Un padre narcotraficante y una madre ciega por un ataque con ácido: el duro camino de DeAndre Hopkins para llegar a una Super Bowl junto a Patrick Mahomes
El receptor será uno de jugadores diferenciales de Kansas City Chiefs.
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La madrugada del domingo al lunes se parará el mundo por un partido de fútbol americano. La Super Bowl que enfrentará a Kansas City Chiefs y Philadelphia Eagles, misma final que hace dos años, tiene numerosos alicientes. Por un lado, las ganas de revancha que tienen los Eagles después de ver cómo se les escapaba un título que rozaban en 2023. Por el otro, el hecho de que los Chiefs puedan convertirse en el primer equipo de la historia que gana tres seguidas. Para intentarlo, se agarrarán a Patrick Mahomes, su estrella, y a un jugador que puede ser decisivo: DeAndre Hopkins.
El receptor de 32 años llegó esta temporada a Kansas después de pasar por Houston Texans (2013-2019), Arizona Cardinals (2020-2023), San Francisco 49ers (2023) y Tennessee Titans (2023-2024). Estrella de la liga en su momento, el veterano jugador ya estaba venido a menos y los Chiefs recurrieron a él debido a las lesiones que se les acumulaban en ataque. Y aunque su importancia no ha sido la de antaño, sí ha tenido muchos minutos. Pese a ser un jugador de gran calibre, la de este domingo será su primera Super Bowl y para llegar a ella, no lo ha tenido fácil.
En 2002, cuando Hopkins apenas contaba con diez años de edad, la tragedia llegó a su familia y más concretamente a su madre. Su nombre es Sabrina Greenlee y es una de las mayores fans que tiene el jugador. Es habitual que esté en el estadio en los partidos de su hijo, aunque no puede verla. Ella se quedó ciega hace más de dos décadas después de sufrir el ataque en plena calle por parte de otra mujer que le arrojó ácido encima.
Sabrina pudo recuperar mínimamente la vista años después, aunque posteriormente la perdió de manera definitiva, lo que no impide que vaya al estadio a disfrutar de las acciones de su hijo. Durante muchos años, cuando Hopkins se convirtió en uno de los mejores receptores de la NFL, era habitual verle entregar la pelota con la que hacía un touchdown a su madre. "No siempre he sido la típica madre modelo y a pesar de ello, él me sigue respetando lo suficiente como para dejar que todos le vean entregarme el balón", explicó Greenlee en una entrevista a ESPN en 2019.

Cuando el actual jugador de los Chiefs apenas era un bebé, perdió a su padre en un accidente de tráfico ocasionado por el mal tiempo. Antes de que Hopkins llegara a este mundo, su progenitor era un conocido narcotraficante de la zona de la región en la que vivían en Carolina del Sur. De hecho, cuando ocurrió su fallecimiento estaba en libertad provisional y estaba en riesgo de ingresar durante varias décadas en prisión por tráfico de estupefacientes.
Hopkins comenzó a jugar en una liga infantil a los ocho años de edad y ya en aquel entonces su madre era una de sus mayores seguidoras. No se perdía ni un partido pese a tener dos trabajos para poder mantener a sus hijos. La juventud de Greenlee tampoco fue sencilla. "Cuando cumplí 15 años, ya había sido golpeada aproximadamente en cuatro ocasiones y me hospitalizaron una vez", reconoció en esa entrevista.
En 2002 llegó el ataque que la dejó sin visión y por el cual su asaltante, Savannah Grant, fue sentenciada a 20 años en prisión. En 2013, DeAndre Hopkins fue elegido por los Texans en el puesto 27 del draft y la noticia le llegó sentado junto a su madre y con una foto de su padre a pocos centímetros. Ahora, casi doce años después, el receptor afrontará su primera Super Bowl y en la grada estará Sabrina, su madre, que no se perderá un solo detalle.