El sueño real del brasileño que dormía en un parking, pasó del simracing a Red Bull y pelea por la F1
La historia de Igor Fraga empezó a caballo entre Japón y Brasil y tuvo como gran lanzadera el videojuego 'Gran Turismo'.

En el imperio del Sol Naciente, en una localidad -Kanazawa- donde el asfalto y el hormigón se entremezclan con las construcciones de madera típicas japonesas, donde el barrio de Nagamachi representa las tradiciones de aquellos guerreros únicos de otra época, los samuráis... allí se crio Igor Omura Fraga (1998), mitad japonés, mitad brasileño. Pocos habrían apostado por él como piloto de carreras. De hecho, pocos lo hicieron. Pero él se empeñó en sobresalir, aunque tuviera que llegar a dormir con su padre dentro del coche en un parking en EE UU para ello.
Lo consiguió, aunque de una manera poco habitual. Llegó a ser piloto Red Bull durante la pandemia después de haber sido campeón del mundo de la competición virtual organizada por los creadores del mítico videojuego de carreras Gran Turismo. Ahora, pelea por seguir abriéndose paso hacia la Fórmula 1.
La historia de Fraga es la historia de un padre apasionado al karting, que llegó a competir un par de años, pero al que los recursos no le permitieron llegar más allá. Es también la historia de una familia a caballo entre Japón y Brasil, dos culturas casi antagónicas, que quiso darle a su hijo la oportunidad de perseguir sus sueños. Es el reflejo de lo complicado que es ascender en la pirámide del automovilismo para un ser humano normal.

"Desde que tengo memoria he estado sentado en un kart y jugando a Gran Turismo porque mi padre tenía una enorme pasión por los coches. En cuanto nací, tuve coches de juguete en las estanterías y cosas así. Luego, quiso subirme a un kart, por lo que me compró un volante y el Gran Turismo 3 en aquel entonces. Así, empecé a adquirir algunos conocimientos básicos de los controles, porque no era tan realista como es hoy en día, pero al menos un niño podía entender qué pedal era el acelerador, el freno y cómo funcionaba el volante. En cuanto supe lo básico, me metió en el karting", recuerda Fraga en conversación con Relevo en las Finales Mundiales de Gran Turismo en Barcelona.
Sus primeros pasos en el karting fueron como los de todo niño, en un circuito cerca de casa y con tandas libres, antes de adentrarse en los entresijos de las carreras mientras compaginaba esas excursiones de fin de semana, con los juegos con sus amigos, algunos partidos de fútbol y una infancia al uso, aunque con una excepción. "En casa se hablaba portugués habitualmente, pero en el colegio y fuera hablaba japonés. Me costó un poco aprender el idioma, pero lo conseguí poco a poco", recuerda.
Entre fin de semana y fin de semana, conseguía convencer a su madre para que le dejase echar una hora con Gran Turismo. Eso sí, después de haber completado sus deberes. Sus padres fueron el motor de todo, los que se sacrificaron hasta el último gramo de fuerzas para ayudarle en esa trayectoria hacia lo más alto. Su padre estudió mecánica y trabajaba en el mundo de la robótica en Japón, y eso sería clave en los años venideros. No en vano, sus aptitudes de mecánico les permitieron ahorrarse importantes desembolsos en aquellos inicios en el karting, cuando su madre les ayudaba y, además, les grababa en vídeo.

