Desmitificando, o no, la comparación entre 'Sálvame' y las tertulias deportivas: "Se trata de hablar de fútbol sin respetar más códigos que el Penal"
Los formatos televisivos y radiofónicos se han hecho inmensamente populares, cabalgando a veces en un delicado equilibrio entre el análisis de la actualidad y el show hiperrealista

Cualquier periodista que haya pasado cinco minutos más o menos cerca de Tomás Roncero ha debido responder con frecuencia a la misma curiosidad de un aficionado: "¿Roncero es de verdad como en las tertulias o interpreta un personaje?". A Petón también le pasa: "Sí, es la pregunta que más veces me hacen". reconoce. El periodista de AS y El Chiringuito, con una trayectoria larguísima, ha devenido en el arquetipo de tertuliano apasionado. Un perfil que oculta el perfil más canónico del profesional. El caso de Roncero define el encanto, en ocasiones equívoco y controvertido, de las tertulias de fútbol.
En la televisión, a menudo la realidad se presenta a través de un filtro amplificador, una distorsión hiperrealista en favor del entretenimiento. Y para muchos espectadores este tipo de programas operan como un truco inexplicado. Algo así como lo de las peleas en la lucha libre. ¿Esos tíos grandotes se pegan de verdad o interpretan una coreografía consistente en dar hostias como panes? Qué importa si los tortazos inocuos, los disfraces y lo bizarro del conjunto resultan en un buen espectáculo. ¿Y en las tertulias? ¿Es cierto lo que vemos o está preparado? Bueno, preguntemos a los protagonistas.
Muchos consideran a Ramón Pi el iniciador de la tertulia política en la radio, con La Trastienda de la Cadena Ser en 1981. Antena 3 Radio amplió el modelo para hacer de él una bandera diferencial. Con el tiempo se ha diversificado hasta formar parte inherente de cualquier magacín informativo. Convertido casi en un género periodístico en sí mismo, el debate entre periodistas ha impregnado todos los ámbitos de la información. También el deportivo -vale decir, futbolístico-, donde adquiere, como suele ocurrir, formas más o menos singulares y un éxito implacable. Por un lado, las tertulias futboleras permiten asomarse al alma del periodismo y sus complejidades como profesión. Por otro, generan en el espectador y el oyente interés, adhesiones, fobias, recelo, curiosidad y atracción. Un cóctel conveniente para alimentar las audiencias.
Las preguntas siempre son las mismas: ¿Están guionizadas? ¿Los periodistas se reparten los papeles? ¿Las broncas lo son de verdad? En resumen, ¿asistimos a un debate periodístico o a un espectáculo preconcebido? La respuesta de los protagonistas suena concluyente: no hay nada preparado ni se escenifica la discordia de opiniones: "No, los piques no están programados para generar más audiencia", aclara Cristina Cubero, subdirectora del Mundo Deportivo y pionera en las tertulias futbolísticas. Lo corrobora Petón, compañero en muchas de ellas: "No he visto nunca a nadie defender algo distinto a lo que piensa". ¿Y los enganchones ocurren de forma espontánea o son parte del show? "Nunca he tenido uno premeditado ni he visto nada que se prepare", replica Isaac Fouto, de El Partidazo de la COPE. Estas frases las suscriben todos los consultados.
Isaac Fouto vs Siro López 😂🫣
— Kyliansinho (@Kyliansinho) March 21, 2024
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Hay pocos oficios en los que un profesional se vea sometido a una competencia tan directa, personal y diaria con el resto. La presión informativa supone una rutina de alta exigencia, todos los días y a todas las horas. Un todos contra todos permanente. Es una explicación, no una justificación. Lo ejemplifica Fouto sobre el fondo de un desencuentro protagonizado con Siro López, la noche del escándalo de Luis Rubiales y la RFEF. "Fue una jornada muy dura y estresante de trabajo. Entré en mil programas, tuve mil llamadas. Si has tenido un buen día, es más difícil que haya un incidente en la tertulia, pero si has estado hasta arriba, llegas ahí y alguien te toca las narices, pues igual saltas. No debería pasar, pero ocurre. Ese día llegué exhausto y a lo mejor Siro pagó el pato. Luego me quedé muy jodido".
"Si has estado hasta arriba, llegas a la tertulia y alguien te toca las narices, pues igual saltas"
Periodista de la Cadena COPEPara sus protagonistas, un incidente no tiene importancia más allá de la reacción extemporánea del momento. Todos defienden la misma postura: se les da mucho bombo, pero ocurren muy de vez en cuando. Y no pasan de ahí: el abrazo fuera de las cámaras suele poner fin a las hostilidades, sujetas al puro debate. "Las tertulias de fútbol, aunque se hagan en televisión, son en el fondo tertulias de bar, y con un componente de amor por los colores, por decirlo de algún modo -opina Petón-. De ahí que en algún momento se te vaya la olla y discutas con un amigo o un compañero. Pero no pasa de eso. Recuerdo la bronca del Loco Gatti con Cristóbal Soria como una escena puntual: después se dieron un abrazo".
