NATACIÓN ARTÍSTICA

En la barra con Gemma Mengual: "Anna Tarrés era bastante poderosa y muy ambiciosa; nos tenía controladas"

La gran representante de la 'sincro' española repasa su prolífica carrera en una entrevista con Enric González.

Gemma Mengual y Enric González, durante la entrevista en el bar Viva Madrid. /RELEVO
Gemma Mengual y Enric González, durante la entrevista en el bar Viva Madrid. RELEVO
Enric González

Enric González

Norman Mailer dijo que los tipos duros no bailan. Puede ser. Pero las tipas duras sí bailan. Y, además, lo hacen en el agua. Gemma Mengual aparece en el bar a la hora en punto, toda sonrisas y simpatía. No se dejen engañar: dentro de esta persona encantadora hay alguien que sabe lo que quiere y sabe cómo conseguirlo. La gente así, tan sobrada de voluntad y tenacidad, me espanta un poco, porque yo carezco de esas virtudes. Resulta, sin embargo, que la multicampeona de natación sincronizada, con más de 30 años compitiendo en la piscina, es lo bastante relajada como para no recordar exactamente cuántas medallas ha ganado ("unas 40, ¿no?"). Y que su aventura empezó por una suma de casualidades. Eso tranquiliza.

Como se verá, Gemma Mengual no es ajena a los cócteles. Pide algo así como un mojito tuneado. Y empezamos por el principio.

Me gustaba el agua y me gustaba bailar. Resulta que mi tía era profesora de gimnasia y que a su hija, mi prima, no le interesaba la gimnasia. Una vecina les habló de la natación sincronizada, entonces un deporte muy, muy minoritario. Mi prima empezó a practicarlo. Un día mis padres me llevaron a verla a la piscina Sant Jordi. Y enseguida me dije: "Esto quiero hacerlo yo". Me inscribieron en el Club Natación Kallípolis, donde estaba mi prima. Yo tendría ocho añitos. Empecé a media temporada, hacia febrero, y ese año ya me llevaron al campeonato de España. Ojo, a hacer bulto y poco más.

¿Cuándo dejó de ser un juego?

Los tres o cuatro primeros años iba porque me lo pasaba bien, pero se trata de un deporte duro. No es cuestión de jugar una horita y largarse, no: eran dos horas de entrenamiento y ejercicios de flexibilidad fuera del agua, de seis a nueve de la tarde. [Recuerden que hablamos de una niña de muy pocos años: gente dura] Empecé a tomármelo en serio hacia los 12, al participar en campeonatos individuales. Era duro y me cansaba. Fui campeona de España y con 14 años entré en la selección junior.

Uno ha oído bastantes historias sobre la dureza con que se trata a las niñas atletas.

Estaba en un club exigente y sabíamos que no íbamos a pasar el rato. Creo que tenía 14 años cuando me dieron una beca para entrenar en la residencia Blume, el centro de tecnificación de Barcelona, y ahí cambió todo. Empezaba a entrenar a las 6 de la mañana, seis o siete horas al día, y además estudiaba.

Eso suponía renunciar a otras cosas propias de la edad, ¿no?

Yo lo veía como una oportunidad. Había sido voluntaria en los Juegos Olímpicos de Barcelona, a pie de piscina, recogiendo el papel de las puntuaciones y llevándolo a la mesa. Me tragué todos los entrenamientos, todas las competiciones. Y me prometí que yo iba a ser olímpica algún día.

Insisto: ¿qué tal era el trato?

Exigente, jaja. Duro. Sí, duro. No era amable. Pero como me gustaba lo que hacía, aguantaba.

Con el objetivo de unos Juegos Olímpicos.

Con el objetivo de ser la mejor. Sabía que tenía posibilidades y creía en mí. Me sentía capaz, por talento y por ganas de trabajar. Y no hablo sólo de mí. Empezó a formarse un grupo, al principio dos, luego cuatro, finalmente una decena de chicas que entrenábamos con visión de equipo nacional. Al grupito de Cataluña se sumaron chicas de Madrid, de Canarias, y se formó una selección. Fuimos al Europeo de 1995 en Viena y no nos fue muy bien porque salíamos prácticamente de la nada. Pero "esas españolitas", como nos llamaban, quedamos quintas. Yo tenía 18 años y era la solista.

Gemma Mengual, en un momento de la entrevista con Enric González.  RELEVO
Gemma Mengual, en un momento de la entrevista con Enric González. RELEVO

La sincronizada tiene mucho de artístico.

