KARTING

El 'niño' gallego subcampeón del mundo al que el manager de Leclerc quiere llevar lejos

Christian Costoya ya está bajo el paraguas de uno de los mánager de pilotos más influyentes del mundo y ha hablado con Relevo.

El 'niño' gallego subcampeón del mundo al que el manager de Leclerc quiere llevar lejos
Sergio Lillo

Sergio Lillo

La historia de los Costoya es la de tantas otras familias, padres, madres e hijos que se aventuran en el complejo y costoso mundo del motor con ganas de diversión, de fines de semana fuera de casa juntos y de sueños. Sueños que poco a poco van creciendo, con el paso de los años y las categorías, y que en muchos casos acaban de golpe antes de tiempo. Pero esta historia es también diferente. Y es que el niño que nació en el día de San Juan de 2010 en Silleda (2.000 habitantes en su casco urbano) se ha ganado el respeto y el respaldo de uno de los mánager de pilotos más reputados del panorama internacional. Christian Costoya, de solo 13 años, es la nueva gran promesa española. Esta es su historia.

Los primeros 'pasos' de Christian Costoya en un kart. Archivo familiar

Las probabilidades de que un niño gallego llegase a estar bajo el paraguas de Nicholas Todt, uno de los mánager más reputados del panorama internacional e hijo del que fuera el exitoso jefe de equipo de Ferrari en los años 2000 y presidente de la FIA, Jean, eran remotas. Muy remotas, de hecho. Pero el destino, el rendimiento de Christian y el sacrificio de toda su familia hicieron que el francés encontrase esa aguja en el pajar.

Pero, ¿cómo comenzó todo? El gran responsable -pero no el único- de que Christian esté hoy donde está es su padre, Marcos, que ha vivido con pasión el motor desde joven, cuando en el pueblo se organizaba una de esas carreras urbanas, con balas de paja como barreras, ya extintas. Un buen día decidió apuntarse. Esto le llevó a correr en pruebas del regional gallego junto a su hermano. Tanto les enganchó que dieron un paso más, a los potentes KZ. Y con ellos ambos llegaron a ser campeón y subcampeón de Galicia. Pero poco tiempo después llegó su primer hijo. Y todo cambió.

Ya con dos añitos y medio, Christian veía correr a su padre y a su tío y pronunció las palabras mágicas: "Yo también quiero". Y cómo decirle que no. "Le adapté un kart, un Comer 80cc, y empezó a hacer sus primeros metros dentro de una nave de un polígono industrial, con unos conos para formar un pequeño circuito. Se veía que se adaptaba y que le gustaba", recuerda el padre en conversación con Relevo. Y de atuendo: un mono con los colores de Ferrari que vendían como disfraz en aquellos años en los que Fernando Alonso hacía soñar a medio país con ser campeón de rosso.

Christian Costoya (tres años), con su segundo kart en una nave industrial de las afueras de Silleda.  Archivo familiar
Christian Costoya (tres años), con su segundo kart en una nave industrial de las afueras de Silleda. Archivo familiar

Los inicios, durante las tardes entre conos dentro de aquella nave y luego, poco a poco, fuera de ella, dieron lugar a visitas al karting de A Madalena, a 27 km de casa. Y las mañanas lloviendo, donde Christian se empapaba de felicidad y daba vueltas y vueltas, muchas veces sin compañía sobre el asfalto. Hasta la primera carrera, la primera prueba de fuego real, en el 39º karting de A Pastoriza (Lugo), ante otros 12 niños con cara de susto. Y allí, con apenas cuatro años, se subió a su primer podio. Era solo el principio.

"Era un kart muy pequeño que llevaba los pedales casi en el asiento de lo pequeño que era. Llevaba un traje de Ferrari, y estaba dando vueltas en una nave. Lo tengo guardado en el trastero con una colección de trajes que tengo", recuerda esta joven promesa sus primeros 'pasos' con un kart. "En mi primera carrera no sabía ni cómo empezar en una salida. Cuando vi a los pilotos delante pensé que esto corría mucho para mí, que se iba muy rápido. Pero al final logré acabar en el podio y fue una de las mayores alegrías que tuve".

