MOTO2 | GP DE MALASIA

Pedro Acosta, el hijo de un pescador que lucha con la historia del motociclismo

El murciano cierra en Malasia, a falta de dos grandes premios el Mundial de Moto2, la que es su segunda corona.

Pedro Acosta. /Getty
Pedro Acosta. Getty
Borja González

Borja González

Circuito de Sepang (Malasia)-. Pedro Acosta cumplirá 20 años en mayo de 2024. 20. Un dato relevante, porque todo gira alrededor de la velocidad en este murciano de Puerto de Mazarrón, localidad perteneciente a Mazarrón. Velocidad como profesión, y velocidad de evolución deportiva. En 2021 debutó en el Mundial de Motociclismo, y en su primera carrera, en Qatar, ya estaba en el podio. En la segunda repitió, pero en lo más alto. Una victoria de esas que las leyendas (no lo es, pero está construyendo la base para serlo) lucen en sus historiales: la logró saliendo desde el pit lane por una sanción, una manera inmejorable de impactar en el mundo del deporte.

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Acosta ha sido el único piloto en la historia en subir al podio en sus cuatro primeras apariciones en el campeonato (tres había logrado Daijiro Kato). El segundo más joven en ganar el título en la cilindrada pequeña (17 años y 166 días frente a los 17 y 165 de Loris Capirossi, por uno; Marc Márquez lo hizo con 17 y 263). El de menos edad en llevarse una carrera de la clase intermedia (18 y 4 días frente a los 18 y 87 de Márquez), y el segundo más joven en proclamarse campeón, este domingo 12 de noviembre de 2023, con 19 años y 171 días. Sólo ha sido mejor que él Dani Pedrosa, y se ha colado en el ranking por delante de Lorenzo y de Márquez. Nada más y nada menos.

Hay una foto de Acosta de pequeño (de más pequeño) compitiendo con un mono blanco y negro con un parche grande en el pecho en el que se lee Pesquero Peretujo, con una foto de un barco de pesca. El Peretujo, propiedad de Pedro Acosta y que forma parte de la Cofradía de Pescadores de Mazarrón. Ese Pedro Acosta propietario del Peretujo no es el campeón de Moto2, es su abuelo, que pasó su profesión a su hijo, un Pedro más, este además aficionado a las motos, el que transmitió la pasión por las dos ruedas al niño Acosta. Aunque a este Pedro, este ya sí el piloto, y el que vistió ese mono ahora expuesto en su club de fans, no le gustaban las motos de pequeño, un deporte al que fue poco a poco aficionándose y en el que se inició con apenas cinco años.

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Acosta padre ha aparcado la dura labor diaria que supone el Peretujo para poder viajar con su hijo. A él le gustaba rodar en circuitos, hacer tandas. Un tandero que tenía una Honda Fireblade y que antes de ser padre vio las orejas al lobo sobre una moto, aunque su accidente nada tuvo que ver con los que sufre su hijo. Tenía su Honda en el taller, así que tomó prestada una Suzuki GSX-R 750 de un colega. En una pista de tierra se encontró con una polvareda enorme que achacó al paso de algún vehículo, aunque no era ese el motivo; sin esperarlo se encontró un rebaño de ovejas contra el que se estampó. El resultado: una visita al hospital sin más sangre que la generada por la escabechina que montó, con un saldo de trece ovejas muertas. El susto no le sacó el veneno de las dos ruedas, que terminó transmitido a su hijo.

El día en que Acosta (de nuevo estamos con el campeón) regresó a casa tras su debut mundialista, con el saldo de un podio y una victoria, se encontró en una rotonda en la entrada de Puerto de Mazarrón que junto a la habitual bandera española que la presidía se había izado la de su club de seguidores, una enseña azul como el mar, con un tiburón de aspecto agresivo diseñado con toques de motocicleta, y con su nombre y número, el 37. Un reconocimiento a lo que habían supuesto los sorprendentes logros de un debutante de 16 años, el bautizado como Tiburón de Mazarrón. Ese 37 tuvo que cambiarlo en su primer año en Moto2 por un 51, porque le tocó compartir box con Augusto Fernández, a la postre campeón, que lucía ese dorsal. En 2023 ha vuelto a triunfar con el 37, aunque lo tendrá que abandonar de nuevo en 2024, porque Fernández (que será otra vez su compañero) está en MotoGP, y tiene el derecho de antigüedad.

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Acosta siempre quiere estar subido en una moto, siempre quiere mejorar, es muy constante, no le gusta perder a nada. Son frases con la que le describen los que mejor le conocen, su padre, Pedro, y su madre, Mercedes Sánchez, que dejó su trabajo para poder acompañarle a sus entrenamientos en sus inicios en el Mundial. Con el paso de categoría tuvo que apretar en el gimnasio, para ganar masa muscular, lo que le ha ayudado a mejorar en su pelea con la Moto2, con un estilo que apunta a que podrá hacer cosas grandes en MotoGP. "Si continúa con esta progresión va a poner las cosas muy difíciles haya quien haya en MotoGP", sentenciaba Márquez cuando se proclamó campeón de Moto3. En la clase reina tendrá en sus manos seguir batiendo récords: el del ganador de carrera y el de campeón más joven, por ejemplo, esos que aún luce Márquez. Aunque esto ya serán palabras mayores. De momento se va a plantar en la parrilla de la clase reina con dos títulos en tres años, 16 victorias y 26 podios. Números de alguien que amenaza con colarse en la historia en mayúsculas del Mundial de Motociclismo.