La primera victoria y la crisis de 2008
"Recuerdo que en las primeras carreras me doblaba casi toda la parrilla, porque empecé con cuatro y cuando corres contra los más experimentados, que tienen seis o siete, es un salto enorme de habilidades y de todo. Así que al principio era muy lento, me costaba coger el ritmo. Pero en cuanto empecé a sumar kilómetros, pude pelear un poco más, estar un poco más delante y creo que en un año o menos logré mi primera victoria en Japón", recuerda Fraga.
"Fue en Biwako Sports Land, donde solíamos ir la mayor parte del tiempo. Luego, unos años después empezamos a tomarnos más en serio las carreras e íbamos a otros circuitos. En 2008 hicimos el campeonato asiático de karting, y entonces visité cuatro países diferentes, y gané el título".
En ese momento fue cuando sus padres empezaron a pensar en dar el salto al karting internacional, después del título en un campeonato exigente y en el que ya experimentaron de primera mano algo de la "política" de las carreras. "Nos emocionamos mucho de cara a lo que queríamos hacer el año siguiente. Queríamos hacer algún campeonato del mundo y cosas así, pero llegó la crisis financiera en ese momento y todo se fue al traste. Los patrocinios que teníamos desaparecieron, el trabajo de mi padre bajó muchísimo y era muy complicado seguir, así que dejamos las carreras", recuerda el piloto.
Primer punto de inflexión: 'hasta pronto' a Japón, adiós a las carreras
Ese fue el primer gran punto de inflexión en la trayectoria deportiva de Fraga. La crisis golpeó con dureza a su familia y esto le dejó fuera del mundo de la competición. Siguió con sus estudios, pasando más tiempo con sus amigos y jugando a videojuegos de carreras. En 2010, decidieron volver a Brasil. En la mente de los tres estuvo en todo momento el volver al karting... pero se encontraron con presupuestos mucho más altos de lo esperado si querían dar el salto a los chasis más grandes, tras haber corrido hasta el momento con los Mini ROK de CRG.
No sería hasta seis años después, en 2014, ya con 16 años, que Fraga volvió a la competición. Y, curiosamente, dio el salto directamente a los monoplazas y en ese momento las competiciones online de Gran Turismo irrumpieron en su vida. La Fórmula Vee (pequeños prototipos de 400kg y motores Volkswagen de 1,6 cilindros) le ofreció una posibilidad más barata que el karting senior y el apoyo de unos pocos patrocinadores, junto con el trabajo de su padre, le permitió completar la temporada... sumar sus dos primeros podios con coches grandes y ser subcampeón tras ocho citas. Ese año ya probó suerte también en el campeonato Paulista de Formula 1600, donde logró su primera victoria en monoplazas.

Pronto, Fabrizio, el padre de Igor, se dio cuenta de que si querían seguir avanzando, iban a necesitar algo más. Ni corto ni perezoso decidió empezar a vender la mayor parte de sus adquisiciones como hobby: una avioneta biplaza que había comprado destruida y que reconstruyó al 80%, un terreno y algunas cosas más. Todo ello, junto a un préstamo bancario. El objetivo: llegar hasta la F3 brasileña.
"Aquellos años creo que fueron los más duros en cuanto a presupuesto y todo, porque mi padre tuvo que empezar a vender un montón de cosas para pagarme las carreras. Para el salto a la F3 incluso pidió dinero prestado al banco, cosas así... Básicamente se deshizo de la mayor parte de las cosas que había ido comprando durante su vida. Sin duda, me di cuenta del esfuerzo que estaba haciendo mi familia por mí", apunta Fraga.
Tras ser tercero en la F3 brasileña Light, con cuatro victorias y nueve podios, en 2016 dio el salto a la Fórmula 3 del país, donde logró un podio. Pero ante la falta de más presupuesto, en 2017 volvió a la Light, donde se proclamó campeón tras ganar 10 de las 16 carreras. Y entonces llegó otro de los puntos de inflexión en su abrupto camino.
El sueño americano, durmiendo en un parking
Los Fraga quisieron dar el siguiente paso y vivir el sueño americano. Enrolado en la F4 Nacam (celebrada íntegramente en México en ese momento) desde septiembre de 2017, aprovecharon el apoyo "de un par de personas" y el equipo Exclusive Autosport para estrenarse en USF2000, a caballo entre EE UU y Canadá. Igor logró ser subcampeón en México y llegó a compaginar ambas categorías hasta el verano de 2018.
Su padre hizo de mecánico del coche para rebajar el presupuesto, que esta vez ya era en dólares y muchas noches dormían dentro del coche, en un parking, para ahorrarse las habitaciones de hotel. Con 20 años, Fraga estaba dándolo todo por su sueño y su familia se había vuelto a volcar con él.
"Hubo mucha gente a mi alrededor que nos echó una mano para poder dar ese salto a América y pudimos hacer aquella temporada allí. Mi padre se puso a hacer la mecánica de mi coche, para que así pudiese rebajar el coste de la temporada. Es que, ¿sabes?, estamos hablando de dólares… por lo que era mucho más caro para nosotros en comparación a cuando estábamos en Río. Trabajar en Brasil le habría implicado mucho menos salario de lo que nos ahorrábamos si hacía de mecánico en EE UU. Dormíamos en un parking y hacíamos todo lo que podíamos para que todo funcionara. En ese momento sentí un poco de agobio. Pero estaba consiguiendo hacer lo que más me apasiona, que es competir. Fue muy duro, no te voy a mentir, pero también muy divertido y una buena experiencia", recuerda el brasileño.

