La historia del niño que decidió dejar las categorías inferiores de Osasuna para soñar con MotoGP
Unai Orradre es una joven promesa del motociclismo que pelea por dar el salto al Mundial años después de colgar las botas.

Dos pasiones que se entrelazaron durante sus primeros años de vida. Dos ilusiones que fueron floreciendo juntas en Alfaro (La Rioja, 9.700 habitantes) y que crecieron al compás de sus carreras por la banda, sus aceleraciones con la rodilla en el suelo, sus goles y sus victorias sobre dos ruedas. Unai Orradre (Alfaro, 2004) soñó con ser jugador profesional de fútbol, pero también con competir en el Mundial de MotoGP... y llegó un momento en el que ambos sueños no pudieron seguir vivos sin dejar atrás uno de ellos.
Optó por las motos en lugar de continuar en el equipo filial de Osasuna. No fue fácil. Nunca sabrá qué habría pasado si hubiese elegido lo contrario. Pero lo que sí tiene claro ahora este chaval riojano de 19 años es que su futuro lo visualiza subido a una moto y compitiendo en el Mundial de motociclismo. El sueño por el que decidió apostar con tan solo 10 años.
A ello ha dedicado desde entonces su día a día, todos sus esfuerzos y ganas, y a ello se acerca cada fin de semana que compite en el Europeo de Moto2 y en el Campeonato de España de Superbikes 1000, después de haberse proclamado campeón nacional junior en 2019 y en Open 600 dos años después. Es consciente de que solo vale lograr grandes resultados para recibir el apoyo necesario para seguir escalando hacia sus sueños, pero también confía en su habilidad y su desenvoltura encima de la moto.
"A mi familia siempre le han gustado las motos, siempre han estado vinculados al mundo del motor. Mi abuelo arreglaba motos y las preparaba. Mi padre también ha competido desde siempre en quad. Cuando yo tenía tres años y medio, mi padre me dijo que si en el cumpleaños de mis cuatro años me deshacía de un biberón, me regalaría una moto. Porque yo siempre la estaba pidiendo, como le veía a él con motos, a mi abuelo también con motos, siempre le pedía una. Y así fue. En cuanto me desperté el día de mi cumpleaños, fui directo a coger el biberón y lo tiré a la basura", recuerda Orradre en conversación con Relevo.

Mientras sus días en el colegio se complementaban con los entrenamientos de fútbol, los fines de semana -cuando su madre, administrativa en una clínica dentista, y su padre, propietario de una empresa de soldaduras y mantenimiento, tenían tiempo- llegaba el momento de disfrutar dando gas con las minimotos. Los primeros pasos, en un circuito a cinco minutos de su casa, y, después, algo más lejos.
"Por lo que me recuerdan mis padres era como que me bajaba muy contento, que quería seguir dando vueltas en cuanto paraba, que se terminaba el día, que casi no había sol y yo quería seguir dando vueltas, y vueltas, y vueltas. Durante la semana, todos los días preguntaba por la tarde a ver cuándo nos íbamos a entrenar con la moto. Solo pensaba en eso", asegura.
Con seis años empezó a competir en el campeonato de La Rioja y en el de Navarra; saboreó por vez primera lo que era ganar, perder e incluso caerse en mitad de una batalla por posición. Llegó el momento de optar entre fútbol, donde ya jugaba en un equipo filial de Osasuna, o las motos. Y con solo 10 años, Orradre se dejó llevar, "sin pensar mucho más porque el tiempo no me daba para todo", y optó por lo segundo. No obstante, nunca dejó atrás esa pasión 'rojilla' y asegura que incluso ahora sigue con Osasuna "a muerte" y no se pierde nada de la actualidad de su equipo.

El siguiente gran paso fue apuntarse a la escuela de formación Lorenzo Competición en Castejón, a seis kilómetros y 300 metros de su Alfaro natal. Allí pasó desde 2012 los viernes, sábados y domingos, aprendiendo de Chicho Lorenzo, padre de un Jorge Lorenzo que ya había sido dos veces campeón del mundo de 250cc y una en MotoGP.
"Me acuerdo sobre todo que era... no duro, pero sí diferente. Porque hasta ese momento yo iba con la moto con mi padre en la furgoneta y pues si me apetecía dar cuatro vueltas, dábamos cuatro vueltas. Luego no me apetecía porque era pequeño y estaba cansado, pues parábamos. Una vez empecé en la escuela de Chicho, ya me acuerdo que había un método de entrenamiento, de tal a tal hora hacíamos esto; luego esto y esto otro... como un entrenamiento. Aprendí mucho y me di cuenta de que este deporte era lo que me gustaba", recuerda Orradre.
"Al principio, yo tampoco me daba cuenta de quién era realmente Jorge Lorenzo. Pero me tocó la época que justo Jorge estaba mejor en MotoGP. Estaba él arriba ganando, y pues claro, fue algo que me hizo pensar '¡Ostras! Pues si este chaval que está arriba ha entrenado con su padre durante toda la vida, ¿por qué no yo también puedo llegar a estar ahí un día?", recuerda.
De la escuela de Chicho Lorenzo se llevó varias enseñanzas clave para el devenir de su carrera deportiva: "Que hay que trabajar siempre, que hay que trabajar duro. Porque una vez llegas a un nivel todos trabajan, y las mínimas diferencias que puedas sacar entrenando son lo que va a marcar la diferencia".
Sus primeros referentes fueron el propio Lorenzo, Marc Márquez y Valentino Rossi y con ellos en mente comenzó a ir escalando en las diferentes categorías de formación, siempre con su padre de mecánico, hasta que con 15 años se proclamó campeón de España Junior de Superbikes... en su primer año en circuito grande.
"Fue un año, entre comillas, fácil, porque, no sé, había trabajado mucho, había entrenado mucho hasta ese momento. Sí, es cierto que era mi primer año en circuito grande, pero salió todo como medio fácil. Estaba como mal acostumbrado, porque iba a una carrera, ganaba. A otra carrera, ganaba. A otra carrera, ganaba. Y casi sin mucho esfuerzo, aquel año conseguí el campeonato. Pero también aprendí mucho, porque fue mi primera temporada en la que iba a circuitos grandes con un equipo profesional, que no era mi padre quien hacía de mecánico. Fue bonito", reconoce.

