MUNDIAL DE RALLIES

Dani Sordo como Fernando Alonso, en la élite del Mundial a los 40

Después de casi dos décadas corriendo como piloto titular en el WRC (más incluso que Sainz), sigue siendo el máximo exponente español de la especialidad.

Dani Sordo celebrando hace unos días el segundo puesto en el Rally de Portugal. /Hyundai Motorsport
Dani Sordo celebrando hace unos días el segundo puesto en el Rally de Portugal. Hyundai Motorsport
Nacho Villarín

Nacho Villarín

No es muy amigo de cifras ni estadísticas. Hasta se le dibuja una mueca de incredulidad cuando toca abordar el tema, porque en el fondo le cuesta creerlo –"Uf… ¡Es que son muchos años ya!", exclama–. Pero los números hablan por sí solos: Dani Sordo es ya, junto al octacampeón del Mundo Sébastien Ogier (nacido también en 1983, siete meses y 15 días exactamente después que el cántabro), el más avezado del elenco de pilotos que disputa actualmente el Mundial de Rallies.

Lleva 18 temporadas consecutivas (dos más que Carlos Sainz, quien subió a la élite con Toyota en el 89, cuando España era una completa desconocida todavía para los gerifaltes de la especialidad) sentado al volante de un coche oficial; un decenio corriendo para Hyundai, la marca en la que más tiempo se ha mantenido, una segunda familia ya para él; y acaba de estrenar los 40 (los cumplió el 2 de mayo) cuajando una de sus mejores actuaciones en uno de sus rallies predilectos, el Portugal, donde acabó segundo hace unos días, en memoria de su compañero Craig Breen (tristemente desaparecido el mes pasado, tras un desafortunado accidente durante un test).

Aunque por lógica y por biología le va llegando el momento de echarse a un lado (El Matador compitió por última vez con un World Rally Car después de cumplir 43), al piloto de Puente San Miguel le sucede como a Fernando Alonso: a pesar de la edad, y de que él mismo lleva ya un tiempo cavilando su retirada del Mundial –"No voy a ser eterno ni voy a estar corriendo toda la vida", sostiene–, lo cierto es que cada vez que se pone el casco sigue rindiendo a un gran nivel.

Reuters
Reuters

Su propio historial le avala: hasta el Cataluña del año pasado, Sordo encadenó la mejor racha de toda su carrera, engatillando con su actual copiloto, Cándido Carrera (al que se asoció hace dos veranos), cinco podios consecutivos. Casi todos ellos, compitiendo sobre tierra, la superficie que más se le atragantaba al principio. Otro de los datos más llamativos de la biografía de un piloto dotado de un talento privilegiado, que, a lo largo de los últimos 20 años, la mayoría de las veces sin calcularlo, sencillamente actuando por instinto, ha ido reescribiendo su propio destino.

Al lado de Carlos Sainz y Sébastien Loeb

A Dani Sordo se le puede incluir también en la larga lista de nombres que conforman la generación más prolífica del deporte español. El suyo empezó a resonar con fuerza allá por 2005, cuando ascendió al Mundial Júnior como protegido de Citroën, arropado además por Sainz. Aunque para entonces el cántabro ya se había revelado como un diamante en bruto en las carreteras de nuestro país.

Con 20 recién cumplidos (un récord de precocidad todavía vigente), hizo la machada de ganar el ya extinto Rally de Cantabria, uno de los más técnicos del Nacional, pilotando un Mitsubishi casi de serie. Al curso siguiente, el equipo Citroën España, que arrasó durante años con 'Chus' Puras, confió en él para sustituir al campeón del momento, Miguel Fuster. Con el nuevo modelo que el alicantino había estrenado sin éxito, Sordo venció de corrido las dos últimas citas del campeonato, confirmándose como una estrella en ciernes.

Hasta entonces, no había despuntado en España un piloto con una trayectoria tan meteórica como aquella, que Dani refrendó en 2005: una campaña de ensueño, en la que conquistó a la par el Campeonato de España y el Mundial Júnior. A esas alturas de su prometedora carrera, el piloto norteño era una máquina de ganar –"No me daba tiempo a disfrutar de las victorias, para mí era lo normal en aquella época, volvía a casa directo y me ponía a preparar el siguiente rally", recuerda–.

Sébastien Loeb, Dani Sordo y Marc Martí en 2006.  EFE
Sébastien Loeb, Dani Sordo y Marc Martí en 2006. EFE

Su carta de presentación a nivel internacional no pudo ser mejor, y el contexto tampoco: Citroën ya arrasaba con Sébastien Loeb; la filial española estaba de dulce en ese momento; y, encima, Carlos Sainz acababa de correr ese mismo año dos pruebas del Mundial 'de propina', después de haberse retirado a finales de 2004, sustituyendo al compañero de 'Seb', François Duval, que no dejaba de chocar. La sintonía entre Sordo y 'El Matador' fue total.

