"¿Cómo vamos a organizar unos Juegos Olímpicos si no podemos acoger a 300 sevillanos?"
La mano dura de Francia con la afición del Sevilla en la Champions delata un problema más grave a siete meses de los Juegos de París.

Cerca de la frontera con Bélgica, en el norte de Francia, la ciudad de Lens ha ejemplificado en las últimas horas el temor que existe en el país a un problema de seguridad en los Juegos Olímpicos de París 2024. Quedan poco más de siete meses para que la gran cita del deporte aterrice en la Ciudad de la Luz y el nerviosismo que desprenden las autoridades francesas da buena muestra de todo lo que hay en juego.
El partido entre el Lens y el Sevilla de la última jornada de la fase de grupos de la Champions League ha sido el último ejemplo de la alarma constante que hay en Francia con el deporte. El ministro de Interior francés, Gérald Darmanin, anunció el domingo que prohibía el desplazamiento de los hinchas sevillistas después de los últimos incidentes con los ultras en el fútbol galo. El Sevilla, que se enteró por la prensa, se sumó a un recurso interpuesto por una asociación de aficionados y el Consejo de Estado terminó dando la razón a los hinchas del club hispalense: los 300 aficionados desplazados a Lens pudieron ver el 2-1 desde la grada del Stade Bollaert-Delelis.
El sainete tiene una explicación: el enorme problema que tiene el fútbol francés con sus ultras. El 2 de diciembre murió un aficionado en Nantes tras un altercado con hinchas del Niza y hace poco más de un mes el Marsella-Lyon tuvo que ser suspendido después de que unos vándalos apedrearan el autobús del Lyon e hirieran al entrenador, Fabio Grosso.
"¿Cómo vamos a organizar unos Juegos Olímpicos si no podemos acoger a 300 sevillanos?", decía antes del partido contra el Sevilla el entrenador del Lens, Franck Haise, una pregunta que resume a la perfección la situación que se vive en Francia antes de los Juegos Olímpicos. La ceremonia de inauguración, que será en barco por las aguas del río Sena, tendrá 35.000 agentes desplegados para garantizar su seguridad.
El ministro de Interior, en el punto de mira
Al problema de violencia en el fútbol que tiene Francia y las restricciones previstas para los Juegos Olímpicos se suma el estado de alerta antiterrorista en el que vive el país desde 2015 casi sin interrupción. La última vez que se activó el nivel más alto fue el 13 de octubre tras el acuchillamiento de un profesor en Arras en medio de la escalada de la guerra entre Israel y Hamás.
El responsable de ese cóctel de seguridad pública es el ministro del Interior, Gérald Darmanin, en el centro de la polémica. Es una de las figuras más cuestionadas de la política francesa por su proyecto de ley de inmigración, que la derecha tacha de blando y la izquierda de demasiado duro con los migrantes. Eso provocó su rechazo en la Asamblea, donde el partido de Emmanuel Macron no tiene la mayoría.
Tras la derrota en la Asamblea, el ministro presentó su dimisión, pero el presidente la rechazó. Darmanin defiende la necesidad de la nueva ley para agilizar la expulsión de inmigrantes delincuentes. Y cada día, en su perfil de Twitter, refuerza ese mensaje publicando un hilo con detalles (iniciales, edad y delitos) de todos los delincuentes deportados a sus países de origen.
Darmanin tiene pasado como árbitro de fútbol, pero ahora son muchos los que creen que se está extralimitando con sus medidas para hacer frente a la violencia en el fútbol, llegando a criminalizar a aficionados sin pasado violento.
La prohibición a los aficionados del Sevilla no fue la primera. Unos días antes, tras la muerte de un aficionado antes del Nantes-Niza, y después de que la ministra de Deportes pidiera que se prohibieran los desplazamientos hasta el día 18 de diciembre, el Ministerio del Interior ya había impuesto restricciones que luego fueron suspendidas en parte por el Consejo de Estado.
Este mismo órgano tumbó la orden que prohibía el desplazamiento de los aficionados del Sevilla por falta de justificación. La medida había sido anunciada por Darmanin en una entrevista que cogió por sorpresa a todos, empezando por el club hispalense y todos los aficionados que ya tenían entrada y vuelo para viajar a Lens.