ATP FINALS

La cabellera impoluta de Djokovic es una mala señal para Nadal y Alcaraz

Novak Djokovic levanta la copa de campeón de las ATP Finals. /REUTERS
Novak Djokovic levanta la copa de campeón de las ATP Finals. REUTERS

Turín.- Hace unos días, tumbado en una alfombra de mi casa haciendo el zascandil con mi hijo, el cuello me pegó de repente un latigazo que me dejó tieso. Menos mal que tenía enantyum en casa. En realidad estaba a mano, en la encimera de la cocina, porque unos días antes me había hecho un esguince en el tobillo jugando al fútbol. Yo, que siempre había sido de goma, que nunca había tenido problemas en el cuello, que me había hecho un esguince. Ahí estaba, con el cuello petrificado, el tobillo como un bote, y la cabeza pensando en las arrugas, en las entradas y en ese pelo que ya no volverá.

Djokovic celebra la victoria en Turín.ATP MEDIA

Últimamente pienso más que nunca en el paso del tiempo. Me estoy haciendo mayor. El sábado celebro mi cumpleaños y tengo ya más o menos claro a qué hora (el cómo ya es otro asunto) voy a volver a casa. Si eso no es hacerse mayor, yo ya no sé. El caso es que estos días en Turín cubriendo las ATP Finals he pensado mucho en la edad, en la mía y en la de las dos personas que han consumido la mayor parte de mi vida periodística: Rafael Nadal y Novak Djokovic. 

Nadal tiene 37 años y ahí le está, bregándose cada día en su academia para volver a soñar con algo grande en 2024. Puede que ya no sorprenda después tantas idas y venidas, después de tantas lesiones, pero la noticia de que va a volver supone una monstruosidad si nos detenemos a analizarla con un poco de calma. Lleva un año sin competir y el tenis se está llenando de unos chavales que corren y pegan como salvajes, con Carlos Alcaraz, Jannik Sinner y Holger Rune a la cabeza. Qué bien se tiene que estar viendo Nadal para atreverse a entrar en una pista con estos tipos enfrente y saber que vas a tener que correr horas y horas.

Y qué decir de Djokovic, que tiene un año menos que Nadal pero que se conserva como siempre. Es cierto que tiene ya alguna cana en la barba, pero está fino, sin un gramo extra y físicamente es una bestia.Encima tiene pelazo. Igual os suena raro, pero los que caminamos hacia la calvicie nos fijamos mucho en esos detalles. Hasta Djokovic ha hablado de su pelo estos días en Turín, pero no por un tema estético sino más bien figurado.

Lo hizo analizando la edad de sus contrincantes, explicando cómo era estar en un circuito en el que todos sus grandes rivales -teniendo en cuenta la larga ausencia de Nadal- eran unos imberbes. De las seis derrotas que ha sufrido en este curso, cuatro han sido ante Sinner (que nació en 2001), Musetti (2002), Alcaraz (2003) y Rune (2003). Todo están más cerca de su hijo Stefan (2014) que de él mismo (1987).

"Es normal que quieran ganarme, no veo nada raro en eso. Ya llevo experimentando esas sensaciones, que todos los jugadores se motivan todavía más cuando juegan contra mí. Es normal y lo acepto. Quieren arrancarme la cabellera", dijo Djokovic el martes por la noche en Turín. Acababa de perder ante Sinner en la fase de grupos y yo me volví al hotel pensando que quizás era el momento de los jóvenes. Qué ingenuo fui.

Djokovic ha arrasado el fin de semana a Alcaraz y Sinner, los dos mejores jóvenes, los que llevan intentando subirse a sus barbas todo el año. A veces lo consiguen, como Carlitos en Wimbledon, pero la realidad es que el viejo Nole sigue varios peldaños por encima. Su cabellera sigue impoluta y eso es, desde luego, una mala noticia para Nadal y Alcaraz en 2024.