Es un deporte muy creativo y físicamente muy exigente que evoluciona hacia una mayor objetividad. Después de los Juegos Olímpicos de 2021 cambió el reglamento. Ahora las coreografías están más limitadas porque se basan en la carta de dificultad que presentas previamente.

Disculpa mi ignorancia. ¿Qué es una carta de dificultad?

Un documento en el que te comprometes a hacer tal número de acrobacias, tal número de figuras y de cambios de formación, círculos y demás. Si haces así o asá el cambio de formación vale una dificultad, si en la figura haces tantas rotaciones vale otra dificultad, y tienes que poner a tu coreografía el máximo posible de dificultades. Digamos 36, o 40. O hasta 49, como las chinas. Jaja. ¿Cómo coño consiguen 49 dificultades?

O sea que antes las puntuaciones eran más arbitrarias.

Sí, más subjetivas. Dependías más del juez, pero también tenías mayor margen para exhibir tus habilidades y disimular lo que no hacías tan bien. Ahora estás obligada a hacer un poco de todo.

Tú ahora entrenas.

Sí.

¿Hay mucha diferencia entre cómo lo haces tú y cómo lo hacían contigo?

Las cosas cambian. En mi época sabíamos menos. Intento no hacer lo que a mí no me gustaba, como, por ejemplo, llegar al entrenamiento sin saber en qué consistirá, si será técnico, o físico, en plan de hacerse diez enteros. Eso significa hacer la coreografía diez veces seguidas. Y te mata. También intento corregir en positivo.

O sea, que antes se corregía de forma más negativa.

Sí, la forma de comunicar ha cambiado. Intento no machacar. Aún tengo las sensaciones frescas y procuro empatizar con el deportista.

Volvamos a aquel primer campeonato en Viena. La entrenadora era Anna Tarrés.

Sí. Y dentro del equipo cada una tenía su rol, cada una se responsabilizaba de aquello que hacía mejor. Yo llegué a ser capitana en algún momento.

¿Mandabas?

Mandaba Anna Tarrés. Ella era la personalidad dominante.

Ya que hablamos de Tarrés…

Sí, ya veo dónde vas, lo de su forma de trabajar. Era, digamos, bastante poderosa y muy ambiciosa. Nos tenía controladas. Y no nos fue mal. A mí no me gustaban según qué cosas. Como entrenadora, por ejemplo, procuro hacer las cosas de otra forma.

¿Qué pensaste cuando en 2012 apareció la carta en la que 15 exnadadoras denunciaban abusos e insultos de Tarrés?

Pensé que era normal. Que podía pasar.

Se citaban frases literales bastante gruesas.

También interpretables según el contexto. A veces Anna podía ser un poco bruta. A veces le salía la mala hostia de dentro. En cualquier caso, era incorrecta. A mí me dijo cosas que en su momento me molestaron. Pero olvidaba rápido porque a mí nadie me obligaba a estar allí, estaba porque quería. Aguantaba, aunque no estuviera de acuerdo. Y se lo decía.

Después de Viena llegan los primeros éxitos.

En este deporte tienes que demostrar que mereces los éxitos, y tienes que demostrarlo muchas veces. En el Mundial de Barcelona ganamos medallas y fuimos a los Juegos Olímpicos de Atenas [2004] convencidas de subir al podio. No fue así. Lo que pasó fue que después de Atenas muchos equipos se renovaron y nosotras alcanzamos la edad óptima. Fuimos cuartas en Estados Unidos. En 2005 se abrió nuestra época dorada.

Tendrás contadas tus medallas

Son unas 40, ¿no? [Llega la pareja de Anna, un caballero muy alto, que saluda y tercia en la cuestión de las medallas sin llegar al dato exacto. Luego se retira a otro rincón del Viva Madrid, un bar amplio, para hacer llamadas] Sí, serán unas 40 entre europeos, mundiales y Juegos Olímpicos. Las ganadas en copas del mundo no me las cuentan casi nunca y yo tampoco me acuerdo. No les doy demasiada importancia a las medallas, las tengo en cajas. Mis padres querían que las exhibiera: "¡Nena, llueix les medalles!". Nada, lo bueno es competir, ganar a tus rivales y disfrutar.

En la barra con Gemma Mengual: «Anna Tarrés era bastante poderosa y muy ambiciosa; nos tenía controladas»

Además de competir individualmente, has competido en equipo y muchísimas veces en pareja. ¿Nunca has tenido la sensación de que la otra, la que fuera, te lastraba un poco?

Pues claro, sí, en algunos momentos. Igual que mi compañera podía sentir que yo la lastraba a ella. Hay que ser tolerante porque no siempre estamos al cien por cien. Si tu compañera tiene un mal día, te aguantas. No queda otra.

