La vida de las Gemelas Atómikas al otro lado del cristal: "Necesitábamos salir de ese ritmo y respirar"
Mapi y Majo Sánchez Alayeto hablan de sus primeros meses fuera del circuito, la revolución que protagonizaron y un futuro aún en construcción

Retiradas del World Padel Tour en diciembre, Mapi y Majo Sánchez Alayeto han iniciado en estos meses su vida al otro lado del cristal. Una redefinición progresiva, donde asoman alternativas profesionales, la cercanía a los próximos o el anhelo compartido de la maternidad. Y, en general, proyectos no demasiado alejados del deporte, pero sin los rigores y demandas de la alta competición: "Llevábamos muchísimos años a ese ritmo, desde pequeñas con el tenis: y en este momento ya apetece parar un poco y hacer otras cosas", resume Majo con franqueza.
Este fin de semana Zaragoza les rinde un pequeño homenaje en el marco del torneo de pádel Gran Premio Caja Rural de Aragón, cuya jornada final culminará con un último encuentro de exhibición de las Gemelas Atómikas. Será el regreso por un día de dos mujeres cuya irrupción como pareja en el 20x10 produjo una larga fila de triunfos, hilvanados con un estilo de juego que ha perdurado como modelo. "Ha pasado poco tiempo desde la retirada en diciembre y, de momento, el cambio está siendo bueno -dice Majo-. Echamos de menos la competición después de toda una vida, está claro, y más ahora que ha comenzado ya la temporada… Pero siempre nos hemos centrado en lo que estábamos haciendo y sabíamos que había terminado una etapa, que debíamos decir "hasta aquí".
María José Sánchez Alayeto trabaja ahora en una empresa que ofrece servicios, actividades y gestión de instalaciones deportivas. "Es una forma de seguir cerca del deporte -admite- pero ya no me paso tres o cuatro horas cada día en la pista entrenando". Una distancia adecuada, imposible por ejemplo si se convirtieran en entrenadoras de alto nivel, una posibilidad que aparece en la cabeza de cualquiera a la vista de su experiencia: "No hemos tenido propuestas directas en firme, aunque te dejan caer cosas: clubes de pádel, formaciones… Montar una escuela, podría ser -reflexiona Majo-, pero entrenar a una pareja profesional supondría volver a viajar, competiciones, etc. Y necesitábamos salir de eso y respirar un poco".
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Mapi, sin embargo, ha tomado de momento una vía paralela. Este año se lo ha marcado de transición y está participando en la Pro Padel League, como integrante del Flowrida Goats: "A diferencia de Majo, que lo ha dejado al cien por cien, yo aún estoy ligada al pádel profesional: sigo jugando y entrenando y, aunque no es la misma exigencia de antes, sí tengo que mantenerme en un buen nivel porque los rivales son de élite".
Flowrida Goats es una de las diez franquicias de la PPL y Mapi comparte equipo con nombres como Arantza Osorio, Gemma Triay, Pablo Lima, Pablo Lijo y Víctor Ruiz. "La competición arrancó el año pasado de forma más amateur, pero la idea es que crezca y los equipos empiezan a fichar ya a jugadores de primer nivel", apunta Mapi. En los meses intermedios, Mapi sigue entrenando por su cuenta, con el apoyo de su pareja y en el grupo de Daniel Rivera en Zaragoza: "Ahora disfruto mucho más de mi casa, de mi familia. Lo de jugar el PPL no me lo planteaba, pero se dio la posibilidad y ahora creo que tal vez es mejor una despedida progresiva: pero sólo este año", aclara.
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La retirada de las Gémelas Atomikas fue la culminación de unas últimas temporadas exigentes para las dos hermanas, en todos los planos: el deportivo, el físico y el emocional: "Primero tuve la lesión de hombro y la operación, y después el diagnóstico de la enfermedad", subraya Mapi. En la decisión intervino una combinación de factores lógicos. "Disfrutamos muchísimo y aún nos sentíamos competitivas -reconoce Majo-, pero ya habíamos conseguido mucho y lo habíamos dado todo. Creíamos que había que cerrar una etapa".
La esclerosis múltiple de Mapi se convirtió a partir de 2021 en un factor muy relevante en lo personal y lo deportivo, claro, pero después del impacto inicial y de una conjura de las cinco hermanas Sánchez Alayeto (las gemelas son parte de una familia con siete hermanos y hermanas), Mapi y Majo devolvieron el revés y volvieron a las pistas al año siguiente. "No podíamos vendarnos los ojos como si no pasara nada, pero no era limitante ni determinó nuestra decisión", aclara Majo. La enfermedad no las frenó: "No fue la causa de dejarlo, eso está claro", remarca Mapi. "Podríamos haber seguido, pero siempre nos quisimos retirar mientras aún fuéramos competitivas y decidiendo nosotras, no por una lesión", señala Mapi.
