MUNDIAL RUGBY

La leyenda negra del envenenamiento a Lomu y los All Blacks en la final de 1995: "Parecía un campo de batalla"

Mucho se ha hablado de aquella final del Mundial entre Sudáfrica y Nueva Zelanda que se repetirá 28 años después este sábado.

All Blacks tras perder la final del Mundial de 1995. /ROSS SETFORD/NOT-FOR-SYNDICATION
All Blacks tras perder la final del Mundial de 1995. ROSS SETFORD/NOT-FOR-SYNDICATION
Rodrigo Contreras

Rodrigo Contreras

Sin duda alguna, si hay una final del Mundial de rugby que ha dado para mitos, leyendas, libros, grandes historias y hasta películas de cine, esa ha sido la de 1995 entre Sudáfrica y Nueva Zelanda. Dos selecciones que 18 años después se volverán a encontrar las caras este próximo sábado a las 21:00 horas en la final de Mundial.

Aquel Mundial disputado en Sudáfrica contó con muchos factores determinantes tanto deportivos como fuera del campo. Sobre el césped uno destacó por encima de todos. Se llamaba Jonah Lomu y fue el tipo que comenzó a cambiar y a profesionalizar el rugby a través de su juego y características físicas en aquel campeonato mundial de 1995.

Mientras, en lo extradeportivo, teníamos una selección anfitriona que quería salir de uno de los episodios más duros de la humanidad, el apartheid, con Nelson Mandela al frente, y un equipo que puso la primera piedra en la unión del pueblo sudafricano.

Los All Blacks llegaron a la final como grandes favoritos para levantar la Webb Ellis Cup, gracias a su gran estrella emergente -Lomu- y a un gran juego que casi siempre terminaba en su ala para arrasar a los rivales que fueron dejando por el camino.

El equipo sudafricano llegaba con el alma y el corazón necesitado de unidad y lo fiaba todo al oval y a la inclusión en el equipo de Chester Williams (ala de color) en un deporte que tradicionalmente había sido de 'blancos' en Sudáfrica.

El desenlace deportivo es historia, y los Springboks se hicieron con su primer Mundial gracias a un drop de Stransky en la prorroga, pero tras la final se habló mucho más de lo extradeportivo a causa de un posible envenenamiento (nunca confirmado oficialmente) a tres cuartos de la plantilla oceánica justo en la semana previa a la final.

La leyenda negra

"Nos medimos a un país y a la historia, no a un equipo de rugby" dijo Jonah Lomu antes de disputar la final del 1995. Y así fue. El jueves 22 de junio de 1995, tres días antes de la final, 27 de los 35 jugadores que formaban en la expedición neozelandesa bajaron a cenar al hotel Sandton de Johannesburgo, donde se encontraban concentrados.

Así lo narra Rory Steyn, ex custodio de Nelson Mandela y jefe de seguridad de la expedición oceánica en aquel momento, en su libro One step behind Mandela: "Había acompañado a un grupo de jugadores al cine en la zona de Sandton y al rato Richard Loe (pilier) lucía descompuesto y vi a Jeff Wilson doblado, tomándose desesperadamente el estómago. Volvimos rápidamente al hotel y cuando subí a la sala médica parecía un campo de batalla, como una escena de una película de guerra. Había jugadores tirados en el suelo y el médico y el fisioterapeuta corrían de un lado al otro, dándoles inyecciones a los afectados… Yo soy un oficial de policía, yo trabajo con hechos. Y lo que me dijeron mis ojos fue que esa noche el equipo fue deliberadamente intoxicado".

"No creo que fuera la comida. Creo que era el café y el té y, posiblemente, hasta el agua potable", agregaba el ex custodio del presidente en su libro. Esta teoría conspiradora, fue llamada 'Suziegate', por Suzie, la camarera del hotel de Johannesburgo que, supuestamente, les habría colocado alguna sustancia en las bebidas que tomaron los All Blacks.

Ya en el partido la victoria bokke quedó para los anales de la historia, pero también es difícil de olvidar la imagen del 'all black, Jeff Wilson' vomitando en la banda, mientras se disputaba el partido en la parte contraria del campo.

El equipo neozelandés quedó tan abatido tras haber perdido aquella final que ninguno de los jugadores comentó lo sucedido días antes y la intoxicación que habían sufrido la mayoría de integrantes del equipo, pero el técnico de los All Blacks, Laurie Mains, no se quedó con los brazos cruzados y denunció el hecho. Incluso ordenó a un detective privado que recogiera indicios de lo que había ocurrido aquellos días antes de la final.

 La conclusión extraoficial determinó que la camarera Suzie existió, que trabajó tan sólo un par de semanas en el hotel de Sandton y, que aparentemente, habría acatado órdenes de una mafia oriental que apostó fortunas en contra de los favoritos. Sin embargo, tras ese informe, se descartó a los sudafricanos como responsables de este episodio.

Nada que investigar oficialmente

Periodistas y aficionados de todo el mundo se apuntaron a la teoría de la intoxicación. Es más, muchos de ellos apuntaron a la figura de Thabo Mbeki, ministro de deportes y futuro sucesor de Mandela en la presidencia del país, como uno de los instigadores del envenenamiento a los All Blacks.

Para la IRB (International Rugby Board), hoy World Rugby, siempre fue una situación delicada, que nunca aclararon. El máximo organismo del rugby mundial se desentendió de la tema y nunca inició ninguna investigación al respecto.

Un tema del que se sigue hablando en el mundo del rugby 28 años después y que desde World Rugby pasaron por alto. Este sábado se repetirá la final, y ojalá que sea con ambos equipos con la salud al 100% y en igualdad de condiciones.