Después de una carrera deslumbrante, ¿cómo notas que se acerca el final?

Pasaron los Juegos Olímpicos de Pekín, en 2008, y el Mundial de Roma en 2009, y tuve la sensación de que necesitaba parar. Fue algo más mental que físico. Quería ser madre. Tenía 31 años y me tomé dos de descanso. Tuve a Nil en 2011, a Jou en 2013. Entonces volví. Y resultó que no me lo pusieron fácil, era como si molestara. No creían que pudiera alcanzar otra vez el pleno rendimiento. Querían que tirara la toalla y lo hice. La sincro ya no era mi prioridad absoluta: era madre.

Eras bastante mayor que tus compañeras.

Sí, la mayor de ellas tenía siete años menos que yo. Echaron a la Tarrés, llegó otra entrenadora, hubo todo el chocho que hubo y yo preferí mantenerme al margen. Me ofrecieron formar parte del cuerpo técnico y me puse a entrenar a Pau Ribes mientras le buscaba una pareja. Era la primera vez que se hacía sincro mixta en España. El caso es que no encontraba pareja para Pau. En un momento dado me vine arriba y decidí que la pareja sería yo. Tuve que buscar club, federarme otra vez, volver a los entrenamientos… Con 38 años.

Y Pau tenía 20. ¿Cómo lo llevó?

El chaval estaba flipando, entusiasmado. Los dúos mixtos acababan de entrar en los Juegos Olímpicos. Hacíamos historia.

Fuisteis al Mundial de Kazan en 2015. Y se acabó. Pero contigo nunca se acaba de acabar.

Estaba yo de vacaciones en Formentera, literalmente con un mojito en la mano [ya habíamos avisado de que esta mujer no era ajena a los cócteles] y con los churumbeles alrededor, tan tranquila, cuando me llamaron de la federación y me propusieron intentar llegar a los Juegos Olímpicos de Río, en 2016. Me dieron tres días para pensarlo. Y yo… ya me habían metido el veneno en el cuerpo, no podía decir que no. Llevaba siete años sin entrenar en serio. Total, vuelta a la piscina.

Tuvo que ser duro

Sufrí, sí. Los cinco primeros meses fueron horribles. Luego ya noté el cambio en el cuerpo. Y lo de Río fue muy guay. Ona Carbonell y yo actuamos las últimas en la final. Mientras me preparaba oía a mi hijo Jou gritar desde la grada: "¡Mamaaaaa!". Vaya subidón. Fue increíble. [Con 39 años, Gemma logró, junto a Ona, un quinto puesto].

Ahora eres entrenadora. ¿Mantienes contacto con Tarrés?

Sí, nos encontramos en las competiciones y bien, muy bien. Ella sabe lo que no me gustó, está hablado y está pasado. Hay buen rollo. Anna lleva ahora el dúo mixto de China y yo trabajo con Dennis González, un nadador que formó ella y es como su niño. El dúo chino nos gana, pero ella nos anima.

¿Por qué gana el dúo chino?

Porque China es China. Son muchas niñas, todas con las piernas largas. Y flotan mucho, jaja. La verdad es que entrenan muy bien.

Gemma Mengual y Enric González.  RELEVO
Gemma Mengual y Enric González. RELEVO

Además de entrenar, tienes negocios.

Tengo un restaurante japonés en Sant Cugat, desde 2010, y una empresa de representación de deportistas. Ayudo a organizar eventos. Y estoy metiéndome en lo del cannabis terapéutico. El objetivo es hacer saber a los deportistas que hay alternativas al ibuprofeno y otros antiinflamatorios. El CBD, o cannabidiol, es ansiolítico, antiinflamatorio y supone una alternativa a productos que dañan más el hígado.

[El ilustre director de esta casa, Óscar Campillo, aparece en el bar justo cuando hablamos de cannabis. Ya es casualidad].

El cannabidiol no coloca, supongo.

Qué va, está aceptado desde los Juegos de Tokio y carece de THC, por supuesto. No me imagino compitiendo emporrada, jaja. ¡Saldrían las coreografías del revés! [Mientras apuramos las bebidas, Gemma comenta que la heroicidad de competir en unos Juegos a los 39 años le costó algo que nunca había tenido: dolores de espalda]. Pero ya estaba metida en el lío y había que llegar hasta el final, como fuera.

Los deportistas estáis un poco locos.

¡Loquísimos!

*Esta entrevista es la cuarta entrega de un serial realizado por Enric González. Aquí puedes leer las entrevistas anteriores a Jorge Valdano, José Luis Garci y Pepu Hernández).