RUGBY

El príncipe ruso que huyó de la guerra y se convirtió en un icono del rugby y la sociedad inglesa

El legendario Príncipe Obolensky murió sirviendo a la Fuerza Aérea Británica con 24 años tras haberse convertido una estrella con el 'XV de la Rosa'.

Postal del Príncipe Obolensky jugando al rugby. /RELEVO
Postal del Príncipe Obolensky jugando al rugby. RELEVO
Rodrigo Contreras

Rodrigo Contreras

Este mes de noviembre, en medio de una nueva ventana de partidos internacionales de rugby, se cumplen nueve meses sin la selección rusa en competiciones internacionales. Estos tiempos de guerra nos llevan tristemente a recordar otras épocas en las que la Rusia también fue un país involucrado en conflictos bélicos. Y si se habla de estos periodos históricos de guerras y rugby, un nombre propio sobresale de todos los demás, el del Príncipe Alexander Obolensky.

Parece que el deporte oval en Rusia tiene su origen a finales del siglo XIX a través de un escocés errante que reunió a varios amigos para empezar a jugar al rugby en la ciudad de Moscú. Pero no sería hasta la irrupción en el rugby inglés del Príncipe Obolensky cuando se vinculó este deporte con el país soviético.

Alexander Serguéievich Obolensky huía de su país de nacimiento junto a su familia (como ocurrió con la gran parte de la nobleza) en la revolución rusa del año 1917, cuando apenas tenía un año, con destino Londres.

Allí fue educado en colegios para nobles y terminó estudiando la carrera de Filosofía, Ciencias Políticas y Economía en la Universidad de Oxford, donde comenzó a despuntar por su rapidez y agilidad en el equipo de rugby de la universidad. De allí dio el salto, con tan solo 18 años, al prestigioso club de los Leicester Tigers, donde en su segunda temporada se convirtió en titular indiscutible. Este buen rendimiento le llevó a ser llamado por la selección inglesa de rugby para debutar con el XV de la Rosa. Esta llamada causó un revuelo tremendo en medios de comunicación y afición, con la polémica encima de la mesa, de si era o no lo suficientemente inglés para ser representante de su selección. Fue entonces cuando llegó el gran momento de su carrera, un partido histórico ante Nueva Zelanda que supuso su debut y que otorgaría el título de leyenda del rugby al Príncipe Obolensky.

Obolensky vs All Blacks

El cuatro de enero de 1936, la 'Catedral del Rugby', el estadio de Twickenham en Londres, fue el escenario elegido para que se disputase el amistoso oficial entre Inglaterra y Nueva Zelanda. Hasta entonces, y pese haber sido los creadores de este deporte, los ingleses nunca habían batido a los neozelandeses. Tras la polémica suscitada, 'The Fliying Prince', como se le conocía a Alexander Obolensky entre la afición, debutaba con dos ensayos en lo que sería la primera victoria de la historia del XV de la Rosa ante los All Blacks (13-0 fue el resultado final).

En su primer ensayo, el Príncipe Obolensky recibió un balón dentro de su zona de 22 metros y se recorrió más de 70 metros zafándose de los defensores neozelandeses para conseguir posar el balón en la zona de marca contraria. Un ensayo recordado como uno de los mejores de la historia, que desató el éxtasis de la afición de Twickers.

El joven príncipe ruso de 19 años se convertía en el héroe de aquel partido y en icono de la afición inglesa, que comenzó a venerar a su nueva estrella tanto dentro como fuera del campo. Su ajetreada vida social y su juego sobre el césped le otorgaron un estatus de celebridad hasta el día de su muerte.

Además de este partido, Obolensky llegó a disputar en el mismo año el torneo de las cuatro naciones ante Irlanda, Escocia y Gales y llegó a jugar con las selecciones de British and Irish Lions y Barbarians.

Estatua en honor al Príncipe Obolensky en Ipswich.  Foto: Keith Evans
Estatua en honor al Príncipe Obolensky en Ipswich. Foto: Keith Evans

Un final trágico

En el año 1939, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y el parón de las competiciones, 'The Fliying Prince', se alistó en la RAF (Fuerza Area Real) inglesa. Es apenas un año después, cuando en marzo de 1940, haciendo maniobras de entrenamiento con el avión que solía pilotar, un Hawker Hurrricane, se estrellaba en un barranco, rompiéndose el cuello con el golpe y falleciendo de manera instantánea.

Tenía tan solo 24 años y una gran carrera por delante que se vio frenada por la Guerra. Pasó de estrella a mito del rugby inglés, tal y como se le sigue recordado a día de hoy. En el propio estadio de Twickenham existe una placa conmemorativa y en Ipswich, donde está enterrado, hay una estatua conmemorativa con el oval en las manos.