RALLY DAKAR

La mirada que ha vivido toda la historia del Rally Dakar: las aventuras de Eric Vargiolu

El francés de 73 años es la única persona que ha vivido todos y cada uno de los Rally Dakar desde su creación.

Eric Vargiolu, en un helicóptero de uno de los Rally Dakar de Sudamérica. /Archivo Personal
Eric Vargiolu, en un helicóptero de uno de los Rally Dakar de Sudamérica. Archivo Personal
Sergio Lillo

Sergio Lillo

Yanbu.- Sus ojos han visto toda una vida dedicada a sus dos pasiones. Por ellos han pasado las vivencias de otros de las que, en ocasiones, fue el único testigo. A través de ellos se puede entrever lo más íntimo de los pilotos y sus sueños más repetidos. Las arrugas de su cara brotan como ríos sin agua que corren en busca de la próxima fotografía que añadir a su álbum interminable. Eric Vargiolu (Saint-Maur dans le Val-de-Marne, Francia, 1950) es la única persona que ha estado en todos y cada uno de los Rally Dakar disputados desde su creación a finales de 1978. Su vida es Dakar y el Dakar es su vida, pero no solo.

Su pelo canoso se mantiene firme y su andar pausado es el reflejo de la calma que transmite y con la que sigue poniéndose al otro lado del visor de una cámara fotográfica (ahora digital) para intentar congelar el pasar del tiempo y capturar las milésimas de segundo en las que los pilotos surcan cada centímetro de desierto, camino de la gloria o de quién sabe qué.

Está a punto de cumplir sus bodas de oro dentro de la agencia DPPI y en sus carretes -esos que escondía en las camillas de los heridos a principios de los 80 para que llegaran a la redacción de París- no hay piloto que no haya visto inmortalizado su rostro o su vehículo. El paso de los años le ha obligado a adaptarse a las nuevas tecnologías, pero, aunque tiene cuenta en Instagram, su talento y su leyenda van mucho más allá del número de seguidores o de likes.

Eric Vargiolu con 26 años en el Rally Abiyán-Niza de 1976.  Archivo personal
Eric Vargiolu con 26 años en el Rally Abiyán-Niza de 1976. Archivo personal

"Soy un apasionado del automovilismo, seguí los Grandes Premios de Motociclismo en los años 70, conocí a [Giacomo]Agostini, aún seguimos siendo amigos. Y luego hice tal vez 100 Grandes Premios de Motociclismo; entre 400 y 500 Grandes Premios de Fórmula 1; hice rallies del WRC; he hecho muchas 24 Horas de Le Mans. Y ahora, en el mundo moderno ya no puedo hacer fotos como me gusta, todo está muy acotado, ¿entiendes? En un Gran Premio hago las mismas fotos después de 50 años. Y creo que sólo en el París-Dakar todavía tengo un espacio de libertad para tomar hermosas fotos", asegura el fotógrafo francés en conversación con Relevo en el vivac de Al Ula.

"Durante 38-39 años he hecho el Dakar en coche. Apenas nos daban unas indicaciones y había que intentar encontrar el punto. Lo más fácil era apretar el botón. Lo difícil es estar en el lugar correcto en el momento correcto. Nos íbamos del vivac y la gente dormía; llegábamos y el vivac dormía. Trabajamos 20 horas al día, íbamos a un solo sitio de fotos y hacíamos allí unas pocas. Y ahora, desde hace 6 o 7 años, voy en el helicóptero. Es magnífico, hago muchas fotos, fotos hermosas, y luego con la digital podemos verla en directo. En el pasado no sabíamos hasta llegar a Francia si la foto estaba bien hecha o no. No podíamos revisarla".

Y es que sus aventuras fotográficas comenzaron en la que se considera la cuna de los rally raid, el famoso Rally Abiyán-Niza de 1976, cuando el aventurero Thierry Sabine se perdió en el desierto del Sahara y comenzó su leyenda. De esa experiencia nació la idea del Rally París-Dakar (desde 2009 Dakar a secas). Y allí estaba ya Vargiolu, antes siquiera de que el embrión hubiese arraigado en la cabeza de Sabine.