La Era Atómika
En todos los deportes hay atletas que ganan. Pero menos son aquellos capaces de hacer evolucionar su deporte. Las gemelas impulsaron un cambio de paradigma con su forma de entender el juego: "Nos lo repiten mucho: que el pádel de hoy se debe a nosotras. Una forma de jugar más física, con agresividad, más velocidad de la pelota: es un motivo de orgullo, claro", reconoce Majo. Esa transformación, en realidad, respondía sólo a su naturaleza como competidoras: "Nosotras no éramos conscientes: simplemente era nuestra manera de jugar, nos divertíamos así y, aunque a veces nos costaba frente a determinadas rivales, nunca nos planteamos cambiar ese estilo", explica Mapi.
Ambas hermanas venían del tenis. Majo llegó a ganar cinco torneos de la ITF (Federación Internacional de Tenis) y disputó el torneo junior de Roland Garros. Mapi se marchó a Canarias para entrenar con Carla Suárez con el fin de hacer progresar una carrera iniciada a los cinco años en su club de siempre, el Tiro de Pichón. En 2003 fueron campeonas de España de dobles, pero ese mismo año aparcaron el tenis para estudiar Trabajo Social.
Alrededor de 2007 empezaron a interesarse por el pádel: "No pasamos de una cosa a otra directamente. El tenis lo dejamos a los 19 años y al pádel empezamos a jugar con 24". Aunque ahora parezca mentira, ocurrió de forma espontánea: "Nuestro club de siempre nos invitó a jugar un torneo de pádel. Fuimos en plan pachanga: no nos planteábamos el pádel como opción y, de hecho, el primer día andábamos muy perdidas y no nos gustó nada", confiesa divertida María José Sánchez Alayeto.
"La primera vez que nos invitaron a jugar al pádel fuimos en plan pachanga: ni nos lo planteábamos como opción... Andábamos muy perdidas y no nos gustó nada el deporte"
Sin embargo las primeras sensaciones fueron cambiando, mientras el ruido de sus actuaciones crecía a nivel local, con los primeros torneos autonómicos y los consiguientes reconocimientos. Ahí advirtieron una oportunidad antes insospechada. Y en 2009 resolvieron probar suerte y trasladarse a Madrid para espolear su progreso técnico en la disciplina: "El tenis te ayuda bastante, pero el cambio cuesta: hay que adaptar ciertos golpes, la bandeja, el remate… son distintos. Y debes hacerte también a la lectura de la pelota y las paredes". Formaron parte de la selección española campeona de Europa en Cascais y, como pareja, levantaron también el título continental.
En 2011 jugaron y perdieron la primera final en el Pádel Pro Tour, en Córdoba. "Nos habíamos situado como quinta pareja, pero no lográbamos dar el salto y tuvimos un momento de dudas", cuenta María Pilar Sánchez Alayeto. Quedaba un último escalón y lo acometieron en 2012. La incorporación como entrenador de Jorge Martínez y de la psicóloga Iciar Eraña significó un punto de giro. "Con Jorge se abrió otra etapa y, a partir de los cuartos de final en el torneo de Barcelona en 2013, hicimos clic", resume Mapi. Allí lograron su primer título profesional. Ese año jugaron dos finales más y acabaron terceras del ránking. El inicio de una cronología jalonada de victorias, finales y títulos.
Las aportaciones de su equipo de trabajo amplificaron el potencial de las hermanas y les permitieron asaltar la cúspide del circuito. "Trabajábamos con un equipo completo: un preparador físico, uno técnico, psicóloga, fisio, nutricionista… Veníamos del tenis, que era mucho más profesional, y trasladamos ese planteamiento al pádel.", cuenta Mapi. "Jorge nos hizo crecer en los aspectos tácticos del juego, nos corrigió muchos golpes y con él entendimos muy bien cómo se juega al pádel", apoya Majo. "El número 1 tuvo mucho que ver con Iciar Eraña. Cuando empezamos a trabajar con ella no llegábamos al top 3, estábamos ahí pero no dábamos el paso. Nos faltaba la mentalidad, creer más en nuestro juego. Una vez que lo logramos con ella, dimos el salto".