Más tarde, cuando se sentaron a negociar un contrato de representación, no hubo acuerdo y el vínculo entre ellos apenas trascendió más. Pero la intercesión del bicampeón madrileño y el apoyo de Citroën España y del RACC (Real Automóvil Club de Cataluña), conjuntamente con el tesón de Sordo padre buscando apoyos aquí y allá (incluido el del Santander, a través de su paisano Emilio Botín, oriundo del mismo pueblo que él: Puente San Miguel), propició que Dani se subiera al año siguiente a un World Rally Car. La mayor satisfacción para sus progenitores, que se empeñaron económicamente (rechazando incluso una propuesta del equipo Fiat del Europeo, con nómina de piloto oficial) para que su hijo pudiera labrarse un futuro en la élite del Mundial.

Un hombre de equipo

A finales de 2005, el circuito de la familia Sordo Castillo –el Karting La Roca, cerca de Santander– acogió una exhibición de la que participó también la casa madre de Citroën, en la que Dani y el mismísimo Loeb se turnaron al volante de un Xsara WRC, ante cientos de aficionados locales que experimentaron una emoción similar a la que vivían en ese momento sus vecinos asturianos, gracias al Nano. Aquel día de lluvia y barro ya se adivinó que los galos tenían la voluntad de que el español acabara escoltando a 'Seb' cuando volvieran a la carga con el C4 WRC.

2006 fue un año de transición para ellos, y también para el Mundial, que permitió a Sordo medirse desde el principio de igual a igual. Mientras desarrollaban su nueva arma, los franceses continuaron como equipo satélite, operando a través de un preparador belga (Kronos Racing) que gestionaba los coches titulares, y también los de los pilotos privados; entre ellos, el del cántabro, quien correspondió con varios podios al apoyo incondicional de su familia, y cumplió a la vez el deseo de Citroën, desempeñándose como coéquipier ideal para Loeb.

La operación no se demoró: rápidamente, el Xsara del piloto de Puente San Miguel pasó a lucir también los colores de fábrica, y Citroën le reclutó por varias temporadas, en las que su sintonía con el alsaciano, personal y deportivamente, resultó sensacional –"Lo pasábamos muy bien juntos y los resultados también acompañaban, fue una época muy bonita para mí, aunque lo admiraba tanto que siempre pensaba primero en él y luego en mí", rememora el propio Dani–.

Sordo tenía potencial para enfrentarse a su compañero, al que superaba eventualmente en los test. Pero siempre antepuso los intereses del equipo a los suyos. Su contribución fue muy importante también para que el francés siguiera encadenando títulos, especialmente en 2009, cuando Mikko Hirvonen estuvo a punto de desbancarle. Por contra, la evolución imparable que había experimentado el cántabro hasta ese momento quedó en punto muerto.

Los inicios de Dani Sordo en Hyundai Motorsport en el WRC.  Hyundai Motorsport
Los inicios de Dani Sordo en Hyundai Motorsport en el WRC. Hyundai Motorsport

Posiblemente, un triunfo de Sordo hubiese cambiado aquel statu quo. Aunque lo vio venir varias veces, no llegó. De la noche a la mañana, apareció otro Sébastien –Ogier– con ganas de comerse el mundo, que pronto eclipsó al español. En ese momento (2010), Prodrive, el preparador de Subaru que enfrentó a mitad de los 90 a Carlos Sainz y Colin McRae, devolvió a MINI a los rallies y fichó a Dani para desarrollar un coche más modesto, con el que el cántabro voló en asfalto. Al contrario que él, Ogier no asumió el liderazgo interno de Loeb en Citroën, y dio la espantada a Volkswagen, que entró pisando fuerte al Mundial con Sainz como asesor.

Sordo volvió a Versalles ese mismo año (2013), cuando Loeb cambió de especialidad, logrando por fin su primera gran victoria en Alemania. Pero para entonces el equipo ya estaba en decadencia, y el español (que, por increíble que parezca ahora, valoró entonces su retirada) decidió empezar de cero en la escuadra que acaba de crear Hyundai, asumiendo ya otro rol.

Piloto especialista

La vitola de hombre de equipo que se había fraguado en Citroën se conjugó en ese momento con la de piloto a tiempo parcial que desempeñó con MINI, sin presupuesto para afrontar todo el Mundial. Después de haber ejercido como guía del equipo británico, el cántabro volcó toda su experiencia en la estructura fundada por los coreanos cerca de Frankfurt. Llegó a finales de 2013, con un programa muy reducido, a un conjunto todavía sin engrasar, volcado completamente en Thierry Neuville (por aquel entonces, el niño bonito de la especialidad). Sin embargo, su contribución al desarrollo del primer i20 WRC resultó tan crucial que Dani acabó granjeándose un contrato para volver a disputar casi todo el Mundial.