Loco Gatti intentando pegar a Cristóbal Soria en plena emisión de El Chiringuito. Momento histórico. pic.twitter.com/onnSIsgL0z
— Pablo (@HoopsReturns) May 18, 2017
Aquel incidente entre el ex portero argentino y quien fuera delegado del Sevilla (colaborador en formatos como Futboleros, Tiki-Taka y El Chiringuito de Jugones) marca quizá uno de los ejemplos más extremos. Petón, el subdirector y conductor del programa Quim Domenech y otros debieron interponerse para frenar el subidón agresivo de Gatti. También con Cristina Cubero medió Petón -pacificador in pectore- la noche en que la periodista tuvo un agrio intercambio con Josep Pedrerol y decidió abandonar el plató. En este caso fue una discusión mucho más civilizada, sujeta en la dialéctica de un desacuerdo. A Cubero le incomodó la afilada alusión de Pedrerol al "populismo" de sus argumentos: "Eso me aburre, Cris", le dijo. Ella respondió con firmeza: "Si te aburro me marcho, Josep". Se levantó y se fue. Un tiempo después regresó al programa.
Cristina Cubero entiende las reacciones viscerales, pero dentro de un orden: "Es normal que haya enganchones porque los debates se viven con mucha pasión y con mucha libertad, pero deben existir líneas rojas que no se pueden traspasar: no puede haber insultos, ni descalificaciones personales", defiende. Hay quien cree que el tono agresivo del debate político ha impregnado en cierta medida a toda la sociedad. Y eso se refleja también en los espacios de opinión, no sólo en los deportivos, con argumentos tendentes a la radicalización, posturas defendidas a veces con vehemencia y partidismo excesivos. "Lo que pasa en las tertulias es un reflejo de la más alta esfera nacional -defiende Petón-. Estamos conducidos por mimetismo a la crispación". Bien, pero… ¿no deberían los periodistas situarse por encima de esto? ¿Comportarse como una élite del debate sosegado? "Sí, es evaluable -admite Siro López, otro periodista de larguísima trayectoria-. Pero en nuestro caso hablamos de deporte, de fútbol, de pasión; hablas para la gente para la que hablas y cuanto más cercano seas, mejor llega el mensaje que quieres comunicar".
"Deben existir líneas rojas que no se pueden traspasar, no debe haber insultos ni descalificaciones"
Periodista de Mundo Deportivo y El ChiringuitoFouto compara esos momentos tensos con "las discusiones en familia". "Para mí, discutir con Lama es como hacerlo con mi hermano", resume. Pero no todas las relaciones son así en la pecera gigantesca de la profesión: "Hay periodistas que no se llevan bien, eso no lo podemos negar. Y las rencillas pueden aparecer", admite Fouto. Tomás Guasch, firma y voz referencial en todo tipo de fórmulas exitosas de las últimas décadas, ha hecho de su tono burlón y ocurrente una marca personal. Pero sin descuidar el aspecto más canónico del periodismo. "A mí con estas cosas siempre me ha dado por reírme y he tenido pocos momentos de tensión. El hecho aislado de una discusión me parece inevitable, pero hay gente que se lo toma muy en serio y me sorprende que se haga de esto una bandera, un leit motiv profesional", argumenta Guasch. "Nunca he comprendido a la gente que va al fútbol a encabronarse, jamás. Con esto, lo mismo".
Esa opinión se aproxima a la de Joseba Larrañaga, locutor de estilo apacible. El Oasis de Libertad, su sección de debate de los viernes en El Partidazo, supone un deliberado contrapunto: "Tratamos de reírnos, incluso de nosotros mismos, y de divertir a la gente hablando de deporte", define. Cuando se refiere a los incidentes entre compañeros, el tono se le amarga: "Esto no es una discusión de familia y me jode mucho que se haya normalizado. Me hace sentir realmente mal". El periodista vasco representa esa otra línea de la profesión a la que ese tipo de escenas le generan un debate ético: "No podemos dar esta imagen. Salen las filias y las fobias de cada uno, porque el gran error consiste en haber convertido al periodista en más protagonista que los propios protagonistas del deporte", argumenta. "Esto en formatos como Twitch igual es así, quien lo quiera me parece bien, pero se ha trasladado a la radio y yo entiendo la radio de otra manera".
