Loris Capirossi: "Con Agostini charlo de cracks, de Valentino Rossi, Bagnaia... cuando me habla de Marc Márquez, se detiene"
El expiloto de MotoGP repasa los mejores momentos de su trayectoria y el panorama actual de la parrilla, como el impacto que tendrá el '93' en su desembarco en Ducati.
Nunca nadie nos ha sabido explicar el encanto del pasado. Cómo, con la ayuda de la nostalgia, cada instante o personaje puede ser sublime o maravilloso, mucho más que sumido en el arquetipo del presente. Porque si en el futuro depositamos todas las ilusiones utópicas, al analizar los tiempos pretéritos con el prisma actual le metemos ínfulas relacionadas con la idealización y el deseo de eternidad por la dificultad de afrontar la muerte, la pérdida, incluso deportiva.
Así, se comprende mejor por qué gustan más Chiappucci, Mercks o Pantani respecto a cualquier fenómeno mundial del ciclismo actual. Esto vale para el fútbol con Maradona o Cruyff, el atletismo con Carl Lewis, el basket con Jordan, Bird o Magic, y las motos, donde además emerge otro componente insondable: la simbiosis con Italia, repleta de espectáculo, magia y descaro. Porque si Rossi fue un mito, Loris Capirossi (Castel San Pietro Terme, 1973), que atiende a Relevo desde su casa en el Principado de Mónaco, representa ese niño grande (tiene 50 años) que todos quisimos ser alguna vez. Ya entonces temimos que creciera y pudiera perder su talento, su humanidad, su ingenuidad, la inocencia y todo su repertorio.
Era 1990 cuando, con 17 años, te conviertes en campeón de 125. Fue en tu debut, gracias a esa icónica victoria en Phillip Island. Esa gesta -subido en una Honda del team Pileri- nadie volvió a repetirla. ¿Qué recuerdas? Porque sabemos que en el paddock ibas con el DNI en el bolsillo de tu pantalón de chándal. Lógicamente no podías aun circular con el coche.
Recuerdos preciosos, quizás los mejores. Yo venía del campeonato europeo… Que, por cierto, tenías que quedar entre los tres primeros, pero terminé cuarto. Me dieron el nulla osta (visa de trabajo) para poder participar porque sabían que -siempre- o ganaba o me caía. Es decir, comprendieron que tenía calidad para ser rápido. Eso sí, perdía muchas veces el control y tenía muchas caídas. La suerte es que tuve como compañero de escuadra a Fausto Gresini, mi ídolo en aquel periodo, todo un maestro para mí. Comencé con una Honda clienti… Recuerdo que en Misano Fausto se fracturó el pie, entonces Honda me dio su moto y comencé a obtener buenos resultados. Sí, en Phillip Island estaba nervioso, no dormía por las noches, era un niño. El doctor Costa trataba de tranquilizarme diciéndome que todo ya estaba escrito. Y qué decir de Fausto, mi escudero ante Hans Spaan, Stefan Prein, Casanova o Romboni. Ya intuía que algo maravilloso estaba sucediendo.
Fausto falleció en 2021. Fue el fundador del equipo donde llega Marc Márquez ahora. ¿Cómo puede ser su aventura en la Ducati? Leía estos días en la Gazzetta dello Sport un cierto malestar de Aprilia por la tiranía Ducati.
No veo la hora que comience el campeonato ya. Ha habido muchos cambios, especialmente el de Márquez, que abandona Honda. Me gustaría que Fausto estuviera con nosotros, porque ver a Marc en el team de Faenza, de Gresini, es algo maravilloso, estupendo. Además, están los dos hermanos allí, luego creo que gozan de un excelente equipo de cara al próximo curso. Será diferente, porque sí, es cierto que Márquez no tendrá la moto oficial, pero él siempre es un protagonista. Dará mucho espectáculo, estoy convencido.
Tú, que comprendes bien lo que significa caer y volver a levantarte, incluso varias veces, ¿cuánto crees le costará al español ser el de antes?