Eric Vargiolu, en el Rally Dakar de 1983, al volante de su coche.  Archivo Personal
Eric Vargiolu, en el Rally Dakar de 1983, al volante de su coche. Archivo Personal

Pero antes, Vargiolu ya había pisado África en un reto que era ir de Dakar a Yibuti. Tenía 18 años. Se marchó de Francia, puso rumbo a Niamey, capital de Níger, y bajó hacia Nigeria, donde se estaba desarrollando la guerra de Biafra. "Los franceses no éramos bien vistos y si te encontraban, te encerraban en un coche y le prendían fuego", recuerda. Tuvo que darse la vuelta y volver a casa.

La anécdota de las anécdotas

Los ojos del fotógrafo se posan con delicadeza en los de su interlocutor cuando pronuncia la siguiente frase: "Tomábamos fotos lo mejor que podíamos. Era complicado, pero lo lográbamos y en ese momento no había solicitudes urgentes de los medios como las que hay hoy. Y nosotros los fotógrafos, no éramos muchos, hacíamos rollos de película y queríamos enviarlos de regreso a la oficina. La única manera de lograrlo era cuando había una persona herida. Cogíamos nuestros rollos de película, los poníamos en la camilla y esperábamos que llegasen bien a París. Si hacíamos esto dos veces en el rally era todo un éxito".

Su mirada viaja a 1983 sin máquina del tiempo. Desierto del Teneré. Una tormenta de arena lo rodeaba todo, haciendo desaparecer el arriba del abajo, la derecha de la izquierda. Vargiolu llegó a una pequeña aldea de tres casas, una vaca y una cabra. Habló con el jefe del pueblo para preguntarle cómo llegar a Agadez (Níger). De primeras no le entendió. Finalmente, consiguió que este se subiera en el coche con él y le guiara a través de la nada. En un momento, en mitad de la tormenta le dijo que parase. Vargiolu vio una pista grande. "Agadez", pronunció el local. "Entonces le di comida, camisetas, bueno lo que tenía. Para él eso era natural, porque si alguien estaba necesitado, le daban todo lo que tenían. Se marchó caminando solo y desapareció en la oscuridad de la arena. Esas son experiencias de vida importantes. Y eso es parte del Dakar. Solidaridad, descubrimiento, aventuras... eso es lo interesante", recuerda.

Eric Vargiolu, en un poblado africano.  Archivo Personal
Eric Vargiolu, en un poblado africano. Archivo Personal

Pero también recuerda otra en la que llegó destruido mientras buscaba el camino a Tombuctú (Malí). Apenas se sostenía en pie y los médicos le dijeron que le repatriaban. Pero él insistió, en mitad del delirio, que se quedaba. Le pincharon medicamentos y después de estar una hora llorando en su tienda de campaña, desconsolado y abatido, le pidió a un local que le llevase hasta la ciudad de los 333 santos. A cambio, le dio dinero para comprar un camello y alimentar a toda su familia durante un año.

Un confidente dentro de la caravana

Los pilotos han sido sus aliados todos estos años. Se ha ganado su confianza gracias a que le veían en lugares donde ellos mismos sabían que no era fácil llegar. El veterano fotógrafo recuerda un Dakar de los que Stéphane Peterhansel -14 veces ganador de la prueba- todavía iba en moto. "Había una etapa de 700 kilómetros y un cordón de dunas de 300 metros. Y le dije que al día siguiente estaría ahí, que si me veía, no me evitase, que fuese hacia mí. Entonces, llegó Peterhansel, me vio y con 650 km encima pasó, dio la vuelta y volvió a pasar delante de mí para una sesión de fotos única. Eso es ayuda mutua, porque saben que yo también había hecho algo difícil", apunta.