La dispersión de canales de comunicación favorecida por internet suele alimentar esta hipótesis: el contagio de la crispación de las redes sociales y el mundo digital a los medios tradicionales. Además de su interminable amplificación y otras derivadas: "Hay youtubers que viven de comentar lo que hacen Pedrerol, Juanma Castaño, etc. A menudo se entra en cuestiones personales y esto sí que no lo comprendo", admite Isaac Fouto. La referencia a Twitch nos lleva a Siro López. Quienes crecieran con ello o recuerden los días de Antena 3 Radio y al equipo de José María García contarán a Siro entre sus referencias incuestionables en la narración del baloncesto del Barcelona y la Selección. Aún hoy, uno oye su voz y se le aparece la sinistra asesina de Nacho Solozábal.
Siro ha conocido todas las edades del periodismo deportivo desde los 80: Antena 3 Radio y Onda Cero, la jefatura de prensa en el Deportivo, programas en Real Madrid TV, en Telemadrid y en Mediaset… Desde hace tres años dirige sus propios formatos en Twitch, y no comulga con ese argumento: "Por mi experiencia no veo más crispación en Twitch que en las emisoras o canales convencionales -defiende-. Querer responsabilizar a las nuevas plataformas de que haya más o menos tensión en la radio o la tele me parece equivocado. De hecho, no creo que haya más ni que sea tan frecuente".
Quizás las tertulias no sean sino el triunfo de un tipo de programa "más fácil de hacer" y un signo (otro más) del cambio de los tiempos. Así lo explica Joseba Larrañaga: "Hoy día hay mucha menos gente oyendo la radio y el producto es de una calidad inferior. La gente quiere morbo, no estar informada u oír un buen documento. A lo mejor deberíamos educar a la audiencia", propone. "Las tertulias en la radio han crecido por muchas razones, y sobre todo porque los departamentos de comunicación han cerrado el acceso a los verdaderos protagonistas y hemos acabado siendo protagonistas quienes no debíamos", apunta Siro López, quien aprecia una evolución en consonancia con el cambio general de los medios: "Antes en los programas deportivos el protagonismo estaba centrado en una persona: José María García, José Ramón de la Morena… Ahora se ha pluralizado y hay más gente opinando. La diversidad y la tensión son connaturales al debate: hasta los escritores se enfrentaban en las tertulias del Café Gijón en los años 20", analiza.
"Hasta los escritores se enfrentaban en las tertulias del Café Gijón en los años 20..."
PeriodistaAunque las temáticas varían mucho, Petón ve en las tertulias una extensión del eterno Real Madrid-Barcelona, pero por otros medios. "Con la Ley del Deporte y los sondeos del CIS quedó expuesto el volumen real de seguidores de los dos equipos. A partir de ahí se produjo un análisis empresarial y su rivalidad aún pasó a polarizar más el primer plano", explica Petón. "Los medios se llenaron de especialistas en la información de uno y otro lado y lo demás vino solo". Esta es una opinión muy extendida: en general, el fútbol español viene a ser una miríada de satélites enanos en la órbita de dos planetas colosales. Sin embargo las tertulias futbolísticas nacieron a partir de otra rivalidad, más periférica: la del Barcelona y el Espanyol.
El programa pionero se llamaba El Rondo y surgió en el circuito catalán de TVE en 1999, en un periodo propicio entre el final de la era de José Luis Núñez como presidente del Barça y un momento de emergencia del equipo perico. "El inventor fue Alfonso Arús, un visionario en cuanto a formatos de comunicación. Él pensaba: si el fútbol es pasión y todo el mundo habla de fútbol, por qué no llevamos eso al plató de televisión", recuerda Cristina Cubero. La periodista formaba parte del panel habitual de aquel programa, junto a otros clásicos como el propio Tomás Guasch, Emilio Pérez de Rozas y Quique Guasch: "Éramos cuatro periodistas fijos y una serie de invitados que rotaban. El formato buscaba generar polémica a través de la disparidad de opiniones. Todos lo han copiado después", subraya Cubero. Tanto así que en TV3 nació pronto su contraparte, L'Entorn (el rondo y el entorno, dos referencias del imaginario cruyffista). Hasta TVE hizo una tentativa poco exitosa de versionar el formato para regenerar el secular Estudio Estadio. Después vino todo lo demás.
