McGregor quiere ser presidente al estilo Trump: "Irlanda ha perdido su identidad por la crisis migratoria"
El excampeón de UFC visitó a Donald Trump esta semana con motivo del día de San Patricio. Conor McGregor anuncia su intención de presentarse a las elecciones de noviembre.

Conor McGregor ha vuelto a sacudir la opinión pública, y esta vez no ha sido por un nocaut en el octágono ni por una nueva línea de whisky. El luchador irlandés ha anunciado su intención de postularse a la presidencia de Irlanda, un movimiento que llega apenas días después de haber sido visto en Estados Unidos junto al expresidente Donald Trump, con quien compartió mesa en un evento por el Día de San Patricio. La imagen de ambos, sonrientes y vestidos de traje, ha dado la vuelta al mundo y ha servido de preludio para un anuncio que muchos veían venir, pero pocos creían real.
Durante su visita a Washington, McGregor aprovechó el foco mediático para pronunciarse sobre temas de política nacional, especialmente sobre inmigración, un asunto que ha abordado en términos muy duros en sus redes sociales. "Irlanda está perdiendo su identidad", afirmó, asegurando que su país enfrenta una "crisis migratoria" que afecta a las zonas más vulnerables. Sus palabras fueron rápidamente rechazadas por líderes políticos irlandeses, incluido el actual Taoiseach (jefe del gobierno irlandés), Leo Varadkar, quien calificó el discurso de "peligroso" y "fuera de lugar".
Este anuncio marca un nuevo capítulo en la vida de Conor McGregor, quien ha sido uno de los deportistas más mediáticos del siglo XXI. Su irrupción en la UFC fue meteórica. En 2015, se convirtió en campeón interino del peso pluma (posteriormente unificó ante Jose Aldo) y, en 2016, hizo historia al coronarse campeón simultáneo de dos divisiones (peso pluma y peso ligero), siendo el primero en lograrlo en la organización. Más allá de sus títulos, McGregor transformó el negocio de las MMA gracias a su carisma, su habilidad para generar atención mediática y su talento como peleador.
Pero su legado deportivo ha ido acompañado de una larga lista de escándalos judiciales que han empañado su imagen pública. En 2018, McGregor fue arrestado por atacar un autobús lleno de luchadores en Brooklyn, un hecho por el que se declaró culpable de alteración del orden público. Ese mismo año, fue acusado de agresión sexual en Dublín, aunque el caso no prosperó penalmente. Sin embargo, en 2023, fue hallado responsable en un juicio civil por una agresión sexual ocurrida en un hotel en 2018, lo que le obligó a pagar una indemnización de 250.000 euros a la víctima.
Además, ha protagonizado múltiples incidentes violentos fuera del octágono: desde peleas en bares hasta agresiones a fans. En uno de los más recordados, fue grabado golpeando a un hombre mayor en un pub de Dublín por rechazar un vaso de su whisky. Pese a todo, McGregor ha mantenido una base fiel de seguidores que lo ven como un ícono nacional y un ejemplo de superación personal.
Ahora, el excéntrico luchador parece decidido a seguir los pasos de otras estrellas deportivas que han dado el salto a la política. El caso más emblemático es el del boxeador filipino Manny Pacquiao, quien después de una brillante carrera en el ring fue elegido senador y se presentó como candidato a la presidencia de Filipinas en 2022. Aunque no ganó, su incursión política abrió la puerta a otros atletas con aspiraciones similares.
En cuanto a las posibilidades reales de McGregor en una carrera presidencial, la situación es compleja. Su fama le garantiza visibilidad y una plataforma para comunicar directamente con millones de seguidores, pero la política irlandesa es un terreno muy distinto al de las peleas o los negocios. Sus antecedentes judiciales, su lenguaje divisivo y la falta de experiencia institucional podrían pesar en su contra, aunque en tiempos de populismo global, su estilo provocador podría conectar con sectores desencantados del electorado.
Lo que es claro es que, con McGregor en la carrera política, Irlanda está a punto de vivir una campaña electoral como nunca antes. Y como él mismo diría: "We"re not here to take part — we"re here to take over (No estamos para participar, estamos para asumir el mando)".