Así volvió a estar varios años, acompañado por Marc Martí (el copiloto que 'heredó' muy joven de Sainz), con el que se reencontró al llegar a Hyundai, antes de volver a contratar a su paisano Carlos del Barrio, quien le había acompañado en sus inicios, tiempo después en MINI, y en su rentrée en Citroën.

Dani Sordo celebra su segunda victoria en el Mundial, la primera con Hyundai, en el Rally de Cerdeña 2019.  Hyundai Motorsport
Dani Sordo celebra su segunda victoria en el Mundial, la primera con Hyundai, en el Rally de Cerdeña 2019. Hyundai Motorsport

Aquella decisión vino aparejada de un cambio más sustancial: después de tantas idas y venidas, de haber estado arriba y abajo una temporada tras otra, a Sordo se le empezó a atragantar la dinámica de vida que le imponía seguir compitiendo como piloto titular. Aprovechando que la estrategia deportiva de Hyundai había resucitado el concepto de piloto especialista (casi olvidado desde que Sainz y sus coetáneos estandarizaron la figura de piloto completo, capaz de ganar en cualquier terreno), Sordo se postuló para ejercer como tal en sus rallies fetiche. El equipo lo aceptó, y, una vez más, el tiempo acabó refrendando la decisión del cántabro –"Creí que era lo mejor para mí y para el equipo, y creo que fue acertado", sostiene él mismo–.

La segunda juventud de Dani Sordo en el WRC

Desde 2018, enmarcado ya en ese papel, el piloto de Puente San Miguel ha experimentado una evolución sorprendente. Cada una de sus últimas temporadas ha relevado a la anterior con la suposición de conducir a un epílogo que aún no ha llegado. En realidad, lo que han hecho ha sido perfilar a un 'nuevo' Sordo, que ha vuelto a romper moldes a estas alturas de su vida deportiva, mostrándose más ambicioso y motivado que nunca, con una mordiente inusitada en él… Y que para colmo está brillando como nunca en tierra, cuando toda su carrera ha cargado con el sambenito de piloto de asfalto.

Las dos victorias que consiguió en Cerdeña entre 2019 y 2020, coincidentes con los dos cetros de marcas que ha abrazado hasta ahora Hyundai, han apuntalado todavía más a Sordo en el seno de su equipo, al que aporta un valor añadido muy apreciado dentro y fuera del coche. Contribuyó al fichaje de Ott Tänak cuando ganó el Mundial con Toyota en 2019; su visión técnica es muy valorada por los ingenieros y mecánicos; viaja a Alemania antes de cada rally para ayudar a preparar los coches, aunque él no compita; y sigue entregándose al máximo cada vez que se sube al i20 N, el modelo híbrido con el que debutó el curso pasado.

Cyril Abiteboul, jefe de Hyundai Motorsport, y Dani Sordo, durante un rally en 2023.  Hyundai Motorsport
Cyril Abiteboul, jefe de Hyundai Motorsport, y Dani Sordo, durante un rally en 2023. Hyundai Motorsport

Cyril Abiteboul acaba de llegar de nuevas al Mundial de Rallies después de su periplo en F1, y ya es consciente de que, además de afanarse al volante, Sordo forma parte de la columna vertebral de Hyundai. Todo apunta a que el cántabro seguirá vinculado al equipo de una u otra manera el día que cuelgue el casco. Pero, por ahora, son sus propios jefes los más interesados en que Dani siga acelerando. Han pasado por su lado pilotos de diferentes generaciones, que amenazaban con quitarle el puesto; cuando ha cesado la música, el que ha mantenido siempre su asiento ha sido el cántabro.

Acaba de soplar las velas de los 40, y, como ha demostrado recientemente en el Rally de Portugal, sigue siendo uno de los pilotos más queridos, y sin duda también de los más competitivos. Desde hace unos años, el español parece inmerso en una segunda juventud, que se está prolongando más de lo que él mismo auguraba, y que contrasta al mismo tiempo con la crisis de nuevos talentos de la que adolece ahora mismo el Mundial.

Tanto él como Ogier, igual que en su día Sainz o Loeb, se despedirán de los rallies cuando ellos mismos decidan que es el momento. Puesto a meditar sobre su futuro –"No me puede quedar mucho más tiempo ya a este nivel yo creo", desliza–, Sordo, al igual que Alonso, tendrá la última palabra.