Un campeón es siempre un campeón. Es verdad que ha tenido muchos problemas físicos con su brazo, pero ahora parece que está volviendo a ser competitivo. Eso es magnífico para el campeonato. A nivel físico le veo bien, no sé si al 100%, pero muy bien, con buenas sensaciones. Quizás, en los dos últimos años también sufrió por la poca competitividad de la Honda. Creo que este cambio de aire le vendrá bien para seguir demostrando la estrella que es. Es, probablemente, uno de los grandes talentos del circuito, probablemente el mejor. No se le ha olvidado ganar, estoy convencido de ello.
¿Está como para competir con Bagnaia?
Ganar dos Mundiales seguidos son un estímulo importante para seguir cogiendo fuerza. Pecco es un grande, y no será fácil competir con él, pero Márquez es Márquez. También te digo que no creo que sea cosa de dos… Mira Italia, con esta generación: Bezzecchi, Morbidelli con la moto oficial, Marini ahora en Honda, una moto con brotes verdes en los últimos tiempos. Tenemos un potencial italiano formidable, con una Ducati enorme, una Aprilia que crece con Viñales. No olvidar KTM, que está invirtiendo mucho dinero para dotar de competitividad a la moto… La Yamaha con Rins es una nota positiva, y espero que mejore técnicamente respecto a los últimos años. Además, Álex lo hará bien, confío en él porque la Suzuki es similar -a nivel de motor- a la Yamaha. Será uno de los mejores mundiales de los últimos tiempos.
Tú ganaste tres campeonatos del mundo: 1990 y 91 en 125; 1998 en 250. Además, 29 victorias en MotoGP. Quería hablar de los rivales-compañeros con los que te encontraste en el camino: Carlos Checa, Stoner, Biaggi, Gibernau, Valentino Rossi…
Carlos fue uno de mis primeros compañeros en Ducati. Siempre tuvimos una magnífica relación. Con la moto tuvo algunos altibajos, quizás no gozó de la confianza que yo sí tuve en aquel momento. Sete, en cambio, llegó a Ducati en 2006, momento en que era la moto más competitiva (moto de 1000cc)… Llegaba de una Honda, pero no se encontró muy bien. Piensa que la Ducati…
Sí, es muy singular.
Era rústica, muy singular, sí. Sete y yo somos amigos prácticamente desde niños. Gran compañero de equipo. Luego llegó Stoner, un piloto increíble. Me acuerdo que tuve muchas dificultades cuando pasamos de la 1000 a 800 cc, idónea para Casey. A mí no me gustaba, y no conseguía pilotarla como quería. Él estuvo fantástico, porque ganó el Mundial.
Tú no lo hiciste mal. Fue la vez que más cerca estuviste de imponerte en la prueba reina y completar el círculo.
Hice muchos podios: tres veces tercero, dos segundos y una victoria. A pesar de todo, Ducati decidió después cambiar de piloto. De todos los que llegaron, ninguno tuvo mis resultados… Hasta que no cambiaron nuevamente estrategia para volver a ganar, como ahora.
Hoy día preservas aún el récord de precocidad en un Mundial, porque cuando Pedro Acosta ganó en Moto3 hace dos años tenía exactamente 17 años y 166 días, uno más que tú… En MotoGP, sin embargo, ¿cuál es tu espina clavada?
Lo tuve cerca en 2006 (ganó Hayden, por delante de Rossi y Capirossi), mucho más que en 2007 con Stoner. Si no hubiera tenido el accidente de Barcelona… Pero, bueno, estoy orgulloso de mi carrera. 22 temporadas, varios mundiales, momentos buenos y malos, lógicamente. He aprendido mucho, pero volvería a hacer o mismo si volviera para atrás. Lógicamente hubo corredores mucho mejores que yo, por supuesto.
Rossi, Maxi Biaggi… No me hablaste de ellos.
Con Max iniciamos la carrera juntos. Hemos corrido en 250, 500… Después entró Valentino, que rápidamente se convirtió en el amo de todo. Yo siempre me mantuve al margen de su rivalidad. Les miraba, observaba, aprendía de ellos e intentaba tener buena relación con los dos. Dos pilotos diversos: Biaggi con talento y una personalidad un poco más taciturna; Rossi una estrella total que le gustaba siempre bromear. Quizás, junto a Marc, hablamos de los dos últimos grandes fenómenos, pero para mí fue un honor competir con todos ellos. Sí, ganaron más que yo, aunque muchas veces conseguí también vencerles.
