OPINIÓN

Moncloa tapa con fotos y medallas una situación crítica en la natación de España

Mundiales de Natación, en Doha, la piscina de la competición. /AFP
Mundiales de Natación, en Doha, la piscina de la competición. AFP

La siguiente secuencia lo resume todo. Ocurrió el 11 de septiembre de 2022, justo después de que la Selección femenina de waterpolo se colgara el oro europeo y la masculina el bronce. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tuiteó lo siguiente tras la remontada, ese mismo día, de la selección de baloncesto que le llevó a los cuartos de final del Europeo. "¡Qué gran partido! LaFamilia no ha dejado de creer en la victoria hasta la prórroga. Sois increíbles y habéis dado toda una lección de esfuerzo y trabajo en equipo para pasar a cuartos y llevar al baloncesto español a lo más alto".

Rápidamente, la icónica guardameta de las 'guerreras', Laura Ester, le contestó: "Presidente, nos encanta que siga el deporte pero ayer fuimos campeonas de Europa y hoy nuestros chicos han sido bronce". Bea Ortiz, una de las mejores jugadoras europeas, siguió el hilo, y al final el presidente del Gobierno rectificó: "Toda la razón, Laura. Muy orgulloso siempre de los triunfos del deporte español. Este fin de semana celebramos los éxitos del waterpolo femenino y masculino en el Campeonato de Europa, del tenis y todos nuestros deportistas. Sois muy grandes".

Un descuido o un reflejo de la invisibilidad en la que viven los deportes acuáticos, a la cola del mérito también por las instituciones, como explicaremos a continuación, pese a que luego laven su imagen con las fotografías de las medallas y las visitas institucionales a La Moncloa; o los selfies para la posterioridad como el de Maica García con su Majestad la Reina Letizia y todo el equipo; o visitas como la de esta semana con el presidente del CSD, José Manuel Rodríguez Uribes, donde buena parte de los medallistas en Doha no fallaron. Pero quiénes fallan son los políticos en sus proyectos acuáticos.

En España hay un grave problema que no se ha puesto solución y que lo deja a la cola de Europa a la hora de organizar grandes eventos de agua en el futuro. No hay un centro acuático de referencia. Budapest vive en la opulencia con el Duna Arena y la nueva sede de World Aquatics programa para 2027; en Londres disfrutan de su centro, herencia de los Juegos de 2012; París tendrá el suyo y en Italia, organizador de los Mundiales de 2009, disfrutas de su Stadio Olimpico del Nuoto de Roma.

España, que quiere albergar los Mundiales de 2031 o 2033, se encuentra sin un centro acuático cuando aquí se han parido campeones mundiales como Mireia Belmonte o Hugo González y se disfrutan de deportes que son la envidia del resto de países como el waterpolo o la natación artística. Un país que dice abiertamente, en boca de la presidenta de Madrid, que quiere unos nuevos Juegos Olímpicos pero que sigue viviendo con el legado de Barcelona '92, ya caducas las piscinas Picornell y faltas de una remodelación, con el proyecto del centro acuático de Madrid fallido y a medio construir de esos Juegos que se debieron hacer en 2012 o en 2016 pero que no prosperaron. Los Juegos Olímpicos son cada día, y la natación ha dado ejemplo en licencias, resultados y cultura deportiva para poder disfrutar de una instalación de primer nivel.

Por tradición, volumen de deportistas y cultura de clubes, Barcelona es el lugar idóneo. El CAR de Sant Cugat es la casa de la natación artística, mientras que en Sabadell, Mataró y Barcelona se entrenan las selecciones de waterpolo y al menos la mitad del equipo de natación. Pero construir en Barcelona es ahora una utopía. No hay apuestas. A la nula inversión en la época de Ada Colau se le añaden ahora otras preferencias políticas, que incluso tardan años en entender los beneficios de que Girona organice una Ryder Cup o en obcecarse con un Mundial de Atletismo que es de difícil asignación.

Con Barcelona fuera del circuito (la fórmula de acondicionar el Palau Sant Jordi como piscina como en 2003 y 2013 ya no es válida), todo apunta a Madrid, donde ya hay un proyecto en marcha pero está detenido, un esqueleto que pese a las insistencias de Fernando Carpena no se ha continuada. Obviamente, el mantenimiento tiene costes, pero ¿no hay mejor manera que promocionar un deporte y darle cariño que esta? Lo que es seguro es que el próximo septiembre, tras los Juegos de París, en Moncloa se acordarán de nuevo de la natación para recibir a sus medallistas. Para eso siempre hay tiempo.