El lado oscuro de la montaña rusa de Portimao
El trazado luso ha sido testigo de grandes incidentes a lo largo de su historia.
Después de un estreno a lo grande en Catar, este fin de semana el Mundial de MotoGP aterriza en la primera de las 12 citas europeas previstas para este curso, en el famoso Autódromo Internacional del Algarve, en Portimao, escenario de grandes batallas y de más de una polémica. Desde su estreno en 2020, varias han sido las quejas que se han ceñido acerca del estado y la seguridad de la denominada montaña rusa de Portimao que solo en cuatro años ha sido testigo de graves accidentes que han puesto en peligro la integridad de los pilotos.
Primero fueron las protestas hacía el tamaño de la grava que cubría las escapatorias y que tuvo consecuencias importantes en los pilotos. "En la caída que tuvimos la moto quedó muy destrozada porque la grava es demasiado grande, no es como la grava estándar que debemos tener en todas las pistas", se quejó Pecco Bagnaia hace dos cursos al irse al suelo durante la FP2 del Gran Premio de Portugal en 2022.
Aunque solo un año antes, Jorge Martín ya había vivido en sus propias carnes la parte más negativa del motociclismo rompiéndose hasta siete huesos distintos en un incidente que entró en los libros de historia como la tercera caída más dura de la historia de MotoGP. El madrileño tuvo que ser intervenido hasta en dos ocasiones para reparar todas las fracturas que le había ocasionado el incidente que puso en duda su continuidad en el motociclismo.
"Estoy muy enfadado por la falta de seguridad de esta pista. Llevamos pidiendo las mismas cosas desde hace cuatro años, pero todavía no hemos encontrado soluciones", declaró el actual campeón del mundo, uno de los que más críticos se ha mostrado siempre con el circuito.
Otros incidentes más graves
Y solo un año más tarde, en 2023, precisamente el año en el que la cita portuguesa abría la temporada por primera vez en la historia, Pol Espargaró se convertía en la siguiente víctima al irse al suelo en la curva 10 del circuito de Portimao. El resultado, nueve huesos rotos y casi diez kilos menos. Una lesión que acabó lastrándole prácticamente toda la temporada y por la que tuvo que perderse la mi.
Entonces, gran parte de las quejas se dirigieron a la falta de un air fence -colchón de aire-, que podía haber disminuido en gran parte las consecuencias del accidente de Espargaró. "Tenía que haber allí un air fence. Lo tienen que poner mañana, no el año que viene. Es increíble", expresaba entonces Joan Mir. Solo un día más tarde este elemento de protección ya se encontraba en la curva 10, eso sí, como suele ser habitual en estos casos, ya era tarde.
Una lista a la que se sumaron Carlos Tatay, el peor parado en una historia en la que el valenciano terminó con una lesión medular incompleta de la que aún se recupera. Y el último, Franco Morbidelli que tuvo que perderse toda la pretemporada después de sufrir una importante conmoción cerebral en un test privado que los pilotos de WSBK y varios de MotoGP llevaron a cabo en el trazado luso y por la que tuvo que estar dos meses en reposo. Un recuento que espera terminar con la "maldición de Portimao".