La gran oportunidad, con el videojuego de sus sueños
En mitad de toda la locura de su debut en monoplazas, Fraga se apuntó a la GT Academy -una competición virtual que organizaban los creadores de Gran Turismo para buscar a pilotos, cuya primera edición ganó Lucas Ordoñez- y, aunque llegó a clasificarse para ella, se quedó fuera en 2014 por no cumplir con la edad mínima. "Pensé que si lo intentaba, quizás podía abrirme paso a nivel profesional. Estábamos sufriendo mucho para encontrar presupuesto para hacer una temporada completa, por lo que lo vi como la gran oportunidad para mí", rememora.
Posteriormente, el proyecto se canceló... hasta 2018, cuando se reinventó en formato campeonato, con una fase inicial online, donde se buscaba a los mejores de cada región, y otra competición final ya presencial. Pero, ¿cómo hizo Fraga para lograr clasificarse al FIA Gran Turismo Championship mientras alternaba sueños en el parking y en algún que otro hotel estadounidense?
"Cuando me di cuenta de que había una oportunidad fue, digamos, en 2014. Hasta entonces, no lo creía posible. Es decir, lo veía como una afición, era el inicio de las carreras online, así que disfrutaba compitiendo virtualmente, pero nunca lo enfoqué como algo profesional, algo tipo quiero ser el mejor del mundo. Luego, cuando salieron las World Series, cambié de opinión y me dije '¿por qué no lo intentamos?' Y fui a por ello al 100%", apunta.
"Mejoré mucho como piloto virtual, practiqué muchísimo y eso me hizo cambiar el chip de hobby a algo realmente serio. Estaba bastante atareado en aquellos momentos. Me llevaba mi volante y todo a los hoteles y en los viajes. Así podía hacer la clasificatoria online. Fue bastante duro, porque estaba compitiendo durante el día con los monoplazas y luego durante la noche con Gran Turismo. Solo hacía eso todo el tiempo".

El brasileño logró clasificarse para las finales mundiales y se proclamó en un escenario como pocos otros en el mundo del motor, Mónaco, como primer campeón del mundo de simracing reconocido por la FIA. "Significó un montón para mí. Es complicado incluso decirlo, porque en 2018 estaba haciendo la temporada americana, durmiendo en el coche en el parking y demás… y luego poder lograr aquello fue muy, muy especial. Lo sentí como que todo el esfuerzo que estaba poniendo en el motorsport estaba empezando a merecer un poco la pena. Fue una alegría enorme", recuerda.
Y aquello le permitió hacer contactos, conexiones de futuro y pensar en seguir avanzando en el mundo real. El brasileño cruzó el Atlántico, camino de Europa, con el apoyo de Gran Turismo. No sabía lo que estaba por llegar...
El sueño europeo y la llamada de Red Bull
Su primera temporada en la Formula Regional European Championship by Alpine 2019 consiguió dejarse ver y estar siempre entre los mejores. Tras 4 victorias y 11 podios, acabó tercero el campeonato. Pero la actuación que le cambió la vida llegó en invierno, cuando consiguió participar en la Toyota Racing Series en Nueva Zelanda para prepararse de cara a su salto en 2020 a la FIA F3. Allí se enfrentó a Liam Lawson y Yuki Tsunoda, ambos pilotos junior de Red Bull -y ahora pilotos de F1-, en el campeonato de fogueo para jóvenes promesas... y fue campeón con el mismo monoplaza.
Esto atrajo las miradas de Helmut Marko. El asesor deportivo del programa automovilístico de las bebidas energéticas consiguió el teléfono de Igor y le llamó directamente. El brasileño acababa de aterrizar en República Checa, donde tenía la sede el equipo Charouz Racing, y al ver el prefijo austriaco en su pantalla el corazón le dio un vuelco.
"Helmut Marko me llamó directamente en cuanto llegué a República Checa. Según me subí al coche de alquiler, un móvil de Austria me estaba llamando. Recuerdo que pensé 'Puede que sea…', y cuando lo cogí, era el propio Helmut y así empezó todo. No, no estaba preparado, pero fue como… batimos a dos pilotos de Red Bull, por lo que algo podría pasar. Teníamos esa esperanza, pero no estábamos seguros", asegura.

