MOTOGP

La falta de armas de Augusto Fernández para defender su sitio en MotoGP

El anuncio de la llegada al equipo satélite de KTM de Bastianini y Viñales deja como damnificados al piloto español y a Miller.

Augusto Fernández, en una carrera./INSTAGRAM
Augusto Fernández, en una carrera. INSTAGRAM
Borja González

Borja González

El anuncio de la llegada de Maverick Viñales y de Enea Bastianini a KTM/GasGas deja a dos pilotos descolocados. Uno, Jack Miller; el otro, Augusto Fernández, campeón del mundo de Moto2 en 2022, compañero de Pedro Acosta, y que debutó en MotoGP en 2023 dejando buenas sensaciones. De hecho, KTM se decantó por él para este 2024 en vez de mantener a Pol Espargaró, por esa impresión que se sumó en esa decisión a los problemas físicos del ahora comentarista de DAZN. Y ahora al piloto español le va a tocar esperar por si los movimientos de tercera línea, tras los ya anunciados, le dejan alguna posibilidad de continuar en la clase reina, aunque ahora mismo cuenta con pocas armas, como él mismo reconoce.

Este 2024 está siendo muy distinto a cómo lo esperaba un piloto nacido en Madrid pero mallorquín de vida, porque allí se mudó siendo casi un bebé. Desde el primer entrenamiento invernal en febrero en el Circuito de Sepang (Malasia) su discurso estuvo plagado de frases como "día perdido", "voy parado", "está costando mucho encontrar el camino" o "creo que soy rápido y que no se me ha olvidado". Esto mientras veía a Acosta brillar. Mensajes que desde esos momentos incorporaron imprecaciones a su equipo. "Hay que ganarle", decía en referencia a Acosta el último día en Sepang. "Es su primer año y mi segundo año. ¿Me afecta? Sí. Quiero ganarle, y todo el equipo debería de querer ganar al que acaba de llegar. Todos".

Una situación que Fernández no ha conseguido remontar con el paso de los grandes premios. En los grandes premios llegaba su turno de hablar con la prensa, se sentaba en la mesa, y en su cara y en su tono se notaba sin necesidad ser muy perceptivo que estaba sufriendo. Cumpliendo, como no, con su deber de atendernos, pero sin que no fuésemos conscientes de que aquello le suponía un mal trago. "No va a haber magia, porque venimos de la mierda, sinceramente", nos confesaba en Catar en la jornada previa al arranque del campeonato, añadiendo que su mala pretemporada había hecho saltar las alarmas en KTM. Esto en un año de mercado.

Llegados a este punto, el piloto español no ha podido hacer ni una buena carrera o sprint este año. Ni siquiera ha sido capaz de pasar a una Q2. Su mejor resultado en una parrilla ha sido decimoctavo, en las cuatro primeras pruebas del año. Puntuó en el accidentado sprint de Jerez (hasta nueve caídos), aunque cruzó la meta a más de 18 segundos del ganador; y lo hizo en tres carreras, en Portugal, Austin y Francia, pero en todas a más de 27 segundos del primero. Una malísima carta de presentación para el mercado, la otra gran guerra de este año, que en su caso representa jugarse el futuro en la categoría, algo que no esconde.

"No estoy fuera", nos decía en Montmeló tras terminar decimonoveno. "Está claro que tampoco tengo la plaza asegurada porque mis resultados tampoco son buenos, y lo sé. Y no me gusta. Tiene que salir algo por mi parte en resultados para dar un poco para creer. Sé que confían, pero haciendo esto no basta". Un discurso de aferrarse a un clavo ardiendo, que bajó su poco nivel de optimismo una semana después, tras el último domingo en Mugello, y que se ha cerrado este jueves. Ahí, además, se hizo más patente que tampoco está del todo cómodo con su equipo técnico. Ese día tuvo que retirarse por un problema con el guardabarros trasero, que se descolgó y se quedó enganchado a su neumático. Al entrar en su box, a Fernández se le vio con un cabreo monumental.

"He mirado y lo he visto colgando y he pensado que a ver si se rompía y si así por lo menos podía seguir. He dado otra vuelta y he tenido dos sustos más y he decidido retirarme porque a ver si me iba a pegar una hostia, que es lo que me faltaba", nos explicaba para reconocer que había intentado que KTM le cambiase cosas que creen que no funcionan. "Yo ya lo he intentado por mi parte hablando con KTM, contando lo que estaba pasando, y veremos a ver si hay cambios o no… Como tampoco tengo armas en forma de resultados tampoco puedo contar con mucha fuerza, porque no tengo esas armas. Ni para luchar en otro lado". Otro lado en referencia a buscar alternativas en la parrilla. De hecho, KTM ha accedido a remozar ese lado del box para la llegada de Viñales, con la incorporación de su actual técnico en Aprilia, el argentino Manu Cazeaux.

"Ahora mismo estoy en la peor situación. Yo sé que tengo mucho más. Queda más de medio año, así que… puede ser una tortura. No sé qué va a pasar el año que viene, pero medio año nos queda. No me veo pasándolo tan mal todo ese tiempo, así que hay que intentar sacar fuerzas y darle la vuelta a la situación, porque hay mucha información buena de los otros pilotos que podemos copiar. Hay que intentar pasarlo bien en lo que queda de temporada y el año que viene ya veremos dónde estaremos. Pero por lo menos darle la vuelta esto", razonaba resignado, consciente de que se está quedando sin tiempo. Otra cara de este mercado que muestra cómo de rápido pueden cambiar las cosas y en el equilibrio tan inestable en el que viven y compiten muchos pilotos, a los que les va su vida profesional en esto.