OPINIÓN

Tom Brady y los Reyes Magos

Brady en el túnel de vestuarios después de encajar su última derrota /GETTY IMAGES
Brady en el túnel de vestuarios después de encajar su última derrota GETTY IMAGES

Lo que más me gusta de Halloween no son las golosinas. Nunca fui de truco o trato. Tampoco los disfraces. Hay algo mejor. Esta tradición tiene un fin oculto: El comienzo de las campañas navideñas. De pequeño empatizaba con el Rey Gaspar. Melchor le supera en elegancia. Baltasar, en popularidad. Pero quien les une es él. Cuando montaba el Portal de Belén con mi familia trataba su figura con un mimo especial. En aquella época tenía dos héroes. Uno era él. Otro, Tom Brady.

El segundo atraviesa la etapa más difícil de su carrera deportiva. En febrero se retiró. 40 días después anunció que volvía. Hoy, tras ocho partidos, su equipo solo suma tres triunfos. Está cansado. Y a mí me parte el alma verle así.

En la NFL se llama récord negativo a acumular más derrotas que victorias. Durante su carrera, Brady jamás había sido titular dos semanas consecutivas bajo esta condición. Hasta ahora. La primera vez que ocurre en 23 años de trayectoria. Ensalza su leyenda, sí. Pero atisba un inevitable final.

Brady tras la derrota de los Tampa Bay Buccaneers contra los Baltimore Ravens  GETTY IMAGES
Brady tras la derrota de los Tampa Bay Buccaneers contra los Baltimore Ravens GETTY IMAGES

En el campo deja destellos de sus tiempos de gloria. Son fugaces. Cada vez más. Jamás he creído que ganarle era buena idea. Porque se enfadaba. Salía cabizbajo en rueda de prensa y siete días después volvía imparable. Ahora no. Habla con los periodistas luciendo unas ojeras impropias de su impecable presencia. Es como ver a Hércules perder una batalla.

Cada vez que los Reyes Magos venían a mi casa sonaba un mágico ding-ding que me hacía despertar. Siempre pensé que era Gaspar. Hasta que una mañana descubrí a mi madre moviendo una campanita dorada. Era 2005. Tenía seis años. A tomar por saco la magia.

Las siguientes Navidades me hice el tonto. Cada 5 de enero dejaba un vaso de leche para aquel pelirrojo al que pedía regalos. Mi héroe debía seguir existiendo. Brady no tiene el pelo naranja. Tampoco le envío cartas suplicándole la camiseta de la Real Sociedad. Pero ojalá poder dejarle también algo para el camino. Me niego a asimilar que algún día se acabará.