Ese mismo año, en Castroponce (Valladolid), la escuela Ariza Racing School organizó un trofeo con 20 niños de edades similares que marcó para siempre a los Costoya. Allí, Christian se dio cuenta de lo que era competir rueda a rueda con tantos rivales y se enamoró para siempre del karting. Aquel fin de semana fue la chispa que encendió la llama para aceptar el reto.

Christian Costoya, con la copa del Trofeo de Ariza Racing School en 2014.  Archivo familiar
Christian Costoya, con la copa del Trofeo de Ariza Racing School en 2014. Archivo familiar

Un sacrificio con recompensa

Pero Marcos tuvo paciencia y siguió entrenando con su hijo hasta que con siete años decidió que era el momento de competir en campeonatos regionales, no solo en Galicia, sino también en Castilla y León, Madrid o Valencia. Y dar el salto a nivel nacional y también internacional, primero en Portugal y luego en las Grand Finals de 2018 en Brasil, donde acabó 11º de la categoría Micro como mejor español. Pero sería un año después cuando, con solo nueve, los fabricantes italianos de karts se fijaron en él.

Desde el primer momento, este gallego, que trabaja en el departamento de producción de una empresa de productos de limpieza, y su mujer, Gilda, empleada de un hotel de la localidad, tuvieron que hacer esfuerzos económicos importantes para que Christian siguiera avanzando en su sueño y diversión. Pero llegó un momento que Marcos se vio obligado a llamar a las puertas de conocidos e instituciones cercanas. Una de las que primero apostó por su hijo fue el Ayuntamiento de Silleda y ahí sigue todavía hoy.

Christian Costoya saluda a todos sus rivales tras acabar una carrera de karting. Archivo familiar

Un de las ventajas, a pesar del desembolso, es que Christian siempre fue progresando de categoría y no se llegó a quedar estancado. Aun así, Marcos reconoce que los peores momentos en estos 13 años han sido "cuando sabías que el material que teníamos no daba para ganar y por mucho trabajo que se hiciera no se conseguía; y luego alguna vez que tenía que buscar más recursos económicos porque íbamos justos para los viajes".

Y es que para limitar el gasto, viajan solos. La madre de la familia sigue las carreras desde casa con el hijo pequeño, Tiago, que tiene siete años. "Él cada mañana cuando nos ve saliendo por la puerta de casa con las cosas para marchar al circuito, dice "Llevar mi kart también en el remolque" y a veces le inventamos cualquier excusa para que no se entere", cuenta Christian con una sonrisa inocente.

Leclerc y Verstappen, sus ídolos

Cuando se le pregunta por quiénes son sus referentes en el mundo del motor, Costoya no duda: "Sobre todo me gustan mucho Max Verstappen y Charles Leclerc, que empezaron a la misma edad, primero en sus países, y luego se fueron moviendo a Italia, a las WSK, y fueron categoría a categoría, como yo estoy haciendo más o menos".

Christian Costoya habla sobre quiénes son sus referentes en el mundo del motor. Relevo/S. Lillo

"De Verstappen me gusta mucho su agresividad, cómo hace los adelantamientos que a veces te quedas preguntándote cómo lo ha hecho, cómo se tira desde tan lejos… y de Leclerc, cómo gestionan muy bien las gomas; me gusta mucho su estilo", añade. De hecho, el destino quiso que el monegasco y él se cruzaran en la parrilla de salida del GP de España 2018, donde Christian fue uno de los niños elegidos para acompañar a los pilotos en la ceremonia del himno. "Me tocó ponerme con Leclerc. Yo me giraba a veces y veía a mi ídolo detrás... Y parece como si la vida fuese encajando sus piezas. Ahora estoy en su misma agencia y su mismo mánager", dice.