De modo que ni el formato ni el cruce de opiniones ni el ocasional enconamiento acaban de llegar a nuestras vidas. Tampoco la mirada condescendiente de los medios generalistas, donde se practica un periodismo deportivo más pausado, de competencia informativa menos frenética. Ya en noviembre de 2012, un reportaje de Manuel Morales en la sección de Televisión de El País analizaba el fenómeno Punto Pelota. En el mismo medio, Jesús Ruiz Mantilla martillaba en febrero de 2018 sobre el clavo: "Tertulias de fútbol o el Sálvame del balón", titulaba la pieza. Ambos apuntes contraponían las dos Españas (aunque habría una polinesia completa de ellas, en realidad) del periodismo futbolístico en televisión: las tertulias con ex jugadores y técnicos de El Día del Fútbol en Canal+, centradas en el análisis sosegado del juego; y el cruce de opiniones a pecho descubierto de Punto Pelota, con Pedrerol al frente. El "comentario didáctico y con mesura" frente al "griterío forofo".
Sin embargo, Petón no ve nada comparable entre El Chiringuito de Jugones y Sálvame, pese a lo frecuente de la analogía: "En alguna facultad de periodismo me lo han dicho, pero no: la única coincidencia es que hay gente debatiendo alrededor de un moderador". Siro López aprecia matices diferenciadores entre "algunos formatos con toques de espectáculo" y las tertulias de la radio. Pero, ¿se crean personajes los periodistas para animar el show y crecer como referentes? "Puede ocurrir -admite el periodista gallego-, pero en lugares muy determinados y concretos. Al convertirnos en protagonistas, en cierto modo se ha convertido al tertuliano en un personaje. La mayoría de las veces de forma inconsciente".
Pese a lo que pueda parecer, la exposición de la opinión no es un asunto tomado a la ligera por ningún periodista: constituye uno de sus activos más preciados. Cristina Cubero remarca un aspecto clave: "Todos estamos ahí porque aportamos una opinión basada en la información. Estamos cerca de los actores principales de la actualidad y eso le interesa al público porque le ofrece claves". Resultaría frívolo a estas horas dudar de la estatura profesional de Cubero, Tomás Guasch, Siro López, Roncero, Manolo Lama y compañía, por nombrar sólo algunos: "Roncero, Guasch o Lama darán la imagen que den, pero son profesionales soberbios, los mejores", enfatiza Cubero. Petón se refiere a Pedrerol como "un superdotado". Y recuerda: "En El Chiringuito se han dado muchas primicias: y la información es una parte muy importante de su éxito".
La opinión y la información. Dos vértices esenciales del periodismo. Y entre medio, una palabra controvertida: objetividad. Ese valor atribuido a los periodistas como obligación ineludible. "Yo siempre he pensado que la objetividad no existe -afirma con rotundidad Siro López-. Todas las opiniones están marcadas por algo, por sentimientos, por contacto, por el medio en el que trabajas. Me parece más honesto decir de qué equipo eres o a qué línea política estás adscrito que pretender estar al margen de eso, porque engañas al público". Lo del periodismo de bufanda o de camiseta le resulta particularmente molesto a Cristina Cubero: "Eso se lo han inventado los puristas. Y es una mentira gigante, porque todos hacemos periodismo de camiseta: a todos se les ve el plumero en lo que escriben. Quieren ser la élite del periodismo deportivo pero hacen lo mismo, y si le hiciéramos el comentario de texto a una crónica suya veríamos si el suyo es o no periodismo de camiseta", defiende.
En opinión de Siro López, la objetividad se confunde con otros atributos por los que sí debe responder el profesional: "Yo creo más en la independencia que en la objetividad. Además, entre los periodistas de un mismo equipo también hay posturas distintas: ya no visten sólo la bufanda de ese equipo, sino la bufanda de un presidente, de un entrenador, de tal o cual jugador…". Isaac Fouto aporta: "Sin diversidad de opiniones una tertulia no tiene salud, pero debemos tener cuidado. Ser honestos, no dejarnos llevar por corrientes externas y saber que hablamos de temas delicados que pueden afectar a mucha gente". La diferencia entre una perspectiva alineada con el público objetivo del medio y el forofismo la establece Tomás Guasch, sirviéndose de una afinada cita. "En el Mundo Deportivo, Juan José Castillo decía: nosotros somos barcelonistas, no culés".
En el fondo, hablar de fútbol viene a representar una suerte de unidad esencial indivisible del deporte rey. Es como el átomo para la materia. Todo el mundo habla de fútbol y casi siempre con arrebato: la pelota como centro de un universo emocional en permanente expansión. Una frase de Cristina Cubero sirve de conclusión: "Las tertulias funcionan porque son como la vida misma: todos hablamos y discutimos alguna vez de fútbol y nos gusta hacerlo. Eso ha acabado triunfando en la televisión". Quizás la definición más precisa la apuntara el también periodista de COPE, Quique Iglesias, cuando con ocasión de los cien programas de El Rondo resumió de manera sarcástica el ambiente connatural a las tertulias: "Se trata de hablar de fútbol sin respetar más códigos que el Penal".