"Luego, fue todo muy duro… el problema es que ya estaba firmando el contrato con el equipo para la F3. Había tenido mi primer año en Europa y los equipos grandes no estaban muy interesados en mí. Red Bull no tenía muy buena relación con el equipo con el que había firmado, así que solo quisieron poner sus colores en el casco, porque no querían que se les relacionara. Desde el inicio las cosas no fueron precisamente perfectas. Y luego fue muy complicado luchar esa temporada. Iba a tener una buena oportunidad de cara al año siguiente…. pero debido a la COVID-19 y todo aquello, las cosas no fueron como queríamos. Después me echaron porque no tenía un asiento, por lo que fue muy, muy duro".
Y ahí llegó un nuevo punto de inflexión para él, el enésimo. Pensó en irse a correr a Japón, pero las estrictas medidas anti-COVID le hicieron imposible entrar en el país asiático y Fraga se quedó otros dos años fuera de las carreras reales.
"No lo sé… no sentí mucha presión en torno a mí. Creo que yo me pongo más presión a mí mismo. También tener a mi familia y todo… porque ellos vendieron todo por mí, así que... ¿qué iba a cambiar si Red Bull decía algo sobre mí? No me importaba, realmente. Intentamos hacerlo lo mejor que pudimos y no tengo ningún arrepentimiento. Fue lo que fue. No lo sentí como una oportunidad perdida. Las cosas no encajaron bien en ese momento. Hubo muchos factores para que no pudiera seguir. Sé que si hubiera tenido la misma oportunidad [que Tsunoda o Lawson], podría haber estado ahí ", reflexiona.

Una nueva vida en Japón y más 'simracing'
Una vez más, Fraga se refugió en su preparación física y en el simracing con Gran Turismo para intentar estar listo cuando llegase una nueva oportunidad. Finalmente, en 2023 le llegó la oportunidad de estrenarse en la Super Formula Ligths (la antigua F3 japonesa), donde logró una victoria y siete podios tras un inicio complicado de temporada y acabó cuarto. Además, lo compaginó con el Super GT 300.
Este 2024 seguirá compaginando su actividad en los GT con un rol de reserva en la Super Formula, la F1 de Japón. En su sueños sigue apareciendo la posibilidad de llegar a la cima de la pirámide del automovilismo. Nadie le ha regalado nada y lleva peleándolo toda la vida. Un escalón más no supone algo negativo para Igor Omura Fraga.
"El próximo objetivo por ahora es dar el salto a la Super Formula e intentar tener buenos resultados allí. Pienso que es una buena oportunidad para mí para demostrar qué puedo hacer aquí. Quiero asentarme y hacerlo bien, ese es el principal objetivo. La F1 ha sido mi sueño desde que era un niño pequeño. Sé que es súper complicado llegar ahí, pero es un sueño que me motiva y me hace seguir haciendo lo que estoy haciendo ahora. Porque con todas las dificultades que he tenido, probablemente otra gente habría renunciado a seguir corriendo. Y, de alguna manera, yo he logrado seguir hasta ahora e ir avanzando poco a poco. Es mi objetivo y pelearemos hasta el final", subraya.
"A mi yo de los inicios le diría… en realidad, no lamento nada de lo que he hecho. Creo que le diría que siguiera trabajando duro, que nunca arrojase la toalla y que tal vez así consiga algo en el futuro. Creo que le diría que trabajase, trabajase y trabajase, y fuese a por ello".