TENIS

Nadal reaprende a ser el tenista que fue: "Necesito recuperar cosas"

Ha logrado llegar a la final de Bastad, no sin sufrimiento, y se enfrenta a la necesidad de mejorar mientras todo el mundo le pregunta por su glorioso pasado.

Rafa Nadal celebra su victoria en Bastad./EP
Rafa Nadal celebra su victoria en Bastad. EP
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

Rafa Nadal es, en la misma persona, el número 261 del mundo y un campeón de 92 títulos en ATP. Es decir, es una anomalía. Cuando salta a la cancha en Bastad, en Suecia, tan lejos de todo, la afición está indudablemente con él, entre punto y punto, sin importar el resultado, corean "let's go Ra-fa" y dan palmas para arropar al ídolo. Las cosas por el camino van saliendo, jugará la final, aunque es verdad que a tirones, lo que en otro tiempo eran trámites hoy son partidos complejos en los que necesita de toda su voluntad, que es mucha, para quedarse en la pista y sobrevivir.

Así fue la victoria de Nadal en las semis del Nordea OpenATP MEDIA

Nadal terminó el encuentro y anunció que no disputaría las semifinales del dobles. Esto es algo común en el circuito, la modalidad por parejas siempre está supeditada a lo que ocurra en el cuadro principal. En todo caso, la misión que tenía en este torneo se ha cumplido, ayudarle a coger ritmo y a hacerse de nuevo a jugar con una pareja de cara a los Juegos Olímpicos. Porque, siendo realistas, la mejor opción de medalla de Nadal en París es junto a Carlos Alcaraz en el dobles. Esto no significa que no vaya a tener opciones en el individual, descartar de antemano a Nadal en tierra batida es casi una herejía, pero tampoco se puede obviar lo que ha pasado en Bastad: compite, pero le cuesta.

"Creo que ha sido un partido muy difícil, el rival tiene uno de los mejores reveses contra los que he jugado, ha venido con mucha confianza, he intentado empujarle atrás, que ha sido muy difícil, pero he encontrado la manera de sobrevivir y llegar a una final después de mucho tiempo. Son grandes noticias y estoy muy feliz por ello", explicaba Nadal al final del partido.

Ese revés que impresionó a Nadal es el de Duje Ajdukovic, un croata de 23 años que está en el 130 del ranking. Un chico con buenas maneras, sin duda, pero que en otro tiempo hubiese sido incapaz de plantar cara al español. Esta vez ganó el primer set y, si hubiese sido un poco más experto, probablemente podría haber finiquitado en el segundo. Lo que pasa es que Rafa fue capaz de volver, se aferró al partido y neutralizó a su rival. Porque lo que nunca faltará en Nadal es el pundonor, una capacidad casi infinita para pensar que, pase lo que pase, logrará sacarlo adelante.

"Siempre es bueno estar en una final, he ganado cuatro partidos seguidos, que es algo que no he sido capaz de hacer en dos años, han pasado muchas cosas, esa es la verdad, estoy en este proceso de recuperar muchas cosas que he perdido", señalaba el español en el micrófono de pista tras su victoria.

En sus frases hay un recuerdo de lo difícil que es ahora mismo evaluar a Nadal. En la memoria su figura histórica avasalla a todo lo demás, pero lo más probable es que nunca vuelva a ser ese jugador. Aunque en la literatura periodística no sean tan comentadas, las lesiones de cadera son unas de las más peligrosas para el porvenir del deportista. Desequilibran, dejan dolores de espalda, obligan a repensar la mecánica... son muy complejas, algo de eso sabe Andy Murray, que él sí se retirará esta temporada seguro.

"He tenido una operación muy importante de cadera, hace casi un año las cosas no están siendo fáciles, pero yo estoy luchando, he luchado en todo el torneo para llegar a la final, y creo que partidos como los de ayer y el de hoy ayudan a mejorar muchas cosas en la pista, estoy feliz por eso y veremos a ver si soy capaz de jugar un poco mejor mañana", remataba el jugador en la entrevista exprés tras el partido.

El descanso y la necesidad de kilómetros

Ahora mismo vive el difícil equilibrio de necesitar tenis para recuperar sensaciones y también descanso para no forzar de más la máquina. Es un cuerpo parcheado tras tantas lesiones en una fructífera y extenuante carrera. Por todo ello también se bajó de los dobles. La historia era bonita, ha jugado con Casper Ruud, buen jugador, exmiembro de su academia, protegido de Nadal. Le hubiese gustado hacer de esto un ensayo general con Alcaraz, pero el murciano nunca se lo planteó y, en todo caso, tampoco después de su victoria en Wimbledon se lo hubiese podido permitir.

En este momento, las ruedas de prensa de Nadal tienen un ambiente algo extraño, una mezcla rara pero lógica entre el presente más acuciante y el tributo a la carrera de un gigante. A nadie se le escapa que esta puede ser la última vez que vaya a Bastad, y los que allí preguntan buscan también hablar del legado.

Sobre el presente, casi un tecnicismo, Nadal explica qué le falta ahora mismo a su juego para estar del todo cómodo: "Necesito recuperar cosas, automatizar cuestiones en la posición en la pista, en la elección de los tiros, leer los puntos en carrera. Lo hago por momentos bien, otros peor. Creo que estoy jugando bien con la derecha, solo necesito recuperar un poco de velocidad en los movimientos para darme mejores posiciones, porque cuando estoy ahí creo que todavía puedo pegar buenas derechas, en los entrenamientos estoy jugando mejor que hace unos meses, y ahora tengo que demostrarlo en los partidos. Ese es el trabajo, aceptar los desafíos, aceptar que las cosas no son perfectas y seguir luchando, seguir con la actitud correcta para sufrir en la pista y darme la opción de tener éxito".

Nadal, tras dos años de muy poco tenis, tiene que reaprender algunas cuestiones que forman parte de su persona. Siempre fue un tenista rápido, con un movimiento casi perfecto, siempre pegando equilibrado. Ahora le cuesta más, porque esa chispa es de las últimas en reaparecer tras tanto tiempo fuera. Cuando puede pegarle en sitio, el tiro va perfecto, sigue siendo un martillo, pero ahora busca encontrar esas posiciones con mayor asiduidad.

Para Rafa es importante, porque nació para competir y no podría aceptar en ningún caso no haberlo dado todo. Sabe que, como mucho, le queda la rúbrica a una carrera tremenda. Es consciente de ello, cuando mira atrás ve un pasado que de niño ni siquiera se atrevió a imaginar. Hace 19 años ganó en Bastad. Llevaba todavía poco tiempo en el circuito, aunque ya era campeón de Roland Garros.

"Me siento mucho mayor, sí. Es completamente diferente, hace 19 años había ganado mi primer Roland Garros, mi carrera en algún sentido estaba empezando. Ahora puedo decir que estoy muy orgulloso de todo lo que he hecho, en aquel momento nunca hubiese imaginado, primero, estar aquí con 38 años, pero también estar con 38 años tras todo el éxito que he tenido, era algo que era imposible de imaginar, estoy feliz por todo eso, pero tenemos una final mañana". La nostalgia es inevitable, tampoco se puede negar lo evidente.