¿Qué te dice Giacomo Agostini cuándo os veis?
Relación excelente la nuestra. Hablamos de un súper campeón, aunque no de tiempos modernos. Aquí tengo que abrir un paréntesis para responder a algunos críticos: cada época tiene su dificultad, y yo estoy convencido que si Bagnaia o Márquez se suben a la vieja moto de 500 igual necesitan cuatro carreras para ganar, pero al final lo consiguen porque son fueras de serie. Lo mismo para Giacomo… Si pilota una moto actual ganaría igualmente, porque el talento es indiscutible. Y sí, con Giacomo hablamos de Valentino, de lo que puede hacer ahora Márquez, de Pecco… Es muy respetuoso con los cracks del momento, pero cuando habla de Marc… Cuando habla de Marc se detiene y dice que se trata de un fenómeno capaz de ganar de múltiples maneras. Muy heterodoxo y versátil. Exacto, de todo esto hablamos.
Quizás tú y Márquez tenéis algo en común: la fuerza mental. Ganas el primer Mundial, y con el premio ayudas a tus padres, quienes se habían endeudado para que tú pudieras seguir corriendo. Ahí se forja el carácter. Hace poco leí una entrevista de Quartararo en la que hablaba del coach mental. ¿Tú lo tuviste?
Existía la figura del psicólogo, pero no a nivel deportivo en mi época. A mí me ayudó la familia. Humilde, de obreros… Me enseñaron el valor de la vida. El deporte me ha creado dificultades, pero no demasiadas porque jamás lo vi excesivamente trascendental, sino como algo más. La sonrisa, en cualquier momento, me ayudó bastante. Nuestra vida no es ganar una carrera de motos, sino mucho más. Lo veía con ligereza, que no es superficialidad. Con esto no quiero decir que este deporte no sea duro, potente, y que en ocasiones te haga perder amigos… A mí me gustó arriesgar, ser impetuoso. Gané tres mundiales, pero pude haber doblegado. Para mí, encima de una moto, era todo o nada. De todos los errores aprendí muchísimo, pero la sonrisa no podía faltar. Era innegociable. Eso y tratar de tener buena relación con el resto.
En 1997 pensaste seriamente la retirada, pero apareció Mauro Noccioli, el mecánico de las estrellas.
Hablamos del periodo más difícil de mi carrera deportiva. Dejé la Honda NSR 500 para volver a 250 con una Aprilia. Fue un desastre. La moto iba mal, yo no estaba bien… Entonces aparece el manager Carlo Pernat (el descubridor de Il Dottore). Le dije que, aunque tenía aun dos años más de contrato, había llegado el momento de poner punto y final mediante un acuerdo amistoso. No me divertía, pero él se negó y me convenció con sus argucias: estaba pensando en mí, en mejorar la escuadra para el año siguiente, hacerla más competitiva con Rossi y demás. Así sucedió, al año siguiente gané el mundial (por delante de Rossi y Tetsuya Harada). Mauro fue clave en todo, por supuesto.
Otro de tus renacimientos fue con Pons. Tu compañero entonces era Alex Barros. ¿Cómo fue aquello?
En el 98 gano el Mundial de dos y medio con Aprilia. Después me marcho a correr (sin éxito) con Honda, en el team Gresini. Ya en el 2000, no sabía bien qué hacer. Hubo contactos con Sito Pons, cuyo equipo -la Pons Racing- era top, de los mejores del Mundial. Había un problema: me pidió dinero porque no tenía. Se lo di, porque quería dejar el cuarto de litro y volver a 500. Pagué prácticamente de mi bolsillo las motos. No me lo pensé.
¿Cuánto te costaron?