"Nosotras veníamos del tenis, que entonces era mucho más profesional: trasladamos ese planteamiento al pádel, con entrenador, preparador físico, psicóloga, nutricionista... ahora todo el mundo funciona así"
Lo corroboran los cuatro títulos en 2014. Ampliados con siete triunfos más en diez finales (sólo se perdieron una) al año siguiente. Había empezado la Era Atómika. En 2016, Mapi y Majo levantaron cuatro trofeos y les sumaron la disputa de otras cuatro finales. En 2017 vinieron siete títulos más. En 2018 añadirían otros cinco. Con el paso de los años, los desafíos se multiplicaron: surgieron Gemma Triay y Lucía Sainz, Salazar y Marrero regresaron a su mejor nivel después de un periodo de lesión, Ariana Sánchez y Marta Ortega subían su apuesta… Las Gémelas Atomikas no fueron ese año la pareja con más victorias pero sí la más regular. Lograron retener el número 1. En total, 32 títulos (23 Open, 6 Master, 3 Masters Final), cuatro temporadas como números 1 del circuito y un récord de 30 victorias consecutivas…
Pero, sobre todo, en esos años su forma de jugar grabó en las pistas una huella aún más trascendente que las propias victorias. No sólo fueron el binomio a batir; también se convirtieron en un modelo a imitar: "Ahora todo el mundo funciona así, es lo normal", subraya Mapi en referencia a la profesionalización del circuito. Y también todo el mundo juega así, como ellas: "Realmente, miras el pádel de hoy y sí, todas las chicas han evolucionado hacia eso".
Juntas contra todo
El panorama se transformaría en los siguientes años, algo natural en cualquier deporte: la regeneración de los campeones resulta siempre un proceso tan despiadado como natural. Y aparecieron factores externos. La lesión y el paso por el quirófano de Mapi en 2019, la ausencia de seis meses y el regreso posterior rebajaron las expectativas. En 2020 la pandemia modificó el ritmo del planeta al completo. Y en 2021, con las Gemelas en busca del reencuentro con su mejor nivel, llegaría el diagnóstico para Mapi. 2022 dejó la emoción del regreso por encima de todas las circunstancias, un ejemplo de superación y compromiso como pareja deportiva, mantenido hasta su retirada.
En este último episodio aún se hicieron más evidentes algunos intangibles difíciles de replicar para las parejas convencionales: por un lado su resiliencia, educada en la enorme dureza psicológica del tenis; y, sobre todo, la inquebrantable conexión entre dos hermanas gemelas: "Eso siempre ha sido un plus -analiza Majo-. Te da complicidad, compenetración, una forma de entendernos en la pista y una confianza para decirnos las cosas que para nosotras suponía un punto decisivo". Estabilidad, seguridad. Términos básicos en una dinámica de competición por parejas: "Cuando debíamos corregir cosas, sabíamos que nos lo podíamos decir con toda confianza: si había un desencuentro nunca salía de la pista. Ahí se quedaba, después nos olvidábamos".
"La enfermedad no fue la causa de la retirada, pero sí creo que sin Majo a mi lado yo lo habría dejado antes"
Ante los momentos de flaqueza, las adversidades y el desgaste, se tenían la una a la otra. A los dos lados del cristal: "Siempre nos sobrepusimos a los golpes. Formamos un equipo muy sólido y nos apoyamos de forma constante. Mapi es una luchadora nata, pero cada día tenía que pelear contra su cuerpo. Y hablamos de deporte de alto nivel: no es igual que ir a trabajar a una oficina", afirma Majo. "Sin ella yo creo que lo habría dejado antes", reconoce Mapi. Salieron de la pista como habían entrado: juntas.
Este domingo las Gemelas Atómikas volverán a estar dentro del rectángulo de cristal. Mano a mano, contra Eli Amatriain y Lucía Sainz. A su alrededor, el reconocimiento a dos deportistas inolvidables por su personalidad, su juego, sus victorias y su marca, capaz de definir toda una época en el pádel español. Las Atómikas nacieron en el Real Zaragoza Club de Tenis: "Allí formábamos un equipo en el que se mezclaban profesionales y amateurs -cuenta Majo Sánchez Alayeto-. Y nuestra capitana siempre nos decía que teníamos que trabajar como hormigas, ayudándonos unas a otras". Tirando de ese hilo, fue el novio de Mapi quien se refirió así a las hermanas: "Vosotras sois dos hormigas atómicas en la pista".
Y lo demás, como se suele decir, ya es historia.