Una noche en mitad de la nada, mantas térmicas y "modo supervivencia" para su primer Dakar
Álex Toril pasó de conducir monoplazas a pilotar el jet privado de Toto Wolff y en su primer Rally Dakar vivió toda una odisea.

Al Ula.- Las primeras veces en el Rally Dakar no siempre son lo que esperabas, ni siquiera te permiten disfrutar de la experiencia de principio a fin. Álex Toril (Córdoba, 1996) y Marcus Winkler lo han vivido en sus propia piel estos días. Tirados en mitad del mar de dunas del Rub Al Jali (650.000 km cuadrados de arena) durante casi 24 horas, han saboreado la aventura, la tristeza y la impotencia a partes iguales.
El cordobés, que llegó a militar en las categorías de formación de monoplazas que daban acceso a la F1 y que terminó pilotando el jet privado de Toto Wolff, jefe de Mercedes F1, se enroló a última hora en la aventura dakariana. Pero no es nuevo en las lides de los rally raid, ya que ha corrido varias citas con su padre, José Luis -habitual de los campeonatos de España de rallies-, e incluso disputaron juntos la Baja Aragón.
A la etapa Maratón llegaron 18º de la general de Challenger (prototipos ligeros), pero el Empty Quarter les jugó una mala pasada. Las empinadas dunas exigieron el máximo del motor de su Can-Am, que dijo 'basta' antes de llega al ecuador de la especial de 549 km (a completar en dos jornadas). Pararon y abrieron el capó para recibir un chorro de agua saliendo del propulsor al abrir una válvula. Ahí comenzó la odisea.

Pasaron toda la tarde en mitad de la nada, hablando con dirección de carrera, que les insistían en si podían reparar. El tiempo fue pasando y la arena empezó a enfriarse, por lo que el español y el austriaco empezaron a buscar hierbas de camello y algunas ramas sueltas para montar una fogata. Pronto se les unieron otros cuatro competidores que tenían sus vehículos atascados algunos metros más allá.
[Clasificación y resultados del Rally Dakar 2024]
El grupo de seis pasó la noche con las estrellas como cubierta y unos sacos de dormir, comida y agua que la organización les llevó en helicóptero. Toril se refugió dentro del coche, después de que la temperatura bajase más de lo esperado y usó la ropa extra que se había echado aquella mañana "por si pasaba algo así". Su yo del pasado le vino a ver.
Las horas más críticas
Amaneció y el sol empezó a levantarse entre las dunas del sureste árabe... y la temperatura subió poco a poco. Después de "más de 7-8 llamadas a dirección de carrera", lograron que enviasen un nuevo helicóptero, pero este volvió a dejar agua y alzó el vuelo. Toril y Winkler usaron las mantas térmicas para refugiarse del castigo de los rayos solares y entraron "en modo supervivencia". Solo podían esperar la llegada del helicóptero definitivo que les sacase de allí.
"Lo más duro es el desafío mental, cuando ves que te quedas, que no puedes salir de ahí, que dirección de carrera no te puede recoger, que no hay forma de salir del desierto… tener que pensar '¿ahora qué tengo que hacer, qué necesito, voy a pasar frío, calor, tengo comida o no, tengo agua?'. Tuvimos suerte de encontrar a otras dos tripulaciones que pernoctaron con nosotros porque se quedaron cerca de donde estábamos nosotros. Entre los 6 hicimos un poco de piña, aunque acabamos dormidos bastante pronto. Me desperté a las cuatro de la mañana y a las 5-530 empezaba a amanecer. El resto continuó y nosotros nos quedamos todavía ahí. Llegó la parte más dura de llamar a dirección de carrera con la luz del alba y que te dijeran que no hay helicóptero, que todavía van a tardar u ya empiezas a preguntarte cuánto tiempo más vas a estar", recuerda Toril en conversación con Relevo.
"Las últimas horas fueron las más duras, sobre todo la última. Vino un helicóptero pero luego se acabó yendo… luego vino uno medicalizado, pero que nos traía solo agua y comida, hasta que finalmente volvieron y nos recogieron. Esa es la parte que más desafío conlleva. Sabes que te puede llegar a pasar, pero nunca lo asimilas hasta que sucede de verdad. Nos sacaron de allí a las 11.30 de la mañana siguiente".

"Lo único que nos molestó la falta de información del PCO de ASO en París, que nos insistan que intentásemos reparar cuando ya les habíamos dicho que no podíamos hacerlo. Hasta que no les hablamos desesperados de que no teníamos agua y comida, no movilizaron nada. Cuanto antes nos hubieran sacado, mejor, porque así también evitas riesgos que puedan llegar a ocurrir".
Una vez en el campamento de Riad, la siguiente preocupación era encontrar un modo de sacar el coche de las dunas. Para ello hablaron con ASO, que a su vez se apoyó en su socio Aramco, que cuenta con maquinaria que es capaz de desmontar las dunas y llegar a cualquier punto del desierto. 72 horas después, el coche llegó al vivac de Ha'il, pero las penalizaciones por no haber completado las tres últimas especiales les hicieron imposible continuar. Fin a la aventura y al sueño de colgarse la primera medalla de finisher.
"La experiencia ha sido positiva dentro de la situación que se nos hadado y el problema que hemos tenido. Hasta la rotura del motor hemos demostrado ritmo, constancia, terminar etapas sin fallos de navegación o conducción, sin accidentes ni sobresaltos. Esto demuestra que el ritmo estaba ahí y que podríamos haber logrado un resultado interesante, si no hubiera sido por este percance mecánico y la pena de no poder sacar el coche del Empty Quarter", reflexiona Toril.
"He aprendido un punto que me resultaba complicado de evaluar que era el ritmo de competición en el Dakar. Cada día el ritmo es mayor en el cross country, ya sea una Baja o un rally, se sale a 100% desde el principio. En el Dakar eso cambia y eso era complicado de evaluar y me llevo una buena idea de cómo hay que ir en una carrera así, para ir rápido y conservar al mismo tiempo. El haberlo visto todo desde la derecha, el entender la navegación, cómo se hacen los roadbook, el poder hablar con muchísima gente…. El ambiente ha sido brutal durante esta semana y media, ha habido momentos de todo: de esfuerzo, de alegría, etc. Me llevo muchísima información, que era mi objetivo para prender y observar, coger experiencia para si algún día hago el Dakar como piloto no empezar de cero, sino ver de por dónde van los tiros".
Volverá, seguro, y la próxima vez tendrá entre las manos un volante, algo con lo que ha crecido desde bien pequeño y que inspiró los sueños de su infancia.