Más de medio millón de euros. Mucho dinero, sobre todo porque hablamos de hace 23 años. Fue una aventura maravillosa, la escuadra con Santi, con Ramón… Gané en mi debut en Mugello. Tres temporadas fantásticas. Es que España tiene una pasión especial por las motos. Un amor increíble… Verás, yo me siento muy cerca de España, de su atmósfera, sus hinchas, su manera de vivir la vida y el deporte.
A los españoles les pasa algo parecido contigo. Es la mística del deportista vintage, mucho más si es italiano, melenudo, descarado, procaz.
Es increíble. Hace mucho más de diez años que dejé de correr, y aún hoy cuando viajo allí la gente me reconoce, me muestra su cariño, su amor.
Le estoy dando vueltas a lo que dice Giacomo Agostini. «Márquez sabe ganar de muchas maneras». No sé si desprende miedo o admiración. Quizás las dos.
Te voy a decir la verdad. Giacomo está preocupado porque dice que este chico le puede quitar su récord (quince campeonatos del mundo sumando todas las categorías; el español tiene ocho en total, un título menos de Rossi). Bromas a parte, Marc es un piloto visceral, de corazón, que va siempre al límite. A todo esto, se le suma su enorme calidad. Es, quizás, el que más se parece a los genios de entonces. Le conozco muy bien, hemos coincidido y trabajado juntos en la dirección de carreras… No tiene miedo de nada, pero es un tipo inteligente, que sabe y domina todo. Es atento, sabio, que conoce lo que quiere. Lo tiene todo.
Los accidentes han formado parte también de tu carrera deportiva, pero siempre supiste levantarte, volver. Con Toni Elías en 2011, durante el Gran Premio de Aragón, fue brusco. El principio del fin.
He tenido muchos en mi carrera, pero la primera pregunta que hacía siempre al doctor Costa era: "¿Cuándo me subís a una moto, mañana?". Él era muy bueno y profesional conmigo, sobre todo porque empatizaba y comprendía que siempre quería volver. El de Elías no fue el más grave, creo que una luxación al hombro y poco más.
Entonces, tenía contrato con Pramac Racing (2011-12). Lo cierto es que decidí retirarme en 2011 a raíz de lo sucedido en Assen: estaba haciendo pruebas, y había una curva inmensa en la que derrapé. La moto salió por los aires y me cayó encima. Allí, cuando estaba debajo de la moto, tomé la decisión. Durante mi carrera me hice daño muchas veces, pero cada vez me costaba más recuperar. Era el momento de dejar espacio a los nuevos.
Acabaste con el número 58 a la espalda en un emotivo y conmovedor homenaje a tu amigo Simoncelli. ¡En Valencia!
Éramos muy amigos, porque él llegó a MotoGP cuando yo estaba en Suzuki. Salíamos juntos muchas veces a los circuitos para estudiar ciertas trayectorias. Él estaba en Honda. Era muy competitivo en 2011, por lo que trataba de pegarme a él en ocasiones durante la carrera. Lo de Sepang fue terrible, el momento más triste de mi vida deportiva. Era mi penúltima carrera, teníamos que festejar… Muy duro. Me afectó mucho y tuve miedo en mi última carrera en Valencia. Le pedí permiso a su padre si podía correr con la moto de Marco. Me dio el ok diciéndome que la familia estaba feliz porque, de alguna manera, Simoncelli también podía terminar su campeonato. Dejé mi número 65, el de toda la vida, y la última carrera fue con el 58 en su honor.
Fuera del ámbito deportivo has estado involucrado en tu vida dos episodios complicados de los que has salido absuelto judicialmente: uno contra el fisco, que reclamaba doce millones de euros; el otro, en un accidente de coche que le costó la vida a un ciclista que circulaba en el interior Emiliano, entre Imola y Faenza. ¿Dónde encontraste la fuerza para salir también de ahí?
He tenido vicisitudes en mi vida. Nunca intenté hacer daño, por lo tanto no estoy en deuda con nadie. Sonrío porque la vida me ha dado mucho. Los hinchas, mi familia, mi mujer, mi hijo… No concibo por qué tengo que sentirme triste o culpable por algo. Soy feliz, me siento afortunado, porque también ayudo a la gente, pero lo hago de forma privada, sin vanagloriarme, sin darme publicidad.