MOTOGP

Las secuelas del GP de Cataluña: "Lo más complicado es volver a subirte a la moto y seguir hacia adelante"

La accidentada carrera de MotoGP del GP de Catalunya enseñó la capacidad de los pilotos de olvidar los momentos traumáticos.

Las secuelas del GP de Cataluña: «Lo más complicado es volver a subirte a la moto y seguir hacia adelante»
Borja González

Borja González

Los pilotos de motos, de cualquier competición, están muy acostumbrados a vivir situaciones límite dentro de la pista, pero también otras que les obligan a sacar su fortaleza mental. Al contrario que en el automovilismo, en el motociclismo es el deportista el que expone su cuerpo a la fatalidad del golpe durante un accidente, apenas con la protección de un mono de piel (de última tecnología y ahora equipados con sistemas airbag), unas botas, unos guantes, una espaldera, una protección de pecho y un casco. Una armadura insuficiente, como se puede ver cada fin de semana, para evitar lesiones. Un riesgo, a veces vital, con el que siempre conviven.

De la carrera del Gran Premio de Catalunya de MotoGP disputado este domingo se ha salido con un piloto con fractura en una pierna y en una mano (Enea Bastianini, el causante de la montonera de la curva 1 de la primera vuelta), otro con una mano dañada a espera de exploraciones que identifiquen si hay daños mayores (Marco Bezzecchi, una de las 'víctimas' de Bastianini) y otro que, milagrosamente, sólo salió de un hospital de Barcelona ayudándose de unas muletas, muy magullado, pero sin fracturas: Pecco Bagnaia, el líder del campeonato, protagonista de la imagen que enmudeció durante unos minutos al Circuit de Barcelona-Catalunya.

"Ahora mismo es difícil para mí dar una explicación de lo que ha sucedido. Ha sido una caída muy extraña, pero, afortunadamente, no me he hecho nada demasiado grave. Ya en la vuelta de reconocimiento me he dado cuenta de que tenía poco agarre en el neumático trasero", explicaba el de Ducati a la salida del hospital.

La explicación más plausible viene de ahí, del neumático, un compuesto, el medio, que costaba calentar, y que pudo llegar demasiado frío a ese momento de la prueba y provocar el incidente, también porque Bagnaia tenía entre ceja y ceja realizar una salida atómica para tomar terreno desde el que defenderse del esperado ataque de las Aprilia de Aleix Espargaró y Maverick Viñales, posteriores triunfadores de la carrera.

La moto roja lanzaba por los aires al italiano, su cuerpo impactaba con violencia sobre el asfalto, y ese mismo hueco que había conseguido sacar fue el que permitió a los que le seguían reaccionar para esquivarle, aunque no todos tuvieron esa posibilidad. "He salido bien y me he colocado tras Maverick y Miguel (Oliveira) tras las dos primeras curvas. No he visto nada de lo que ha sucedido en la salida de la curva 2 hasta que no he visto a Pecco y a su moto en medio de la pista. Me ha golpeado una pieza de su moto y en el intento de evitarlo le he alcanzado en alguna parte de su pierna", se lamentaba Brad Binder, que pasaba sobre su KTM por encima de las piernas de Bagnaia.

Caída en la primera curva del GP de Catalunya 2023 de MotoGP.  AFP
Caída en la primera curva del GP de Catalunya 2023 de MotoGP. AFP

"Es la peor pesadilla para cualquier piloto. Ver a alguien ahí en medio de la pista da miedo, os lo aseguro, pero ser el que ha golpeado a ese piloto es una mierda, para ser sincero". Nada más terminar la carrera (antes de tiempo en su caso por un problema técnico), Binder se desplazaba a la clínica del circuito para comprobar de primera mano que su compañero no tenía nada serio. "Creo que hoy la familia de MotoGP ha tenido mucha suerte, porque Pecco está bien o como mínimo no tiene nada grave. Estoy muy contento por esto", aseguraba después por la tarde Marc Márquez. Todo esto tras un día mentalmente agotador. Porque luego está lo que desde la televisión o desde las gradas no se ve.

Tras el accidente, los pilotos supervivientes regresaron inmediatamente a sus garajes, y poco después los caídos por la carambola de Bastianini, tras recuperar sus motos. Y, esperando en sus sillas, tuvieron que preparar la cabeza para un procedimiento exprés de salida, con las condiciones cambiadas, y con el susto y la impresión de lo visto paseando por sus cabezas mientras en las pantallas que tienen al lado de donde se colocan no paraba de emitirse en bucle las imágenes de lo ocurrido.

"Lo más complicado es volver a subirte a la moto y seguir hacia adelante", reconocía Binder. "Yo tengo que reconocer que no he salido muy concentrado, aún estaba un poco nervioso y enfadado. Pero así son las carreras. Menos mal que no ha pasado nada", se resignaba Aleix Espargaró, a la postre triunfador de un día en el que se pasó del drama a la fiesta en menos de una hora. Una realidad que ejemplifica la dureza mental de los pilotos.

Correr poco después de una tragedia brutal (como en Mugello en 2021 tras el fallecimiento el sábado de Jason Dupasquier, o precisamente en Montmeló en 2016, tras el incidente que costó la vida a Luis Salom en los entrenamientos de Moto2). Correr tras un accidente impactante, como cuando en 2020 Viñales y Valentino Rossi se libraron de ser impactados por las motos de Johann Zarco y de Franco Morbidelli en Austria. O simplemente volver a la batalla, como le sucedió a Pol Espargaró en Silverstone tras su escalofriante caída en Portugal. Situaciones con las que las mentes de los pilotos están obligadas a convivir, y que no frenan sus ansias de competir sobre sus potentes y muchas veces peligrosas motos.