Bezzecchi: clavícula operada, viaje de más de 20 horas con llegada el mismo viernes ¡y tercer mejor tiempo!
El italiano de Ducati se convierte en el protagonista del primer día del Gran Premio de Indonesia de MotoGP.
Circuito de Mandalika (Indonesia)-. El sábado por la mañana, entrenando en moto en el rancho de Valentino Rossi, Marco Bezzecchi sufría una caída y se fracturaba la clavícula derecha. El domingo por la mañana pasaba por las manos del doctor Giuseppe Porcellini, en Módena, que redujo la rotura y le colocó dos placas para fijársela. Este viernes, el piloto de Ducati, tercero de la general de MotoGP, aterrizaba en Lombok a las 7 y 50 minutos, algo menos de tres horas antes de que arrancase el Gran Premio de Indonesia para la clase reina. Pasaba por el fisioterapeuta, recibía el visto bueno de los médicos, y saltaba a pista.
Marco Bezzecchi you animal! 🔥
— MotoGP™🏁 (@MotoGP) October 13, 2023
Battered and bruised, pinned and plated! 👊
Five days on from surgery, Bezzecchi sets a new lap record! 🤯#IndonesianGP 🇮🇩 pic.twitter.com/ilLsb8fWsr
En el primer libre, Bezzecchi terminaba con el quinto mejor tiempo, tras completar 18 vueltas; en el segundo, el que daba el paso directo a la Q2 de este sábado, daba 25 giros y se hacía con el tercer registro del día, a 170 milésimas del más rápido, Aleix Espargaró. "Las últimas 24 horas han sido las más fáciles. Las he pasado en el avión, luego unas horas en Yakarta esperando el vuelo de esta mañana, ninguna locura. Y he podido dormir, así que no me quejo", explicaba ya por la tarde con una sonrisa el pupilo de Rossi, con el que se mantuvo en todo momento en contacto.
"Al principio él era más conservador que yo, pero en cuanto le dije que me sentía bien y que podía intentarlo, estuvo de acuerdo conmigo. Él es piloto, me entiende", comentaba. "Es una bestia", decía su padre orgulloso cuando sólo había terminado el primer entrenamiento. "Un héroe", añadía Uccio Salucci, el amigo de toda la vida de Rossi, y jefe de su escudería. Y es que al hecho de ser capaz de subirse a la moto cinco días después de pasar por un quirófano, y de hacerlo recién llegado de un vuelo larguísimo (que exige dos escalas y que dura más de 20 horas en total), le sumó el salir indemne de una caída a más de 150 kilómetros por hora.
"No me he asustado al caer, pero en cuanto he empezado a deslizar he intentado juntar los brazos. Me he quemado el culo tratando de protegerlos. Por suerte he entrado en la grava y no ha pasado nada. He sentido algo de miedo, pero no al caer, sino cuando he empezado a deslizar", confesaba, en un día en el que ha intentado gestionar también el nivel de riesgo, y eso que la pista indonesia no estaba demasiado limpia y era fácil cometer un error si se salía de la trazada buena.
"El dolor está, esperaba un poco más, también porque me había dicho a mí mismo que tenía que esperar lo peor, y si es menos, mejor. Me afecta sobre todo en cada frenada, así que no puedo rendir de la mejor manera en cada vuelta", analizaba sobre la parte física, a la que se suma una mental. "Por ejemplo, esta tarde en la primera salida he tenido que empezar lentamente y luego ir yendo cada vez más rápido. Es difícil gestionar esto. Para la parte mental trato de asumir los riesgos sólo hasta donde es estrictamente necesario". Un enfoque de un piloto que está tratando de limitar al máximo la ingesta de medicamentos, aunque es consciente de que las rampas de este Tourmalet van a ir subiendo de porcentaje de dureza, primero con la lucha por la pole, después con el sprint, y para terminar con la carrera a 27 vueltas.
"Para ser honesto, cuando regresé a casa el lunes por la mañana después de la operación, me sentía como la mierda", reconocía a Relevo Bezzecchi. "Así que mi primer pensamiento fue el de saltarme esta carrera e ir directamente a Phillip Island. Pero aun así el mismo lunes fui a trabajar al gimnasio con mi equipo. Y el martes, cuando me desperté en casa, me sentía increíblemente mejor. Y me pensé: '¡Uau! Qué raro…'. Me sentía mejor, movía mejor el brazo, notaba más potencia con menos dolor, así que quise probar otra vez en el gimnasio y ver qué tal, y decidir luego por la noche qué hacer. Y vi que quería probar. No todo el mundo estaba de acuerdo, pero traté de convencerles a todos, sobre todo a mi madre. El miércoles por la mañana hice el último chequeo con los doctores, y me dije que tenía que venir". Y, de momento, con un rendimiento increíble viniendo del punto desde el que venía.