RALLY WRC

Hyundai América recluta a Dani Sordo para su asalto a la montaña mágica, la mítica subida a Pikes Peak

Grandes nombres del WRC como Mouton, Vatanen, Röhrl o Loeb ya dejaron su sello en Colorado.

Prototipo con el que Hyundai corrió hace unos años en Pikes Peak. /HYUNDAI AMÉRICA
Prototipo con el que Hyundai corrió hace unos años en Pikes Peak. HYUNDAI AMÉRICA
Nacho Villarín

Nacho Villarín

Quieren conquistar la tierra… Pero también los cielos. Hyundai va a por todas en el Mundial de Rallies, donde ha encadenado ya dos triunfos al empezar el curso, y, al mismo tiempo, busca ganar también una de las competiciones más significativas de todo el planeta: la mítica Subida al Pikes Peak. La división americana de la compañía está armando un ambicioso proyecto para asaltar la imponente ascensión al coloso del estado de Colorado (20 kilómetros, 156 curvas y una pendiente media del 7.2%, otrora sobre tierra); un reto apasionante, del que va a ser partícipe por primera vez Dani Sordo.

El piloto español, que ha firmado esta temporada un escueto programa de tres rallies con Hyundai Motorsport, se enfrentará en solitario el próximo 23 de junio –sin copiloto– a un desafío insólito para él, en un escenario emblemático donde dejaron su sello en los 80 grandes referentes del WRC, como Michèle Mouton, Walter Röhrl y Ari Vatanen, y, más recientemente, su colega Sébastien Loeb, protagonista en 2013 de una actuación meteórica con Peugeot.

El cántabro se unirá a dos especialistas locales, Paul Dallenbach y Robin Shute, y a un cuarto piloto que se desvelará próximamente, lo mismo que el prototipo con el que Hyundai América vuelve a por todas a Pikes Peak, sin otro cometido que no sea triunfar.

Dani Sordo durante un rally del WRC 2023.  HYUNDAI MOTORSPORT
Dani Sordo durante un rally del WRC 2023. HYUNDAI MOTORSPORT

Casualmente, la montaña fue la mejor escuela antes de iniciarse como piloto de rallies para Dani Sordo, que empezó compitiendo a los 16 años en subidas en cuesta. Ahora, cerca de cumplir ya 41, el piloto de Puente San Miguel vuelve a los orígenes de alguna manera para enfrentarse a una ascensión única, que concluye literalmente por encima de las nubes, a más de 4.000 metros. Sin duda, una experiencia casi mística.