Vargiolu se ve incapaz de elegir una sola foto, ni siquiera varias, de su álbum personal, de hecho, nos pide que elijamos las que queramos para este artículo. En la sucesión de imágenes que nos muestra hay de todo: penurias, sonrisas, miradas de complicidad, poses divertidas... pero se repite una constante que le hace reír cada vez: imágenes de él durmiendo con la boca abierta o con unas cuerdas sujetándose la cabeza al respaldo del coche.

Los tres únicos ganadores en moto y coche, Stéphane Peterhansel, Hubert Auriol y Nani Roma, con el fotógrafo francés. Archivo Personal
Los tres únicos ganadores en moto y coche, Stéphane Peterhansel, Hubert Auriol y Nani Roma, con el fotógrafo francés. Archivo Personal

¿La foto perfecta? "Yo no decido, yo soy testigo. Siempre digo que lo más fácil es apretar el botón. La foto perfecta no se puede imaginar. Todos los días hay situaciones que pueden ser buenas o malas, pero tengo que buscarlas. La apreciación de una foto es muy subjetiva. Pero mi objetivo es que la foto me guste y si me gusta a mí, le gustará a mi cliente", responde.

Desde hace unos pocos años, Vargiolu ha visto cómo un colega español, Charly López, ha irrumpido humildemente en el Rally Dakar y en otras competiciones de ASO. El francés solo tiene buenas palabras para el asturiano, que ha ganado los últimos cuatro premios a la mejor foto de la prueba.

"Me gusta mucho Charly. Es muy modesto y tiene mucho talento. Tengo muchas ganas de poder tenerlo trabajando en uno de los reportajes que tenemos que hacer. Y la prueba es que tiene mucho talento es que aquí hay un concurso de fotos y yo no sabía cuáles elegir y le pedí a Charly que me dijese cuál presentaría él. Dijo dos y eran las dos en las que yo había pensado. Le pregunté a otro fotógrafo que trabaja conmigo y me dijo también esas dos; nos entendemos, hay una conexión. Tenemos la filosofía, no somos paparazzi, no competimos entre nosotros", asegura.

La mirada que ha vivido toda la historia del Rally Dakar: las aventuras de Eric Vargiolu

Antes de despedirse y rebuscar en sus recuerdos algunas fotos para este artículo, Vargiolu hace una reflexión que, de ser más corta, podría tatuarse en la piel de todo aficionado al Dakar y al deporte.

"El Dakar nos permitió, por un lado, descubrir mucho, tres continentes diferentes, África, América del Sur y ahora este, diferentes culturas, conocer a mucha gente... Incluso después de haber hecho 20 o 30 Dakar, siempre supe que me iba a pasar algo extraordinario, sabía que iba a experimentar algo que nunca había experimentado. Además de la carrera, que era y es mi trabajo seguirla, también descubrimos que podíamos hacer cosas que desconocíamos, porque no teníamos otra opción. Si teníamos un problema, teníamos que salir adelante, y, cuando lo conseguíamos, era maravilloso y muy enriquecedor para todos. Aprendimos que nunca dejas que nadie se quede en el borde del camino. Si yo lo hago, otro lo hará por mí. Esa es la esencia del Dakar: muchas experiencias, muchos recuerdos, mucho placer, mucho dolor, porque perdimos amigos, lo cual es difícil... Aunque el Dakar no es toda mi vida -he hecho muchas otras cosas-, me construyó como la persona que soy hoy, de manera consciente o inconsciente. Hay mucha gente que dice que antes el Dakar era mejor, pero yo creo que cuando estás sobre el terreno, siempre es difícil, y mi pregunta es ¿qué no ha cambiado en los últimos 40 años? El Dakar ha evolucionado pero seguimos haciendo cosas increíbles a nivel deportivo y de experiencia. A medida que el mundo evoluciona, el Dakar sigue siendo el Dakar".