La natación llora a Joan Fortuny, el 'sargento de hierro' que acabó con una frase célebre de José María García
Nadador de éxito en la España de los 60, después fue el artífice de los triunfos de Escalas y Villaécija, y ayudó a Meca, Muñoz y Peláez.

El 'sargento de hierro' de la natación española se marchó en silencio el viernes a los 77 años después de una amplia trayectoria ligada al mundo del agua, aunque en los últimos tiempos vivió lejos de un cloro que en ocasiones le trato mal porque su carácter, dicho por los que más lo conocieron, le hizo separarse del que fuera su hábitat durante seis décadas. Joan Fortuny, nacido en la Barcelona de la posguerra (1946), se va siendo uno de los entrenadores que más ha hecho por el progreso de la natación y por la tutela de sus mejores estrellas, autor junto a Toni Codina y Jordi Murio de tres décadas de enseñanza.
En su etapa en Palma de Mallorca, a finales de los 70, Fortuny potenció a un nadador de fondo de nivel internacional como Rafa Escalas, que logró ser finalista olímpico en los Juegos de Moscú 80 y medallista europeo de 1.500. Siguió los pasos de Miquel Torres, el nadador más joven en participar en unos Juegos en Roma-60 y primer medallista europeo en Leipzig.
De la mano de Fortuny, cuya imagen era siempre con el cronómetro en la mano y sus nadadores hacían "metros y más metros", Escalas fue la estrella española en una época donde se hizo célebre la coletilla de José María García de "éxito sin precedentes del equipo español de natación. Han ido 17 y han vuelto los mismos: no se ha ahogado ninguno". Cuyo nacimiento es el de un telegrama de un directivo tras los Juegos de Montreal, según explican las crónicas de la época: "Nadadores españoles bien. Ninguno ahogado". Con Fortuny se potenciaron los primeros éxitos que no fueran los de los hermanos que entrenaban en Estados Unidos, Martínez-Zubero, o el de Sergi López, también en la universidad americana.
Pero su gran nadadora fue Erika Villaécija, una de las más trascendentes de la historia con la que logró una carrera de brillantes que se resume en doble campeona de Europa y oro mundial en piscina corta (800), al margen de dos diplomas olímpicos y la espina de no haberse podido subir al podio en los Juegos de Atenas en 2004. Por su personalidad controvertida, Fortuny también fue durante años la oveja negra de la Real Federación Española de Natación, como en la época de Mauricio Coconi, director técnico italiano (2007-09), en la que lo apartaron del CAR de Sant Cugat y hubo un lío farragoso con sus nadadores.
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🗓 2004 | 🏊♂️ Natació
Quartet català d’or en l’europeu. El relleu espanyol de 4x200 m lliure, amb quatre nedador... @nataciocat @cn_sabadell @erikavillaecija @cncatalunya @lauraroca4 @TerrassaNat @CNLHospitalet https://t.co/p9l3q5bCrj
También pasaron por sus manos otras estrellas como el explusmarquista mundial Rafa Muñoz o María Peláez y David Meca, todos ellos ganaron de medallas internacionales o, en su defecto, referencias de la natación española entre 1995 y 2010, una época dorada antes de la eclosión de Mireia Belmonte.
Antes de eso, Fortuny había sido un nadador "bueno". En siete años ganó 46 títulos nacionales, en todos los estilos menos en espalda, batió 57 récords de España y participó en dos Juegos Olímpicos -Tokio (1964) y México (1968)-, dos Juegos del Mediterráneo (1963 y 1967) y el Europeo de Utrecht (1966). Incluso jugó a waterpolo cuando lo reclamó el gurú húngaro y padre de la natación española, Bandy Zolyomy. También perteneció al grupo de entrenamiento de la Blume con el holandés Jan Freser, el primer equipo de élite con Quim Pujol, Miquel Torres, Toni Codina o Joan Fortuny, entre muchos otros. Descanse en paz.