¿Y de los españoles? "Sí, cuando era pequeño, siempre veía a Alonso en Ferrari y me gustaba mucho. También es uno de mis favoritos, pero me fijo mucho en los más recientes por cómo van llegando y se adaptan a todas las condiciones", responde, subrayando una obviedad: ve más cercanos a él a los miembros de la nueva generación.

Christian Costoya durante la final del campeonato del mundo OK Junior 2023.  CIK FIA
Christian Costoya durante la final del campeonato del mundo OK Junior 2023. CIK FIA

El fichaje de Christian por el fabricante italiano Parolin en 2021 fue la lanzadera a todo lo que ha venido después: 3º en el Trofeo Andrea Margutti, uno de los más prestigiosos a nivel mundial y que ganaron pilotos de F1 como Robert Kubica o Giancarlo Fisichella en su día; campeón de las WSK Euro Series en categoría Mini y, el pasado 9 de octubre, el subcampeonato del mundo junior.

Los buenos resultados y el progreso del adolescente gallego atrajeron la mirada de muchos a nivel internacional. Uno de ellos, Nicholas Todt, mánager de pilotos de Fórmula 1 como Charles Leclerc, Felipe Massa o Daniil Kvyat, lo tuvo claro. Telefoneó a Marcos el año pasado para que se acerca a Ginebra (Suiza) y reunirse con ambos.

"No lo dudamos. Nos acercamos Christian y yo y estuvimos una mañana charlando. A partir de ahí se fue matizando todo poco a poco. Fue una sensación muy buena, a pesar de que las últimas carreras de Mini fueron las más tensas, porque el final de temporada ya nos pasaron un poco por encima nuestra los rivales con motores mejores. Christian estaba en el podio, pero era muy difícil estar delante. Y en ese contexto, al final en el GP de Imola del año pasado fue cuando firmamos con ellos", recuerda el padre.

Plan a largo plazo, pero paso a paso

Una de las cosas que más gustó al reputado mánager fue la sonrisa de oreja a oreja que Costoya siempre tiene, pase lo que pase en carrera, haya tenido un incidente con algún rival, o haya ganado. Actitud y comportamiento, claves para el futuro de un piloto. A eso se le añaden los tres idiomas que ya habla con 13 años (español, inglés e italiano) y en los que se expresa con todo el desparpajo del mundo.

Todt puso en marcha entonces un plan a largo plazo en el que cada temporada y cada paso a dar están definidos, pero son confidenciales. Lo que parece claro es que en 2024 repetirán en karting, muy posiblemente en OK Junior, antes de dar el salto a pelear con los mayores. Paso a paso, sin prisas. "Está todo en sus manos. Cuando toque dar el salto a fórmulas, él dirá la trayectoria que tiene que seguir", subraya Marcos Costoya.

Christian Costoya y el agradecimiento a su padre por todo el esfuerzo de estos años. Relevo/S. Lillo

Los objetivos serán grandes y la exigencia máxima, pero eso a Christian no le asusta. De hecho, cuando se le pregunta por el mejor momento de su año, no habla del podio como subcampeón del mundo, sino de la pole position que se anotó para la gran final... entre otros 129 pilotos. Cabeza fría no le falta.

¿Y cómo se ven si cierran los ojos?

"Me imagino dentro de un box, con los ingenieros, dentro de un fórmula, con todos sus botones y volantes, y viendo de frente la grada principal con todos los fanáticos poniendo en tu cartel tu nombre, tu apellido y animándote", responde Christian.

"Sí, un poco así parecido, ¿no? Sería muy bonito poder disputar un gran premio de Fórmula 1 y poder verlo desde una grada o mismo desde el box. Para mí sería un sueño", añade Marcos mientras Christian sonríe de lado, pícaro. Tiempo al tiempo.