Ott Tänak, un campeón de ida y vuelta: regresa a Hyundai para pelear por el Mundial
En 2019 cambió Toyota, nada más coronarse campeón, por el equipo coreano, al que dejó plantado hace un año. Tras un retorno sombrío a Ford, la escuadra donde despuntó, vuelve a dar marcha atrás.

Lo de que segundas partes nunca fueron buenas no va con él. Dirige su carrera con la misma rotundidad con la que se desempeña en los tramos, sin titubeos y sin mirar atrás. Es implacable, también en esto. No le duelen prendas por dar un volantazo en un momento dado y cambiar de aires las veces que haga falta. Si su intuición le convence de que es lo mejor para él, lo hará. Su hoja de servicios así lo demuestra: Ott Tänak es el único piloto de la actualidad que ha pasado por los tres conjuntos oficiales que protagonizan el Mundial, el primero desde Carlos Sainz que mudó de equipo al abrazar el título, y el que más ha cambiado de marca en los últimos tiempos. Lo podemos caricaturizar como un campeón de ida y vuelta.
Fichó por Toyota en 2017, cuando emergió definitivamente con M-Sport –la estructura satélite de Ford donde se formó– como un claro aspirante a alcanzar los altares de la especialidad. Contra todo pronóstico, tan solo dos años más tarde firmó con Hyundai, días antes de brindar a los japoneses el primer cetro de su era moderna; una maniobra a todas luces difícil de justificar. La temporada pasada por estas fechas, harto de disentir con su compañero Thierry Neuville, y con casi toda la plana mayor de la formación, el estonio dejó plantados a los coreanos para volver cual hijo pródigo al abrigo de Malcolm Wilson, su gran valedor desde que empezó a despuntar.
Ahora, un año después de haber dejado aparcado el i20 N como subcampeón mundial, y para colmo tras una soberbia victoria el pasado fin de semana en Chile con el Ford Puma, el piloto de Saaremaa ha dado otra vez marcha atrás: como si volviese de una excedencia, ha decidido recuperar su puesto para 2024 dentro de la estructura de Alzenau.

Otro derrapaje sorpresa en el tortuoso historial del genial piloto báltico; probablemente, la última oportunidad que le queda (cumplirá 36 años la próxima semana) para intentar recuperar el trono del Mundial, su razón de ser a estas alturas de la película.
En 2019, cuando acabó con la hegemonía de los Sébastien (Loeb y Ogier, campeones consecutivamente durante 15 largos años), pilotando un Yaris prácticamente inquebrantable, con el que articuló un binomio apabullante, la motivación de Tänak para cambiar de equipo fue sobre todo económica. El acuerdo que alcanzó con el director de operaciones en ese momento de Hyundai, Andrea Adamo, que llevó aparejado además la gestión del programa de jóvenes pilotos de la marca a cargo de Red Grey (la estructura que posee Tänak en Estonia al alimón con su manager y mentor, Markko Märtin, del que se desligó hace poco), colmó las aspiraciones económicas de aquel Ott, efervescente y triunfal.

Esta vez, el acuerdo que acaba de sellar responde a otras razones. Ha sido fundamentalmente el nuevo rumbo que está tomando Hyundai desde la llegada de Cyril Abiteboul (ex jefe de Carlos Sainz de sus tiempos en la escudería Renault de F1), y el fichaje de técnicos con gran caché, como François-Xavier Demaison (ideólogo del Volkswagen Polo R WRC que dio a Ogier sus cuatro primeros galardones) o Christian Loriaux, lo que, unido a la falta de solidez en todos los sentidos del equipo Ford, ha convencido al estonio de volver al redil. Para "retomar la tarea que dejó a medias", según ha subrayado el que será su superior a partir de noviembre.
Como en el cuento de nunca acabar, el piloto de Saaremaa tendrá que disputar otra vez los galones de hombre fuerte de Hyundai a Neuville, jefe de filas indiscutible durante este curso que ha compartido con Lappi como acólito.

Si bien a tenor del rendimiento que ofreció el curso pasado, inmerso en una atmósfera tan viciada, y del salto cualitativo que está experimentando el i20 N, cada vez más consistente en todo tipo de tramos, Tänak se presume desde ya el gran adversario cara al próximo año del jovencito Kalle Rovanperä, muy bien encarrilado ya antes de los dos rallies de asfalto que restan a este Mundial hacia su segundo entorchado consecutivo con el Toyota GR Yaris.