vigilando el material audiovisual para no perderlo todo.
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Las horas iban pasando y la borrasca no retrocedía. Estaban aislados por completo en una carpa llena de material audiovisual y algo de comida de emergencia que llevaron por si acaso. Hasta que la climatología no mejorase, tampoco era viable un rescate de todo el material, así que permanecieron aislados del mundo durante nueve días hasta que la borrasca desapareció, los riders subieron a la cima y dejaron varias actuaciones para el recuerdo. Como si tener a todo el equipo de realización encerrados en una carpa cubierta de nieve no fuese a ser suficientemente memorable.