El año de la pandemia, 2020, fue uno de los más complicados para él hasta ahora. Dio el salto al Mundial de Superbikes en la categoría Supersport 300, pero dos meses antes de empezar la temporada tuvo un accidente en casa en el que se cortó la muñeca y le tuvieron que coser varios tendones. Después de un mes con escayola, puso todo de su parte, con la ayuda de un fisio cercano a su pueblo, para dedicarse en cuerpo y alma, mañana y tarde, a recuperar la lesión y llegar en forma a la primera carrera. Y allí consiguió la victoria, de primeras. "Me marcó mucho porque un mes antes estaba en casa con la escayola puesta", rememora de una temporada donde acabó séptimo.
Una temporada clave tras un 2022 duro
Sus pasos le llevaron a ser campeón de España de Superbikes 600 un año después y allí volvió a sacar su mejor versión, llevándose el título y cinco victorias. El año pasado, el salto al Mundial de Superbikes 600 no fue como esperaba y para este decidió cambiar de equipo, marca y campeonato. Ha ido adaptándose al Europeo de Moto2 desde el pasado mes de mayo y en la quinta cita del año, antes de los tres meses de parón, logró su primera victoria en el circuito de Barcelona-Catalunya.
"Fue muy, muy importante. 2022 fue el más duro de mi carrera hasta ahora porque no tuve muy buenos resultados por unas cosas o por otras. Para este 2023 necesitaba un cambio: cambié de campeonato, de moto, de equipo y de todo. La verdad es que fue un fin de semana redondo, casi, casi perfecto y me ha servido para darme cuenta de que confían en mí y que puedo estar ahí delante. Estoy muy contento, porque aún soy muy joven y ya sé lo que es ganar en mi primer año de Moto2. Ahora toca seguir trabajando y terminar la temporada por todo lo alto", asegura.
Al cruzar la meta, se le vino a la cabeza toda la preparación, las horas de entrenamiento y "las ganas de estar ahí en lo más alto, lo que lo he luchado, trabajado y lo que sigo trabajando cada día".

Y es que la presión por los resultados, claves para que los patrocinadores sigan apoyándole y lleguen nuevas oportunidades, siempre sobrevuela a los jóvenes pilotos que sueñan con llegar al Mundial de motociclismo. "Te pone un poco de presión porque es un deporte donde se necesitan los resultados rápido. Si un año no tienes resultados, ya es como 'este piloto no va bien'. Sé que está ahí, pero no le doy muchas vueltas", afirma.
En todo este tiempo, no ha dejado los estudios, pese a que en 2021 tuvo que viajar más de lo habitual y le ha costado compaginar ambos mundos. Pero se llevaba el ordenador a todos lados para poder seguir al día del grado medio en Programación y Administración de Redes y dar el saltó al grado superior.
Un campeón del mundo a su lado
Este año está compartiendo equipo con todo un Tito Rabat en el Nacional, campeón del mundo de Moto2 en 2014, y que ha disputado 16 temporadas en el Mundial. Para Orradre esto es un auténtico regalo, ya que le permite aprender de toda la experiencia del catalán de 34 años.
"La verdad es que no me lo hubiese imaginado nunca. Es una pasada que un piloto con tanta trayectoria, con tantos años encima de una moto y que tiene experiencia con todo, con neumáticos, con la moto, con los equipos, con los circuitos, con las condiciones esté a mi lado. Cada duda que yo tenía, él me asesora: 'Pues puedes ir por aquí o puedes ir por allá o tienes que probar esto o tienes que probar lo otro'. La verdad es que aparte de ser un tío muy duro, también es muy simpático y me enseña", dice sobre su compañero.
-¿Cuál es el sueño que te ronda la cabeza cada noche?
-Por qué no ser campeón del mundo, es lo que siempre uno sueña. Al final estoy luchando para ello, cada vez estoy más cerca, todo va llegando a donde queremos llegar todos. Sigo trabajando cada vez más y mejor y, poco a poco, nos vamos acercando a ello. Ahora tengo un proyecto a dos años, que es estar en este Europeo este año y el que viene, si no hay alguna sorpresa tras los buenos resultados. Seguramente siga en el Europeo y después ya pasaría al mundial de Moto2 y si lo hago bien allí, por qué no un día subir al mundial de MotoGP.
El mundo del fútbol perdió a un extremo zurdo goleador, pero España ganó un piloto de motos que apunta alto y que trabaja para llegar lejos.