OPINIÓN

No todo es Alexia, Aitana o Jennifer

El CN Sabadell, celebrando su séptima Champions en la piscina del CN Barcelona. /EFE
El CN Sabadell, celebrando su séptima Champions en la piscina del CN Barcelona. EFE

Estábamos en una cafetería Farggi en el centro comercial L'illa en Barcelona después de un acto promocional. Jennifer Pareja se había retirado unos meses antes, cuando no la convocaron para los Juegos Olímpicos de Río, lo que le supuso una daga en el corazón. El mundo se le echó encima porque ella solo quería ser jugadora de waterpolo. Trabajó desde que se lanzó a una piscina en Olot hasta que jugó su último partido en ese fatídico 2016, y por en medio no solo fue la icono de este deporte, sino la estandarte de la primera Champions del CN Sabadell en 2011 o de la plata olímpica de las 'guerreras' en Londres 2012. De adolescente, era tan fuerte su pasión que forraba las carpetas del instituto con las fotografías de los waterpolistas. Los Rollán, Estiarte, Ballart, Sans... Luego los conoció a todos, con los que vivió momentos inolvidables.

Siempre me acuerdo de Jenny cuando veo un éxito del waterpolo. Será porque somos coetáneos o porque seguí su carrera desde el comienzo; o también porque su historia es la del deporte femenino, con un camino mucho más selvático al jugar un deporte minoritario. Hay un doble castigo, como se encargan de reivindicar siempre que pueden las jugadoras del CN Sabadell, que ya suman siete Champions: "El deporte femenino no es solo fútbol". Y ellas no paran de alzar la voz, porque la Selección española lo ha ganado todo a falta de ese oro olímpico que pretenden asaltar este verano en París y el CN Sabadell se ha erigido en el club más laureado de los últimos 13 años del deporte español. Ni Real Madrid ni Barça, las de Can Llong no negocian una final y su museo (realmente tienen las copas desperdigas por la instalación) se ha quedado pequeño.

Ahora las jóvenes cuando van al instituto como Jenny tienen referentes, especialmente del fútbol. Alexia, Aitana o Jennifer Hermoso, tres iconos que han derribado puertas, han ganado las dos primeras el Balón de Oro, han luchado contra las etiquetas y las desigualdades. Todo ello en un mundo primitivo que ha ido ganando altavoces. Pero hay vida más allá. Hay Garbiñes, Mireias, quien estuvo presente en el CN Barcelona, Onas o Carolinas. Y en el waterpolo hay Lauras y Maicas.

A Laura Ester la llaman Pajarito porque parece poca cosa pero vuela con agilidad. Y se crece en los grandes momentos, como en aquella Champions en Sabadell en 2019 cuando detuvo un penalti a falta de seis minutos con 8-10 abajo. Preludio de una épica remontada. Es licenciada en Bioquímica y se enteró antes de este campeonato que el CN Sabadell le había fichado a otra portera para la próxima temporada (Laura Aarts del CN Mataró). Pero su torneo fue soberbio. También se quedó después de los Mundiales de Budapest de 2022 sin la titularidad en la Selección. Pero es una compañera excepcional, y si no que se le pregunten a Martina Terré. Laura sonríe siempre, tiene valores, es jugadora de equipo y es carismática. Y nadie tiene más medallas que ella.

Quien no sonríe tanto en el agua es Maica García. Ella se formó en Sabadell y ya desde que la vieron en el CAR de Sant Cugat le pusieron un círculo rojo. "Será la mejor boya del mundo". Maica ha jugado lesionada algunos campeonatos importantes, tiene temperamento y se ha peleado con todas las boyas del mundo. Y su mano derecha es un guante. Ella puede cambiar un partido, y tiene un espíritu de líder que necesitan los equipos para ser grandes. Y Maica tuvo debilidades, claro, porque en 2017 decidió parar y no disputar los Mundiales de Budapest porque no sabía lo que era tener un verano tranquilo. Burnout' se llama ahora.

Ambas, junto con Mati Ortiz, que ahora colabora como periodista que es en la Cadena SER en un especial de Juegos Olímpicos, y Judith Forca, que acaba los partidos sin saber los goles que ha marcado, ya tienen siete Champions. Ni Gento. Ni Aitana, ni Alexia ni Jennifer Hermoso. Compren el AnuariWP y pongan las fotos de Laura y Maica en sus carpetas. Nadie les puede representar mejor.