Informe Sepang (II): Honda y Yamaha aceleran en busca de un resurgimiento
Las fábricas tratan de aprovechar las concesiones técnicas mientras evidencian tener aún mucha distancia que recortar.
![El piloto italiano Luca Marini rueda en los test de Sepang. /EFE](http://s3.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202402/15/media/cortadas/marini-Rx7wytkSPCdf0GviJgtR99I-1200x648@Relevo.jpg)
Este martes se presentó en Madrid el Repsol Honda, la estructura más laureada del Mundial de la clase reina, y que afronta un curso muy importante: empujada por las nuevas concesiones técnicas, la fábrica japonesa (y esto incluye a su estructura satélite LCR, con Johann Zarco y Takaaki Nakagami) busca su resurgimiento, para lo que no se puede negar que ha puesto toda la carne en el asador. Porque, entre otras cosas, quiere enseñar durante este 2024 una moto lo suficientemente atractiva como para plantarse en el mercado de fichaje de pilotos que ya se ha abierto para conquistar a uno de los grandes.
En una situación parecida se encuentra Yamaha que, para empezar, quiere convencer a su estrella Fabio Quartararo de que merece la pena quedarse, y después hacer lo propio con alguna estructura satélite para recuperar dos motos en la parrilla de 2025, un objetivo confesado por su máximo responsable, Lin Jarvis, durante la presentación de una escuadra que alinea junto al francés a Alex Rins. Yamaha y Honda dejaron claro en Sepang que han incrementado sus recursos, algo reconocido por sus pilotos. "Claramente, lo que tenemos no es suficiente para pelear por la victoria. No lo es, pero tenemos mucho más potencial que el año pasado. Y que en la forma que tenemos ahora mismo de trabajar, con Max y Marco, que está más centrado en la aerodinámica, hemos pasado del blanco al negro. Y es genial para Yamaha", nos contaba Quartararo.
Yamaha. Max es Massimo Bartolini, hasta el año pasado mano derecha de Gigi Dall'Igna, el gurú de la triunfadora Ducati; y Marco, Marco Nicotra, antiguo responsable de aerodinámica de la fábrica italiana. Junto a estos dos también ha llegado Luca Marmorini, especialista en motores con una larga experiencia en la F1. "Me encanta esta nueva manera de trabajar. Probamos algo en el shakedown que se suponía nos iba a dar algo, pero tuvimos alfunos problemas técnicos. Pero Max dijo, 'vale, no nos rendimos, tenemos que encontrar la solución para que esta pieza funcione, y lo logramos. En el pasado, cuando sólo estaban los ingenieros japoneses, lo habrían considerado como algo arriesgado y lo habrían apartado. Esta es la mentalidad, jugar siempre con el límite para lograr que funcione", valoraba Quartararo, que decía haber probado más cosas en estos días que en los años anteriores.
Aún así, en Malasia se percibió que queda mucho trabajo por hacer, sobre todo en la parte electrónica, en la que los pilotos consideran estar muy lejos de la competencia. "Las decisiones se toman más desde Italia que desde Japón, y esto acelera las cosas. No es nada fácil que los japoneses deleguen en los demás", añadía Rins, que coincidió con su compañero en que sigues faltándole velocidad a una vuelta, algo crucial en este MotoGP, donde una buena posición en parrilla puede marcar la diferencia entre correr por conseguir un resultado reseñable, o no.
"Hacer la moto más dócil es uno de nuestros principales objetivos, porque es demasiado agresiva ahora mismo", explicaba el francés, campeón del mundo en 2021. "Cuando el grip es muy malo, la moto tiene cero agarre, y es bueno que Alex lo haya notado. Porque cuando el agarre es bueno, la moto tiene potencial", añadía. "Me pica la curiosidad por entender dónde están esas décimas que nos faltan. Estamos un poco lejos todavía", concluía Rins tras esta primera toma de contacto.
Honda. Si en Yamaha llamaron la atención las nuevas caras, algo parecido ocurrió en el otro garaje japonés. En este caso, por la llegada de Alex Baumgärtel, el padre de la Kalex de Moto2. "Voy a ser cauto porque he tragado mucha mierda. Lo he pasado muy mal. Así que por poco que veo que estamos mejorando, que es el caso, me alegro. No puedes pasar de ser el último a ser el mejor. Puedo pilotar un poquito mejor, pero no estamos donde tendríamos que estar", confesaba Joan Mir, que se mostró efectivo a una vuelta y con un buen ritmo, o por lo menos mejor de lo que se veía en 2023. Un Mir mucho más positivo, aunque en Honda saben que queda mucho por hacer. En ese sentido, están intentando buscar los huecos del calendario para programar entrenamientos privados con sus pilotos mundialistas (tienen libertad absoluta) con los que seguir recortando la desventaja.
Si el mallorquín dejó buenas señales, algo más le costó a su compañero Luca Marini, que en 2023 había salido como el más rápido de este test de Sepang. "Los tiempos con las dos motos se hacen de maneras totalmente diferentes. Hay que mejorar el giro, porque tenemos que conseguir levantar antes la moto, pero si lo hacemos tendremos más wheelie, así que estamos en esta situación que no es fácil, porque tampoco tenemos agarre detrás", resumía el italiano, que salió decepcionado de su prueba a larga distancia.
"Necesitamos más tiempo. Esperaba más de la simulación, esperaba sufrir menos. Con neumáticos nuevos no vamos tan mal, tienes que arriesgar y empujar mucho, pero la moto funciona. Pero con neumáticos usados la diferencia es mayor". Un análisis en el que apuntaba a la parte trasera de la moto, un punto débil que sigue sin solucionarse. En cualquier caso, Marini se garantizó un contrato de dos años precisamente para esto, para contar con más tiempo, porque parece evidente que, como Yamaha, Honda lo va a necesitar. Un tiempo que los que terminan contrato este año, Quartararo, Rins o Mir, van a tener que gestionar de otra manera.